Sinaloa fue el primer estado donde llegó el coronavirus. Un hombre que se contagió en Italia, los llamaron casos importados, como eran casi todos hace un mes. Aterrizó en Culiacán y fue confinado 14 días en el piso de un hotel. Era el 28 de febrero, casi dos meses después del paciente cero en Wuhan, China. No contagio a nadie en su estadía. A nadie registrado, al menos.
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Un mes después da un giro todo: los casos recientes son contagios comunitarios –el viernes se sumaron en un solo día cinco positivos más, todos ellos por contacto local-, y cada vez es más difícil rastrear las líneas de contagio. Muy pronto se volverá imposible.
Mientras a nivel Federal la Secretaría de Salud anuncia que México pasa a la Fase dos de la pandemia, que significa un endurecimiento en las medidas de separación social, localmente se toman algunas medidas. Hasta ahora respetando los anuncios de la federación. Otras entidades, como Jalisco, buscan anticiparse a los anuncios federales, como una competencia política y mediática por quién atiende mejor la emergencia sanitaria.
El lunes 23 de marzo, Quirino Ordaz Coppel anunció el cierre de cines, bares, gimnasios, y actividades comerciales y de entretenimiento afines, que implican la concentración de personas. Apenas tres días antes, el gobernador reconocía que la paciente numero 3 en el estado era su hija, que se contagió en los Estados Unidos.
En la semana cuatro de la emergencia por el Covid-19, Sinaloa estaba estancado en el numero de casos positivos, solo presentaba tres activos. Pero en los siguientes días los positivos se cuatriplicarían. De 3 a 5, de 5 a 9… luego 14 y hasta este lunes a 21. Culiacán concentra las tres muertes registradas en el estado, dos el viernes y una ayer domingo.
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Al día siguiente, el gobierno estatal adelantaría que el nuevo Hospital General de Culiacán, con un avance del 80 por ciento en su construcción y equipamiento, sería habilitado exclusivamente para los pacientes con coronavirus. El anuncio se hizo a la par de que el Presidente López Obrador daba a conocer que las Secretarías de la Defensa y Marina, se encargarían de la operación de una docena de hospitales en el país.
El 24 de marzo Quirino Ordaz convocó a una reunión con los 18 alcaldes. Le pide cerrar filas en el ámbito local. No ceder. Un par de semanas antes nadie atendió las recomendaciones. El Presidente de Navolato convocó a unos 15 mil asistentes al carnaval en Altata, lanzó besos al aire y a las mejillas de simpatizantes. Y al mismo tiempo el Químico Benítez se paseó en moto con otros miles.
Junto a la pandemia está la contracción de las actividades económicas. El comercio está casi paralizado en muchos de sus giros, el sector restaurantero igual. Y de plano inmóvil todas las actividades de esparcimiento. Apenas el suministro de productos básicos es el único con el mejor comportamiento.
A un par de semanas de semana santa, la emergencia será la economía de Mazatlán. Esperando una ocupación del 100 por ciento de sus hoteles, ahora solo se ve…la pandemia.
Artículo publicado el 29 de marzo de 2020 en la edición 896 del semanario Ríodoce.
