En México 12 millones y medio de adultos trabajan por su cuenta sin emplear personal pagado.
Son empleadas domésticas, vendedores ambulantes, lavadores de carros y personas que hacen labores similares. Son la parte más frágil de los 31 millones de mexicanos que laboran de manera informal, esto es, que no cuentan con seguridad social.
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Si sumamos a los dependientes económicos de los trabajadores informales, nos explicamos que existan 71 millones de mexicanos sin derecho a pensión de vejez y, tampoco, a licencia médica con pago.
En las próximas cuatro semanas se limitarán al extremo los contactos interpersonales por lo que las actividades económicas de servicios directos caerán abruptamente. Cero ventas, cero clientes. Es urgente un programa de ingreso de subsistencia para, al menos, esos doce millones y medio de seres humanos.
Este sector de la población encuentra una alternativa al desempleo dedicándose a actividades de mucho esfuerzo físico y poca calificación que prestan directamente al usuario.
El sector informal se caracteriza por tener baja productividad ya que la inversión en maquinaria, equipo y capacitación es mínima. Su ganancia y sus ingresos son reducidos.
En México existen 21 millones de personas con ingresos menores a un mil 623 pesos al mes que es la línea de pobreza extrema por ingresos. Esta cifra ya toma en cuenta los apoyos gubernamentales y remesas familiares que reciben.
No tienen fondo de ahorro, no los podemos dejar solos.
Priorizar a estas familias no significa que solo se trabaje con ellas y se abandone a los demás.
La evidencia empírica apunta a que la mayor parte de los trabajadores informales por su cuenta viven en situación de pobreza extrema.
Subrayar este problema específico implica fijar una prioridad por un grupo social al que la evidencia histórica demuestra que los impactos económicos le afectan indeleblemente en la talla y desarrollo cerebral de los niños, por ejemplo. Está en riesgo su vida y su futuro.
Las dificultades para atender a estas familias no son solo presupuestales.
Establecer un contacto con ellos no es sencillo porque en México no existe un registro completo de ellos ni en el SAT, ni en la secretaría de Bienestar. No existe un Sistema Nacional de Información Social, sólo padrones parciales en poder de diferentes dependencias y órdenes de gobierno.
Los pobres extremos suelen estar excluidos de las acciones institucionales, su propia condición lo ejemplifica, no estarían así si ya estuvieran incluidos.
Las personas en situación de pobreza extrema suelen estar al final de la fila y no tienen los vínculos y la visibilidad necesarios para recibir los apoyos.
En el mediano plazo deben crearse procesos, estrategias y esquemas de coordinación para resolver el problema de la pobreza extrema. Ahora, sin embargo, tenemos un problema inmediato, más urgente.
Permítanme proponer las tres siguientes medidas. El propósito es ayudar a diseñar una respuesta eficaz. Seguramente hay otras propuestas que se deben agregar y, ciertamente, las bosquejadas aquí se pueden mejorar.
- Depositar un salario mínimo y medio a las seis millones de familias beneficiarias del programa de Becas Bienestar de Educación Básica. Este es el programa social que maneja el padrón más amplio que integra a quienes tienen ingresos por debajo de la línea de pobreza. Es la mejor vía para acceder a los pobres extremos. Ya hay un sistema de tarjeta bancaria.
- Eximir del pago de electricidad y agua a los habitantes de las zonas de mayor concentración de pobreza extrema que tiene identificadas el INEGI y el CONEVAL. El gobierno federal pagaría a la CFE y las Juntas de Agua Potable el monto de los recibos.
- Entrega de despensas alimenticias vivienda por vivienda. El ejército cuenta con la experiencia y logística para estos casos. Nuevamente se puede usar la cartografía del INEGI y el CONEVAL para identificar a los beneficiarios. Este sistema informativo no está actualizado a nivel personal pero sí tiene a nivel de manzana los porcentajes de concentración del 2015, por lo que es útil.
El financiamiento de estas acciones es un gran tema a abordar. Es tan importante que lo analizaremos pronto con mayor abundancia. Valga ahora, indicar que lo más viable es reprogramar el presupuesto o tomar deuda. No hay opción de elevar los impuestos.
Las próximas cuatro semanas pueden cobrar vidas no solo por el coronavirus sino también por el hambre de quienes ya viven en pobreza extrema en México.
La solidaridad de todos y el trabajo sistemático y a gran escala por parte del gobierno, pueden resolver el drama de millones de mexicanos.
El propósito común es que todos los mexicanos sobrevivamos a la crisis y trabajemos juntos por la recuperación.
Son millones de personas.
No los podemos dejar solos.
Columna publicada el 05 de abril de 2020 en la edición 897 del semanario Ríodoce.