Alguien visitó hace días al gobernador Mario López Valdez. La impresión que le quedó es que ya quisiera estar fuera del gobierno. Lo miró apagado hasta en la forma en que habla. No se le aprecia chispa, no bromea, no habla del futuro. Las oficinas del tercer piso están vacías y él mismo comenta que la gente que queda ya se muere por irse a otro lado.
Desde el año pasado anda así, como despidiéndose de los sinaloenses hasta en eventos públicos. Se dirige al público en tiempo pasado, como si ya fuera uno más de los que vivimos aquí: “hicimos”, “cumplimos”…
No muchos políticos quisieran estar en sus zapatos a pesar de que es todavía gobernador, con todo el poder que esto implica. Mario López Valdez se esmeró por regresar al PRI como si ahí lo hubieran estado esperando con ansias, como si el agravio de 2010 hubiera sido solo una anécdota. Es cierto que hay mucho oportunismo en el partido, como en todos, y mucha abyección. Pero las heridas han estado ahí y sangran todavía a pesar de las caras sonrientes.
Malova festejó que el candidato del PRI no fuera el empresario Jesús Vizcarra Calderón. Hubo fiesta en el palacio, se chocaron las copas y sobraron los abrazos. Él y su secretario general, Gerardo Vargas, habían logrado un trébol de cuatro hojas. La presión de las precampañas bajó y ahora había que acomodarse a los nuevos escenarios. Quirino Ordaz Coppel era un viejo conocido de ambos. Fue titular de la Secretaría de Administración en los últimos dos años de la administración de Jesús Aguilar y el encargado de los asuntos de la transición en todo lo que tuvo que ver con los dineros. Fue tal la empatía que lograron, que Quirino Ordaz, todavía como tesorero estatal, firmó la compra de 90 camionetas que serían habilitadas como patrullas, al “padre empresarial” de Malova, el empresario mochitense, Leonardo Félix, hecho que desató la primera gran crítica al “gobierno del cambio”. Fueron en total poco más de 50 millones de pesos que se pagaron por un contrato que no se licitó. Firmó la compra el gobierno saliente pero era obvio, y así se aceptó por Armando Villarreal en entrevista concedida a Ríodoce, que se hizo a petición de Malova y su equipo.
Así que Quirino Ordaz y el equipo del gobernador López Valdez desarrollaron una relación que fue más allá de los acercamientos habituales entre los equipos de transición. Extrañó a más de uno, sin embargo, que meses después, durante una reunión del gabinete malovista en Altata, apareciera el mazatleco como invitado. Esto no fue bien visto por los aguilaristas, que seguían sangrando por las heridas que Malova les causó en 2010 y se hablaba hasta de cierta desconfianza hacia Ordaz Coppel.
El choque de copas en el tercer piso aquella noche de enero tenía entonces dos buenos motivos. El principal es que no sería Vizcarra el candidato. Y el segundo es que Quirino era un hombre con el que el malovismo ya había tratado.
Lo que vino después era previsible. Quirino venía ungido por órdenes de Los Pinos y se supone que se armaría toda una operación de Estado para sacar adelante un resultado positivo el 5 de junio. Y esto incluía el apoyo del gobernador. La estructura que Gerardo Vargas había construido para impulsar su precandidatura se pondría a la orden del candidato del PRI y el gobernador dispondría de todos los recursos a su alcance en la misma dirección.
Si el gobernador quería impunidad para él y para los suyos, tendría que asegurar el triunfo del PRI. En febrero, Malova se reunió con Enrique Peña Nieto en Los Pinos. La información oficial es que se habló de temas de seguridad y de la “agenda agropecuaria”, pero en realidad el tema central fue el electoral. De acuerdo con la vieja usanza del PRI y del viejo presidencialismo, Peña Nieto tuvo que darle dos vueltas a la tuerca. El Gobierno de Malova ha sido un desastre y si en realidad hubiera justicia en este país varios de sus colaboradores —y él mismo— terminarían en la cárcel.
Y en menudo problema está metido el gobernador. Quirino no es un candidato que pueda crecer mucho. De escaso conocimiento entre el electorado, no tiene el carisma de un líder. Tiene el voto duro, sí, pero ese no es suficiente. Y aunque hasta las encuestas que están haciendo sus opositores le otorgan un crecimiento, éste ha sido muy lento. Cuidado, porque Martín Heredia y Héctor Melesio Cuen, que aparecen muy parejos en algunos estudios, pudieran llegar con un empate técnico al día de la justa. Y es ahí que el resultado puede ser cualquiera.
Bola y cadena
¿ALGUIEN SE IMAGINA A Malova y a Gerardo Vargas, a Armando Villarreal… en un escenario en que el PRI pierde la elección? ¿Dónde se los imaginan? ¿Cómo?
Sentido contrario
LAS CAMPAÑAS HAN ESTADO MUY aburridas, pero es probable que a partir del primer debate, que se llevará a cabo este lunes, tomen otro ritmo. Pero no hay que esperar mucho y en todo caso la gente debe preocuparse por el fondo, las propuestas, los proyectos. Y exigir que se presenten. Es lo mínimo, antes de ir a votar.
Humo negro
DOS HECHOS CONFLUYERON ESTA SEMANA y que tienen que ver con la seguridad. Uno es la ola de asesinatos perpetrados en el centro del estado, principalmente en la capital. El otro son las protestas de policías estatales y municipales, exigiendo horarios más humanos de trabajo y mejores remuneraciones. Los dos hechos muestras del descontrol que hay en las políticas de seguridad de un Gobierno que, aparte de ineficaz, es cómplice de la delincuencia organizada.
- Autor | Ismael Bojórquez
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