Cine: ‘Nadie sabrá nunca’

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El cine mexicano, por lo general, reprueba las evaluaciones. Para la mayoría de los espectadores, reseñistas y críticos, los filmes nacionales no son buenos. En gran medida, tienen razón: buena parte de las cintas que llegan a las salas son malas, repetitivas, superficiales, sin creatividad ni originalidad, aunque esas no son todo lo que se hace en el país, ni las que definen su cinematografía.

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Una muestra reciente de ese cine más discreto y mejor logrado es Nadie sabrá nunca (México/2018), dirigida y escrita por Jesús Torres Torres, disponible en Netflix, con una historia ubicada en los setenta del siglo pasado, y un discurso arraigado, vigente y urgente de eliminar, así forme parte de una (dañina) cultura y una (obsoleta) tradición, que cada vez encaja menos en la sociedad.

El ofrecimiento de una vida mejor por parte del presidente llega hasta los lugares donde la radio es la única comunicación con el exterior, solo se estudia hasta la secundaria, los hombres se dedican al campo, las mujeres a limpiar la casa y criar a los hijos, y en los que una planta define el porvenir de las personas. Lucía (Adriana Paz) no se resigna a ese panorama ni se cansa de insistirle su esposo Rigoberto (Jorge A. Jiménez) que se muden al Distrito Federal, donde sus hermanas ya gozan del progreso. Él prefiere quedarse, así su hijo Braulio (Luciano Marti) ya esté allá, con sus tíos, para recibir una mejor educación escolar. Cuando Lucía se decide a hacer las maletas para ella y su otra hija, la mala suerte se presenta para detenerla, aunque su viaje, en realidad, había iniciado meses antes.

Es más que oportuno que Torres plantee la cercanía con ese México de los setenta. Es verdad que las condiciones de entonces y las actuales no son iguales. Ahora hay avances, pero no en todo: la economía, las responsabilidades de hombres y mujeres y la política, son muy similares a esa década. En México, buena parte de la población vive en la pobreza; gran cantidad de los hogares son encabezados por un hombre y muchas mujeres continúan como responsables del mantenimiento de la casa y la crianza de los hijos; los candidatos insisten en campañas basadas en falsas promesas o imposibles de realizarse; y los funcionarios juran que todo está bien y que “no habrá recesión”, así se tenga el agua hasta el cuello.

El 2019 todavía hay hombres que solo trabajan y no se responsabilizan de nada más; mujeres que se encargan de la casa y los niños y tienen un empleo pagado, para aportar al gasto; padres distantes, de pocas palabras, indispuestos al diálogo, inaccesibles, autoritarios, que representan (o creen que lo hacen) una imagen de poder, fuerza, valentía y hombría; niñas que juegan a “las comiditas” y realizan quehaceres “para que vayan aprendiendo”; y niños atendidos por la madre y las hermanas, que sueñan con pistolas y ser machos.

Nadie sabrá nunca aprovecha cada plano para mostrar imágenes preciosas y bien compuestas, desde ángulos creativos e interesantes; elige un elenco de primera, entre quienes Adriana Paz, Jorge A. Jiménez, Luciano Marti y David Medel tienen más tiempo en pantalla, logrando excelentes interpretaciones, aunque también destacan (y se desaprovechan a) Ofelia Medina, Manuel Ojeda, Arcelia Ramírez y Silvia Pasquel. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 18 de agosto de 2019 en la edición 864 del semanario Ríodoce.

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