Si el gobernador Quirino Ordaz Coppel se vio mal con la sustitución de varios de sus cuadros administrativos con ex candidatos que perdieron la elección, se está viendo peor con su proyecto de modificar la constitución local para amarrar las manos a la bancada de Morena, que tendrá mayoría en el Congreso del Estado.
¿Qué le pasa al gobernador? Se suponía que había tomado con calma la derrota descomunal de su partido en todos los frentes el 1 de julio y que estaba dispuesto a una relación cordial con los poderes locales y nacionales, —ahora en manos de Morena— “para que le vaya bien a Sinaloa”. Así lo dijo y no parecía mera retórica.
Pero las iniciativas para reformar la Constitución y la Ley Orgánica del Congreso se antojan como una declaración de guerra, pero un combate similar al de David contra Goliat, con la diferencia de que no se ve de dónde nuestro David marismeño vaya a sacarse la piedra para darle en la cabeza al filisteo. Quirino no tiene espada pero tampoco honda ni piedra. Está solo y, en una acción desesperada para protegerse durante los tres años que le quedan al frente de la administración, pretende quitarle poder a la bancada de Morena en dos frentes: uno, al conformar una comisión administrativa de diputados con rango constitucional para tomar las comisiones colectivas con peso igual de las bancadas, al margen de su fuerza representativa; y, dos, evitar que las cuentas públicas sean revisadas y aprobadas por la Comisión de Fiscalización del Congreso para que solo sea la Auditoría Superior del Estado (ASE) quien tenga esa facultad.
Sobre todo esta última parte expresa el temor del Ejecutivo de que las cuentas sean revisadas ahora por una comisión que seguramente quedará en manos de Morena. En el sexenio anterior la presidió Gómer Monárrez junior y fue siempre un malovista exacerbado. Ahora la preside la diputada Emma Karina Millán, quien suplió al diputado con licencia José Menchaca, el hombre de más confianza de Quirino Ordaz. Con ellos la Constitución está bien como está pero no con los que vienen, por eso quieren quitarle facultades al Congreso, cuando revisar las cuentas públicas ha sido siempre una de sus funciones sustantivas. Dieron un primer paso el año pasado cuando reformaron el artículo 37 constitucional para que los dictámenes de las cuentas no los hiciera la comisión de fiscalización, sino la ASE. Y ahora van por todo.
Las cosas empiezan a cambiar y los que han gobernado Sinaloa durante décadas no se dan cuenta que las cosas no serán igual. Los priistas pueden ahora modificar la Constitución y algunas cosas no tendrían reversa en el corto plazo, pues aunque los morenistas tendrán mayoría en el Congreso, no contarán con la mayoría de los 18 cabildos que se requiere para aprobar reformas constitucionales. Pero si lo hacen, si lo hace Quirino —porque de ahí nace la iniciativa y desde ahí está siendo cabildeada con diputados de otros partidos, principalmente del PAN— será declararle la guerra al “movimiento”. Y no creo que le convenga ni a él, ni a su gobierno ni a Sinaloa.
Andrés Manuel López Obrador ya les tendió la mano a todos —y todos es todos— y la mejor forma de ayudarle a sacar adelante al país, con lo cual se beneficiaría la entidad que Ordaz Coppel gobierna, es transparentando el uso de los recursos públicos, no tomando medidas tramposas para su manejo turbio. Y el gobernador, en la posición que quedó, no puede darse el lujo de cometer errores. Ya lo hizo con el nombramiento de rechazados por el electorado en su gabinete pero ese es asunto de él. Meterse con las normas constitucionales que tienen que ver con el dinero público y su buen uso es otra cosa. Aparte del Congreso local con mayoría morenista tendrá dos contrapesos más: uno es el superdelegado que nombrará el presidente y que manejará un presupuesto similar al del gobierno estatal y con el que tendrá que negociar muchas de las cuestiones administrativas y de gobierno y gobernabilidad; el otro es Rubén Rocha Moya, próximo senador de la república. Fue su jefe de asesores, es verdad, pero no creo que esté en condiciones de solapar nada que le parezca inadecuado o con una clara orientación de turbiedad.
Bola y cadena
EN SONORA, LA GOBERNADORA PRIISTA, Claudia Pavlovich, metió subrepticiamente un paquete de iniciativas para quitarle poder al nuevo congreso estatal, que también tendrá mayoría morenista, pero ante la ola de protestas, solicitó al Congreso que no la votara y que las llevara a la “discusión y reflexión”. Y no sería malo que ahora que el gobernador de Sinaloa está de vacaciones aprovechara el descanso para reflexionar lo que pretende. Ya leyó el mandato de la gente. Él mismo lo dijo, “estaba harta”. Bueno, pues ahora que actúe en consecuencia.
Sentido contrario
LOS QUE NO TIENEN VERGÜENZA son los diputados del PAN que están apoyando las iniciativas. Zenén Xóchihua, perdedor en el distrito 02 federal y Juan Pablo Yamuni, perdedor en el distrito 05 local, son los principales cabildeadores de las reformas propuestas por Quirino. Yamuni fue jefe de la Unidad de Transparencia con Malova y Xóchihua dijo que no recibiría línea de nadie si llegaba a la Cámara de Diputados. No llegó y ahora recibe línea del gobernador.
Humo negro
EL 19 DE JULIO SE CUMPLIÓ EL 39 ANIVERSARIO del triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua. El festejo de su presidente, el tirano Daniel Ortega, lo hizo entre el humo de las barricadas y el tufo de la sangre quemada de los 350 mártires, la mayoría jóvenes que han tomado las calles para protestar contra la nueva dictadura y que fueron asesinados por la policía al servicio de esta nueva dinastía. Y de nuevo desde la izquierda, otra Revolución traicionada.
Columna publicada el 22 de julio de 2018 en la edición 808 del semanario Ríodoce.