AMLO pone y AMLO quita: que se vaya Durazo

CIUDAD DE MÉXICO, 25JULIO2019.- Alfonso Durazo, titular de Seguridad Ciudadana, inauguró el foro Internacional "Seguridad de Instalaciones Vitales", junto con el estuvieron Pedro Alberto Sanabria, José Pedro Vizuet y Ricardo Anibal Salas.
FOTO: VICTORIA VALTIERRA /CUARTOSCURO.COM

Francisco Alfonso Durazo Montaño debiera ser ya candidato a dejar la administración federal, no por inepto —que también lo es—, sino por insignificante. El Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana no solo no tiene una estrategia para combatir la creciente violencia en México, sino que tampoco —y tal vez esto sea lo peor— tiene el poder institucional para intentarlo. La seguridad en el país, con todos los cambios que se hicieron a la estructura del gobierno, a la constitución y a las leyes, quedó en manos de los militares y de la Marina. Durazo, por decirlo de una forma coloquial, tiene el mismo valor de un cero a la izquierda.

La pregunta es para el Presidente: ¿qué hará después de que en noviembre saque cuentas y se convenza de que en vez de reducirse, la inseguridad creció? ¿Por qué noviembre? Porque él mismo dijo que para ese mes habría resultados positivos. Y por las tendencias que se observan, tendrían que pasar cosas extraordinarias para que esto sea así. Él puede esperarse hasta el último día de noviembre —cuando se cumpliría un año de su gobierno— para hacer su evaluación, pero es evidente que tendrá números muy rojos. México, como nunca, está sumido en un baño de sangre.

Solo en el primer semestre de este año se cometieron poco más de 17 mil homicidios, más de 800 casos comparados con los homicidios del primer semestre de 2018, cuando todavía estaba en la presidencia Enrique Peña Nieto. Andrés Manuel López Obrador podrá decir que él tiene otros datos, pero éstos son los que presenta el (su) Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad.

Y no hay esperanza de que las cosas cambien; por el contrario, lo que se percibe es temor en la gente de a pie, porque en vez de amainar, la violencia sigue creciendo, de nueva cuenta con expresiones macabras como los cuerpos colgados de los puentes y los descuartizados. Dos de estos casos se presentaron la semana pasada, uno en Uruapan, Michoacán, y el otro en Maltrata, Veracruz.
Lo peor de todo es que el Presidente no cambia un ápice su discurso. Sigue culpando a los dos gobiernos que le precedieron por lo que pasa; dice “que la estrategia de seguridad implementada por gobiernos anteriores fue un fracaso”. Y tiene razón en cuanto que fueron un fracaso, pero no puede ir toda su administración argumentando lo mismo mientras nos despertamos todos los días contando los muertos de la noche anterior.

El pasado viernes en Durango, durante su conferencia mañanera, dijo al referirse a los 19 cuerpos encontrados en Michoacán que fue ahí donde “se declaró la guerra al narcotráfico y se le pegó un garrotazo a lo tonto al avispero… Entonces, se están presentando estos actos, sí son lamentables y constituyen todo un desafío para las autoridades, pero vamos a seguir con la misma estrategia y estamos seguros de que va a haber buenos resultados”.

Eso mismo viene diciendo el Presidente desde los primeros días de su administración cuando objetó que “nos dejaron un cochinero”. Le apostó todo a la Guardia Nacional y ésta, ya en funciones, no ha servido de nada. De nada. Ante un problema tan grave y tan profundo no bastan las buenas intenciones de Andrés Manuel López Obrador, ni sus corazonadas, ni su buena voluntad, ni los programas sociales porque estos impactan a largo plazo. Se requiere una estrategia eficaz y que brinde resultados ya. Porque no hemos tocado fondo y las cosas, aunque nos duela reconocerlo, pueden empeorar. No se puede aspirar a una sociedad libre, a un México sano, democrático, con gobiernos honrados, a calles sin violencia, al fin de la impunidad, si no se acaba con este infierno que se vive todos los días a lo largo y ancho del país.

Y otra de las cosas que debiera cambiar también es que si los funcionarios no dan resultados, no tienen porqué ocupar un lugar en la administración. Dice el Presidente que el pueblo pone y el pueblo quita. Pero en el caso de los secretarios los puso él y nadie más que él debe tomar una decisión. Algunos se le han ido por voluntad propia —como Carlos Urzúa— y debiera ser el caso de Durazo hasta por vergüenza, ya no digamos que por dignidad. En temas como el suyo, la ineficacia no admite tolerancia porque cada minuto nos cuesta la vida de alguien.

Bola y cadena
OTRA QUE DEBIERA SER CADIDATA YA a la criba de la Cuarta Transformación en Olga Sánchez Cordero, la Secretaria de Gobernación, que nunca sabe nada, da por terminados temas como el de los inmigrantes cuando éstos venían creciendo como bola de nieve por toda Centroamérica, y no se entera que en Baja California diputados de todos los partidos, todos, acordaron extender el periodo de gobierno a Jaime Bonilla, cuando los electores lo votaron por solo dos años. No es que añoremos los tiempos de Fernando Gutiérrez Barrios, pero un cargo así no se inventó para tomar té por las tardes viendo las horas pasar en un reloj chino.

Sentido contrario
LA SEMANA PASADA PERIODISTAS DE MAZATLÁN hicieron llegar al gobernador una carta donde hacen un recuento de agresiones sufridas por reporteros de todo el estado de parte de autoridades municipales de Culiacán, Ahome y Mazatlán, sobre todo. Y lo entrevistaron al respecto. Quirino Ordaz dijo que él tenía muy buena relación con la prensa y se escabulló como liza enjabonada. Nadie le preguntó, pero no se trata de si él tiene o no una buena o mala relación con la prensa. Se trata de que hay un mecanismo de protección de periodistas que él decretó y que hasta la fecha, por cierto, no tiene un titular. La seguridad de los periodistas es responsabilidad del gobernador, tenga o no tenga una buena relación con la prensa. Que no se evada.

Humo negro
ESTE DOMINGO SE LLEVÓ A CABO la elección del nuevo dirigente nacional del PRI. El hecho es trascendente por su intrascendencia. Lo explico: El PRI quedó tan golpeado después de las elecciones de 2018, que poco a poco se ha ido convirtiendo en un partido testimonial, de utilería. No hay renacimiento aquí. Solo pasado. Por eso no es nota.

Columna publicada el 11 de agosto de 2019 en la edición 863 del semanario Ríodoce.

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