El ‘Chapo’, el juicio, el show…

Ilustración: Elizabeth William/AP.

Brooklyn, NY.-El martes 13 de noviembre, minutos antes de las 10 de la mañana, Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, fue ingresado al cuarto 466 por dos agentes US Marshals que, dirigiéndolo, lo escoltaban al banquillo de los acusados, en una corte federal del Distrito Este de Nueva York.

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Pero algo hizo el capo antes de llegar a su asiento que tomó por sorpresa a los agentes federales: se detuvo a saludar de mano a los miembros de su defensa que desde hacía rato, ya lo estaban esperando.

Fue una práctica poco ortodoxa que confundió a los federales, quienes, al no saber cómo reaccionar, permitieron que el Chapo terminara de saludar a sus abogados mientras periodistas, y público en general, miraban con curiosidad a aquel hombre, a quien los fiscales acusaban de ser el líder del Cártel de Sinaloa.

La acción de Guzmán Loera no terminó con el saludo, sino que todavía se volvió hacia el Juez Brian Cogan para emitirle un saludo desde la distancia: levantó su mano derecha a la altura de la frente, y asegurando que la palma apuntara hacia él, sostuvo la mano con firmeza a lo que el magistrado, igualmente confundido por el gesto, también intentó levantar su mano izquierda para responder el saludo, pero algo detuvo al funcionario judicial que lo hizo arrepentirse, dejando su brazo a medio camino para entonces limitarse a sólo levantar ligeramente el rostro en respuesta al saludo.

Así fue el ingreso del narcotraficante a quien Estados Unidos calificaba como el hombre más peligroso y despiadado del mundo: El Chapo, quien más que un criminal encarando a su destino, parecía un ejecutivo, o un funcionario encabezando una campaña política para ganar simpatizantes.

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“Ciertamente, es raro que un presidiario salude como él lo ha hecho”, comentó un agente federal de la corte, quien tiene más de 20 años atendiendo juicios de todo tipo de criminales. Otros reporteros coincidieron con ese señalamiento.

“No. Nunca había visto nada parecido”, dijo Emily Palmer, del diario New York Times, al referirse a la cordialidad de Joaquín Guzmán.

Y sin embargo, hubo algo que desarmó a Guzmán Loera de cordialidad y solemnidad: su esposa. Apenas habría saludado al juez Cogan, y todavía sin tomar asiento, el Chapo, se volvió para buscar entre el público a su esposa Emma Coronel, y no tardó mucho en encontrarla entre la gente.

Fue un breve intercambio de miradas que fue envuelto por el silencio, pero para el Chapo pareció serlo todo. Desarmado, el capo bajó entonces la mirada, movió los labios como si pronunciara un par de palabras que nadie escuchó, para finalmente caer en el lugar donde pasaría gran parte de los próximos cuatro meses: el banquillo de los acusados.

 

La primera entrega

En inglés se le llama “Opening Statements”. Que es un resumen hecho ante los miembros del jurado sobre lo que, tanto los fiscales como la defensa, expondrán durante el transcurso del juicio.

Los fiscales del caso parecieron grises. Inseguros. Hasta que tocó el turno a Jeffrey Lichtman, quien fue contundente al afirmar que el Chapo nunca fue el líder del Cártel de Sinaloa, sino que fue Ismael el Mayo Zambada, aunque lo que realmente sonó como bomba fue la afirmación de que el Cártel de Sinaloa había sobornado con decenas de millones dólares al presidente Enrique Peña Nieto y a su predecesor Felipe Calderón.

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“Y no sólo eso, sino también se sobornaron a agentes de la DEA, del Departamento de Justicia, incluso, a elementos de la Interpol”, afirmó Lichtman, generando una gran controversia, que hasta el mismo Cogan terminó llamando la atención al abogado.

Pero además, la defensa acusó a los 16 testigos protegidos que testificarán contra el Chapo como “falsos”, por su habilidad para querer reducir sus sentencias, aunque para ellos tengan que delatar a sus cómplices en cuanto al tráfico de drogas.

El primero de esos testigos protegidos que fue llamado a declarar fue Jesús Reinaldo, Rey Zambada, quien señaló al jurado, compuesto por siete mujeres y cinco hombres, que el Chapo junto con su hermano, el Mayo, lideraban el Cártel de Sinaloa.

“El Chapo inició con Juan José Moreno Esparragoza, el Azul, y creció con él, pero de él crecieron los hermanos Beltrán Leyva. Y él fue el primero que salió con la idea de construir túneles, y por ahí pasaban la droga a Estados Unidos de una manera rápida y segura. Por eso los colombianos le decían el Rápido, porque nadie pasaba droga más rápido que él”, señaló Zambada García.

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El Chapo, por su parte, sólo escuchaba atento, sin emociones, sin expresiones, sólo prestaba atención a cada palabra que emitía el Rey. Y no obstante las acusaciones, el Rey se refería a Guzmán Loera como “mi compa Chapo“, a lo que la fiscal preguntó qué significaba “compa Chapo“.

“En Sinaloa decirle compa a alguien, es una muestra de amistad, de aprecio. Cuando uno se refiere a alguien con aprecio siempre dice ‘mi compa'”.

Al final de la jornada, todo el mundo se levantó de sus asientos para que el jurado saliera de la sala, y fue la primera vez que el Rey miró directamente a los ojos al Chapo.

Era un momento crítico, pero evidentemente era una mirada que el Chapo Guzmán tenía rato esperando.

Fue entonces que el Chapo y el Rey sostuvieron las miradas durante unos pocos segundos, hasta que Guzmán Loera inclinó ligeramente hacía arriba, y el Rey prefirió entonces volver la mirada a su derecha, evitando así a su viejo socio y compañero.

Finalmente era la primera vez que dos capos de alto rango del Cártel de Sinaloa estaban de frente, sólo que en esta ocasión el Rey Zambada, vestido de uniforme azul de presidiario, estaba delatando a su hermano el Mayo, y a su amigo Chapo.

Artículo publicado el 18 de noviembre de 2018 en la edición 825 del semanario Ríodoce.

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