El gabinete de Sinaloa tiene las miras puesta en el 2021, cuando concurran en un solo día la sucesión gubernamental y las elecciones intermedias federales. Inédito para el estado,
que tenía un calendario electoral distinto. El gobernador Quirino Ordaz trata de apaciguar los ánimos. Helar calenturas. Pero desde la aparición del espectacular con el Anímate Chuy, se alborotó todo. Quienes aún mostraban cierto pudor, pisaron el acelerador a sus  pretensiones. No solo dentro del equipo de la administración, también fuera de él.

El gobernador recurre al poder a su alcance, y está en el gabinete estatal. Contrario a otros
mandatarios, las fichas de Quirino Ordaz se reducen a su gabinete. No tiene posiciones en la federación, el número de legisladores es reducido, y no controla los otros poderes.

Quirino Ordaz convulsionó a su gabinete durante casi todo 2018. En 10 meses, de enero a noviembre, hizo 14 cambios en nueve secretarías. Cesó y nombró. Ascendió y descendió. Incluyó y excluyó.

Su gabinete inicial apenas duró un año y 29 días. Con las elecciones de 2018 una parte de su equipo buscó las candidaturas a legisladores, y otros fueron enviados a cubrir las alcaldías interinas, que dejaban en busca de la reelección. Cinco meses después, todos
estaban de regreso tocando la puerta.

Las derrotas obligaron a Quirino Ordaz a convertirse en un gran empleador y darles cobijo a los perdedores. La dificultad fue que no había vacantes, todas estaban cubiertas. Aun así, aquel gabinete con presencia de técnicos y especialistas, le dio paso a los políticos.

El gabinete ha tenido dos momentos de tranquilidad: En 2017, sin movimientos. Y los últimos 13 meses, con un solo cambio, en Desarrollo Social. Esta Secretaría es donde menos se sostienen los titulares: En los tres años y un mes de este gobierno han pasado
cuatro titulares, nueve meses en promedio.

No todos se mueven. Hay un grupo compacto e inamovible. Son los cercanos a Quirino Ordaz. Ocho áreas de vital importancia para todo gobierno no han sufrido movimiento en sus titulares en 37 meses en el poder, aunque sí en las subsecretarías y direcciones. Se
trata del manejo de la política —Gobernación—, del dinero —Finanzas—, de la economía, las obras públicas, la comunicación, el manejo de la administración —innovación tecnológica—, la vigilancia interna —transparencia y rendición de cuentas— y la
dirección del DIF.

Particularmente cuatro, de esos ocho inamovibles, son los brazos y piernas del gobernador: Gonzalo Gómez Flores, Carlos Ortega, Javier Lizárraga y Osbaldo López.

Quirino Ordaz Coppel propuso inicialmente un gabinete de equilibrios, con espacios para todos quienes lo apoyaron, reservándose para sí mismo las áreas sensibles e importantes. 

Cedió poder al grupo Coppel, a Jesús Vizcarra, Jesús Aguilar, al PRI, al Ejército, y tuvo una deferencia con el ex gobernador Juan Millán, conservando a su hijo en el gabinete.

Pero aun a quienes le brindaron soporte en 2016 para sacar adelante una contienda electoral complicada, no les ha entregado un poder excesivo. Los premia y a veces castiga. Y jamás ofreció las posiciones más importantes del gabinete.

Aún es prematuro para anticipar escenarios para el año próximo. Ni siquiera quienes están en la contienda pueden hacerlo. Todos los que se sienten con pretensiones políticas se  afanan en sus responsabilidades, muestran un activismo sorprendente. No hay sábados ni domingos, no hay festivos ni pausas. Se retratan aquí y allá.

Hablan, acompañan al gobernador y lo halagan.

En esta edición de Ríodoce rescatamos los momentos clave en el ejercicio del poder de Quirino Ordaz, una línea del tiempo del gabinete caracterizada por el movimiento y la sorpresa.

También la baraja de nombres que lo han acompañado en este tiempo. A los que alejó y acercó. Un mapeo de cómo se teje el poder.