Canonizaciones contra la cultura originaria de los pueblos de América  

Canonizaciones contra la cultura originaria de los pueblos de América  

   EN CALIFORNIA. Imagen de Fray Junípero Serra.
EN CALIFORNIA. Imagen de Fray Junípero Serra.

 

MÉXICO, D.F. (apro).- Durante su visita oficial a Estados Unidos, el Papa Francisco canonizó al fraile originario de Mallorca, José Serra y Ferrer, franciscano enviado en 1750 a la Nueva España para evangelizar a los indios pames y jonaces y fundar las misiones de la Sierra Gorda de Querétaro, inscritas en la actualidad en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

 

Pero la canonización del mallorquín, nacido en 1713, festejada en Querétaro con el repicar de campanas de templos, parroquias y principalmente las misiones (Tilaco, Landa, Tancoyol, Concá y Jalpan de Serra, ésta última obra arquitectónica del fraile), ha sido motivo de una fuerte polémica entre la comunidad hispana de Estados Unidos.

 

Para algunos, Serra es un auténtico artífice, el “apóstol de California”, por haber llevado a esa región el catolicismo en el siglo XVIII. Otra parte de la comunidad lo considera el responsable de la desaparición de los pueblos originarios de esa zona, que entonces era territorio novohispano, pues su tarea evangelizadora fue a costa de cometer “atrocidades” contra ellos.

 

Se ha dicho que fray Junípero Serra, quien fue beatificado en 1988 por Juan Pablo II, contribuyó a la esclavización de los indígenas y que en el proceso de evangelización aplicó métodos que en la época se consideraban justificados: el castigo corporal.

 

Ahora, como parte de la polémica que ha causado su canonización, se inició un movimiento para que sea retirada la estatua.

 

El choque de dos culturas

 

Esta polémica significa, en realidad, el enfrentamiento de dos culturas.

 

Para su expansión y crecimiento, Estados Unidos arrasó con varios pueblos originarios del sur de lo que hoy conforma su territorio y confinó a sus sobrevivientes a vivir en reservaciones.

 

No es la visión que comparten los pueblos originarios de México, quienes igual que parte de la comunidad que se opone a ver en Junípero a un santo, ha estado en desacuerdo con la canonización o beatificación de quienes actuaron en contra de las culturas de sus ancestros.

 

En julio de 2002, el arquitecto Sergio Zaldívar escribió en el semanario Proceso sobre el caso de los niños beatos de Oaxaca, beatificados durante la visita de Juan Pablo II a México. Un caso similar a la beatificación de los niños mártires de Tlaxcala, Cristóbal Antonio y Juan. Su historia es la misma:

 

Los niños “se ganaron el título de mártires… fueron muertos entre 1527 y 1529 —cita al antropólogo Guillermo Bonfil— durante los primeros años de la invasión y en los inicios de la evangelización. A uno de ellos, se cuenta, lo quemó su propio padre; a los otros dos los mataron a golpes los indios, sus parientes, sus familiares, su pueblo, su nación”.

 

¿Qué hicieron? Responde la cita de Bonfil:

 

“Como buenos catecúmenos, delataban a los practicantes de la religión indígena, causando muertes y daños mediante su información a los encendidos misioneros. Finalmente, su gente no toleró más y los mató. El silogismo es, pues, que los padres y su pueblo eran malvados y la cultura indígena era mala: lo indígena es malo por antonomasia”.

 

Zaldívar explicó en su momento que lo ocurrido con los niños mártires y beatos es que “fueron adoctrinados por la Iglesia católica para luchar en contra de la religión y cultura de sus mayores.

 

“Esta línea del martirio no puede sostenerse hoy como se sostenía en el siglo XVII o XVIII. La Iglesia católica de hoy no debe ser la Iglesia de la Reforma, cuyos ejércitos deseaban avasallar a todos los demás pueblos del mundo”.

 

Pese a todo y en medio del debate, fray Junípero Serra es ya un santo. (Texto editado).

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