El día mundial del medio ambiente: a 43 años

 

En memoria de Francisco J. Palomares (†), matemático

de linaje y maestro universitario por convicción.

Coincido con usted maestro: la UAS pierde vertiginosamente

su pertinencia en un torpe juego de ambición y poder.

Hasta pronto colega.

 

De nuevo como cada año, pero ahora desde Milán Italia, que será el país anfitrión, se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente (Dmma) que desde hace 43 años, cada 5 de junio, se festeja por algunos o se cuestiona por otros nuestra relación con el medio ambiente.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), para este año 2015 ha establecido como lema “Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación”, refiriéndose al consumo masivo de productos varios por una sociedad mundial conducida precisamente al consumismo y al despilfarro.

Para no dejar pasar este día y que todo siga igual, las manifestaciones de toda índole e intensidad se harán presentes en el mundo. México y Sinaloa seguro no se quedarán sin declarar y exhibir esta consiga mundial que servirá de poco o nada.

¿Qué ha pasado a 43 años de esta declaratoria universal del Dmma con los llamados de atención sobre la conservación y uso sustentable del entorno natural y social? ¿Cuál es el balance? ¿Cuáles son las cuentas ambientales y sociales que tenemos que rendir?

Desde hace 43 años, se ha dicho que los niños son el futuro, que sobre ellos debe recaer la responsabilidad de salvar la naturaleza. Son esos niños de entonces los que ahora tienen entre 30 y 40 años, quienes hoy dirigen al mundo y que en su mayoría reproducen el comportamiento impuesto por la ideología imperante, producto del modelo económico global.

Estos han sido ido capaces de desarrollar un ambientalismo empresarial (verde) que en nombre de la ecología y el medio ambiente se ha dedicado a la privatización de espacios de régimen público, ejidal, cooperativo y comunal, apropiándose de vastos espacios naturales en nombre del “desarrollo sustentable”, la generación de empleos (chatarra) y el crecimiento económico.

En México, el número de personas en situación de pobreza se incrementó en medio millón de personas entre 2010 y 2012 llegando a 53.3 millones en 2012 (45.4 por ciento de la población mexicana). Esto deja ver que se busca más controlar el trabajo, territorios y bienes naturales y comunes para la obtención de ganancias, que facilitar un verdadero desarrollo sustentable con equidad.

Desde hacer 43 años, el mundo se ha plagado de zonas naturales protegidas y reservas de todo tipo: desde las macro reservas de la biosfera, hasta las aéreas naturales protegidas de carácter municipal. Éstas, en pomposos decretos dejan ver los logros del proteccionismo tradicional y oficialista que, junto a organismos no gubernamentales reclaman espacios naturales e intocables para que la naturaleza se manifieste.

Mientras que para algunos son estrategias adecuadas de conservación, para otros son estrategias de distracción que el gran capital utiliza para posesionarse en el mediano y largo plazo de los espacios de mayor valor natural, social y económico. Un bastión a futuro de recursos a su servicio.

Al 2011 México tenía 174 áreas naturales protegidas decretadas en el país, que en total suman 25 millones de hectáreas, según datos de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Sin embargo, se observa una disminución de la superficie nacional cubierta por bosques y selvas, que en 2011 llegó a 33.8 por ciento con una tasa de 500 mil hectáreas por año, lo que muestra que las acciones implementadas en la materia no han conseguido aumentar, o por lo menos mantener, la superficie de selvas y bosques en el país.

En estos 43 años o más, el neomaltusianismo se ha apoderado del discurso ambiental; “la población es la culpable de todo”, otro distractor del sistema económico mundial que quedó en evidencia en la pasada cumbre de Copenhague y Cancún (2010), al acordar apoyar a los países pobres y poblados con recursos millonarios para que mitiguen el efecto del cambio climático y disminuyan sus tasa de natalidad, sin comprometerse ellos a disminuir la emisiones de gases de invernadero.

Precisamente en nuestro país, de acuerdo con el último Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (Gei) en 2012, la emisión total de Gei aumentó aproximadamente 33.4 por ciento entre 1990 y 2010, siendo en este último año de alrededor de 748 millones de toneladas de CO2. Además, el promedio mundial de aumento del nivel del mar entre 1993 y 2003, fue de 3.1 milímetros (2.4 a 3.8 mm) por año (Ipcc).

En estos 43 años las cuentas en educación, bienestar social, equidad económica, salud, impacto ambiental, y otros indicadores están en números rojos. Pero en México cada año, en la conmemoración del decreto del Dmma, ha crecido el circo ambiental en busca de “generar conciencia”; manifestaciones con carros alegóricos haciendo alusión a especies o procesos ecológicos relevantes, contaminación de diversa índole, limpieza de playas, cursos y talleres para niños y un conjunto más de acciones que denotan un activismo sin fundamento, sin sostén, que sólo busca salvar a la naturaleza, pero sin saber de quién y para qué.

Todo esto ante la mirada de un ambientalismo basado en el proteccionismo estático inmediatista, sin pretender cambiarle el corazón al sistema económico mundial y a nuestro sistema, que es copia fiel. Esperaremos el próximo 5 de junio en el 2016 con un nuevo lema. ¿Cuál sería su propuesta? Envíela al Pnuma.

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