Cine: ‘Como caído del cielo’

como caido del cielo

El anuncio de que Omar Chaparro interpretaría a Pedro Infante en una película no fue bien recibido, incluso, por internet, la escritora Sandra Becerril convocó a una marcha en contra de que el comediante encarnara al actor sinaloense —después aclaró que lo hizo como broma, pero la publicación fue aprobada por cientos de miles.

Meterse con el “ídolo de Guamúchil”, no es un juego. No cualquiera tiene la personalidad, el porte, el talento y la gracia de Pedro: hacer una película basada en él y que un actor le de vida, es algo serio. Por lo mismo, al principio su familia no estuvo de acuerdo en cómo Netflix, la productora de Como caído del cielo (México/2019), dirigida por José Bojórquez (Más sabe el diablo por viejo, 2018) y escrita por él junto a Alfredo Félix-Díaz, trataría la imagen de Infante, pero terminó aceptando.

En la cinta, Pedro Infante (Omar Chaparro) se encuentra atorado en el limbo porque no fue lo suficientemente bueno como para ir al cielo ni tan malo para ir al infierno: le dio muchas alegrías a la gente, pero fue muy mujeriego, por lo que tiene una segunda oportunidad en la tierra para reivindicarse, y lo hace en el cuerpo de Pedro Guadalupe Ramos (también, Chaparro) un imitador que lo personifica fielmente tanto en lo artístico como en lo personal.

Por su poca graciosa experiencia en la televisión y su nada sobresaliente participación en filmes de baja calidad, era seguro un mal desempeño de Chaparro como Infante. Curiosamente no lo hace tan mal. Tampoco es que merezca ser premiado, pero se nota su esmero para hablar, cantar y ser como Pedro. Desde luego, no alcanza la chispa, el carisma, la apariencia ni la capacidad de quien fuera Pepe El Toro.

Si Como caído del cielo no le hace “justicia” a Infante en la personificación, con la historia menos. Más allá de parecer una telenovela de mala factura, de lo forzadas de algunas canciones en las escenas y de que las actuaciones, en general, sean de medianas hacia abajo, la cinta falla en su intención de “reconocer” a las mujeres con un supuesto discurso de género. Es incoherente que, por un lado, Ramos quiera “portarse bien” y respetar a su esposa (Ana Claudia Talancón), cuando, por otro, los personajes y algunas situaciones corresponden a los estereotipos de lo que se quiere combatir —la escena en la que Chaparro se “queja” del machismo a la vez que, “accidentalmente”, derrama un helado en los senos de una chica y se acomide a limpiarlos, mientras ella solo reclama que el dulce manchó sus zapatos nuevos, ejemplifica muy bien esa idea.

Es completamente absurda la escena del operativo para detener a un servidor público; la de Pedro Ramos como cupido en un restaurante; la profunda amistad entre Ramos y una nieta de Infante; que un coreano sea el mejor imitador de Pedro; incluso, la idea del regreso a la tierra del “ídolo de México”, pero lo más inverosímil es que solo por una charla, el personaje de Chaparro “comprende” a las mujeres y los nuevos modelos de masculinidad, cuando él mismo es ejemplo de infidelidad en esa conferencia —se supone que el actor sinaloense se consideraba siempre soltero, porque la casada era su mujer.

Ni divertida, ni reivindicativa, ni ilustrativa. La película solo es un mal “regreso” de Pedro Infante a este mundo. Véala en Netflix… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 05 de enero de 2020 en la edición 884 del semanario Ríodoce.

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