“Era mi angelito, 11 meses, todavía ni el año. Se le hacían los hoyitos en los cachetitos cuando se reía. Christian le pusimos. Le ponía mi dedo en su manita y me lo agarraba. Se reía si le echaba aire con el abanico”, me cuenta entre sollozos la señora Hortencia.
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En México, hasta el 23 de agosto, habían muerto 108 niños de cero a 4 años, de los cuales 53 tenían menos de un año de edad, según datos de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud del gobierno federal.
“Toda esa jornada que dice usted… de sana distancia…nos quedamos en la casa. Yo soy sirvienta, mi marido es ayudante de mecánico. Una cuñada nos presta este cuarto para que le cuidemos el taller de carpintería que está a la entrada, es de su esposo. Ella nos traía comida”.
El 71 por ciento de los muertos por Covid-19 tienen una escolaridad de primaria o inferior, reporta un estudio del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.
La Jornada Nacional de Sana Distancia se levantó el primero de junio cuando habían fallecido 9 mil 779 personas.
“Ya que dijeron que podíamos salir, le hice cuatro tapabocas a mi marido, con ropa vieja, y se iba caminando al taller mecánico porque no quería subirse al camión, no quería contagiarse. Se lavaba las manos, no se nos acercaba, se bañaba al regresar”.
Llama la atención en especial la vulnerabilidad entre los que no desempeñan un empleo (no remunerados, jubilados y pensionados, y desempleados), que en conjunto suman 46 por ciento de las defunciones, de acuerdo al citado estudio del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.
“Yo fui la primera que me enfermé. No tenemos seguro. Fuimos al hospital Covid, estuve 14 días. Cuando salí, me dijeron que mi niño estaba hospitalizado, que lloraba mucho, que no dormía, que no comía….nunca lo volví a ver”.
Más de la mitad de las defunciones han ocurrido en unidades médicas para población abierta. La población que acude a estos establecimientos, es la que no tiene cobertura médica ligada a un empleo formal. Evidentemente, se trata de población con grandes carencias. También, cabe destacar, que el IMSS, que da cobertura de salud a más de la mitad de la población nacional, solo ha cubierto el 30 por ciento de las defunciones registradas. En las unidades privadas, no han ocurrido ni el 3 por ciento de las muertes por Covid-19, así lo establece el mismo estudio del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.
“Supe que tenía Covid ya que estaba grave, ya que estaba en el hospital, nunca tuve fiebre ni tos pero el dolor de cabeza me dio cuatro días, de no aguantarse, el lunes a media noche me fui sola al hospital, mi esposo se quedó con el niño”.
De los decesos, los pacientes presentaron tos y fiebre (83 por ciento), dolor de cabeza (70 por ciento), dolores musculares o mialgias (60 por ciento) y ataque al estado general (65 por ciento) conforme a las estadísticas de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud del gobierno federal.
En la conferencia de prensa número 178 celebrada en el Palacio Nacional, el subsecretario reconoció que México es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que realiza menos pruebas para detectar Covid-19, porque, explicó, su modelo de vigilancia epidemiológica se basa en el reconocimiento de los síntomas.
“Mi esposo salió a trabajar cuando dijeron que se podía. Necesitábamos comer. No cargaba al niño porque quería protegerlo….No sabemos si él está enfermo, no le hicieron la prueba, no tiene síntomas. Siempre habíamos sido sanos, mi niño también”.
El 28.3 por ciento de las muertes acumuladas corresponden a personas sin comorbilidades informa la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud del gobierno federal.
“Mi marido anda loco, echándose la culpa, pegándose en la cabeza. Tengo miedo que se mate. Ayer le vi una cortada en la pierna, dijo que no era nada, yo creo que se clavó un desarmador. Le dije que si se mataba yo también me iba a matar porque yo tampoco quiero vivir”.
Columna publicada el 30 de agosto de 2020 en la edición 918 del semanario Ríodoce.