Era un fiestononón. Y él, con su fama de bailador, no podía faltar al rancho Las Alamedas. Su propietario, el Mayo Zumbidos estaba de plácemes, pues era su cumpleaños. Todos ahí en El Salitre, conocían de esas fiestas del Mayo: banda, grupo de música norteña, pisto y comida abundante, de a sincho. Sábado en el pueblo. Expectación y alegría por el festejo…
Fragmento de la columna publicada el 31 de diciembre de 2017 en la edición 779 del semanario Ríodoce.