Terremoto: La falla de San Andrés

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El verano se siente no sólo por el intenso calor que ya se hizo presente desde hace unas semanas, sino porque es común que la cartelera de cine ofrezca títulos en esta temporada que tienen mayormente la intención de recaudar lo más posible en taquilla, son los más promocionados durante meses, de ahí que sean las cintas más esperadas por muchos.

La espectacularidad y los efectos especiales son los ingredientes principales en estos filmes y muchos logran combinar una buena historia, contada decentemente, con la tecnología, que le imprime el realismo necesario.

Desafortunadamente, Terremoto: La falla de San Andrés (San Andreas/EU/Australia/2015) se queda —y dejando mucho que desear— sólo en la espectacularidad de los efectos especiales, y deja de lado una historia que pudo haber sido más atractiva, creíble, menos cargada de los clichés de este tipo de películas y no tan predecible.

Ray (Dwayne Johnson) es un rescatista del cuerpo de bomberos que al volar por la zona de Los Ángeles, después de un terremoto, para ayudar a la gente, deja todo por ir a salvar a Emma (Carla Gugino), su exesposa, quien se encuentra en uno de los edificios a punto de derrumbarse.

Una vez juntos, intentarán llegar a San Francisco, donde está su hija Blake (Alexandra Daddario), acompañada por Daniel (Ioan Gruffudd), el novio de Emma, quien después del movimiento de la tierra, sale del edificio en el que se encontraban, dejando a la hijastra en el estacionamiento, con las piernas atoradas en el asiento del carro.

Minutos antes del temblor, Blake conoce a los hermanos Ben (Hugo Johnstone-Burt) y Ollie (Art Parkinson), quienes intentarán ayudarla.

Blake logra comunicarse con sus papás, quienes le indican que debe ir al punto más alto de la ciudad, porque hasta ahí llegarán por ella, pero el anuncio de más movimientos telúricos por parte del sismólogo Lawrence (Paul Giamatti), hará que las condiciones cambien y sea más complicado que la familia se reúna.

Una de las dudas que tenía de ver Terremoto… era que fuera tan real la destrucción, que eso hiciera que aumentara mi pánico cuando estuviera en una ciudad en donde se perciben los temblores de tierra, pero a pesar de esa extravagancia de efectos especiales, se queda corta en provocar miedo por un desastre natural como este. Hasta la caída de los edificios se ve poco creíble.

Es cierto que podemos pensar que el filme cuenta la historia de una familia que se salva después de un terremoto, como a muchas les ha pasado, pero la del filme logra salir invicta de una manera inverosímil: tiene más suerte y vida que cualquier gato, nada logra detenerla, y cuando se le presenta un obstáculo, por más complicado que sea, encuentra la solución inmediatamente, sin ningún problema: ni fuego, escombros, inundaciones, demoliciones, vandalismo, transportes descompuestos… la detiene.

Entiendo que lo anterior sea típico de este tipo de cintas, pero los realizadores deberían ser más cuidadosos en cómo llevar una trama más “realista”, aunque estemos ante una ficción.

La abundancia de efectos especiales no es lo único que cuenta, también es que se vean como que no lo son: creíbles, pero Terremoto… no pasa la prueba. Es más, ni en las actuaciones. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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