En el último trago

 

 

 

en el último trago 3

Es común que las personas de la tercera edad, al igual que los niños, sean quienes se roben la atención en las películas: ese opuesto de experiencia/inexperiencia logra las mejores ocurrencias en los filmes: por ejemplo, en el caso de los primeros, recuerde Por si no te vuelvo a ver (1997), Club eutanasia (2005), ¿Y si vivimos todos juntos? (All Together, 2011), y en los segundos, piense en Mi pobre angelito (1990), ¿acaso recuerda los familiares de Kevin? De ser sí, es sólo por la cantidad de veces que ha visto el filme.

En el último trago (2014), dirigida, escrita y producida por Jack Zagha Kababie, lo que más recordará son las actuaciones de los protagonistas que, por cierto, además de edad, tienen mucha experiencia, y en ningún momento defraudan con su interpretación.

En la cantina a la que han asistido por muchos años a jugar dominó, Pedro (Weber Chatanuga)  les revela a sus amigos que hace tres meses le diagnosticaron cáncer de colon incurable, y como ya se va morir, es el momento de decirles sus verdades: a Benito (Eduardo Manzano), que se cree mucho por los libros que ha leído; a Agustín (Luis Ballardo), de sus manías por las pastillas y vestir bien arregladito; y a Emiliano (José Carlos Ruiz), que no sabe perder, cuando ha sido un perdedor toda su vida, y de paso acepta que su hijo es homosexual.

Pedro también les cuenta por enésima vez la historia de cuando conoció a José Alfredo Jiménez y le dio la servilleta donde escribió su primer éxito, y les pide que, cuando muera, la lleven al museo del cantante en Dolores Hidalgo, Guanajuato, para que todo mundo la conozca.

Los otros tres emprenderán el viaje, que piensan será sencillo y rápido, y que el mismo día regresarán a la Ciudad de México, pero decidir el medio de transporte, detenerse a orinar constantemente, las enfermedades y accidentes, serán de los inconvenientes que se les presenten.

Agustín, Emiliano y Benito entenderán que, además de hacer realidad el sueño de un amigo, el viaje será al interior de cada uno, por lo que tendrán la oportunidad de conocerse más a sí mismos, y que nunca es tarde para luchar por lo que realmente se quiere en la vida.

Es de lo más grato ver a Chatanuga, Manzano, Ruiz y Ballardo con esa soltura frente a la cámara, con ese discurso tan mexicano que incluye “groserías” dichas de manera tan natural, la forma de aplicar la palabra “puñetas” de Ruiz, las mañas y  necesidades que se adquieren con los años, las constantes idas a orinar, tomar pastillas en exceso, la terquedad, no pensar las cosas a fondo, creer que todo es fácil, decir lo que se siente sin temor, en donde lo único que hacen es reafirmar que no se equivocaron de profesión.

Esta encantadora road movie que nos lleva por hermosos paisajes desde el Distrito Federal hasta Guanajuato, puede funcionar como un “musical” sugerido, indirecto, implícito, dedicado a José Alfredo Jiménez: aunque son muy pocas las canciones presentes en la película, en el título de ésta y el discurso de los actores están algunas letras del cantautor mexicano.

Es cierto que nos hace pensar en Antes de partir (2007), pero igualmente esta cinta que está en Netflix tiene su extraordinaria particularidad. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

 

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