Obesidad ginecoide

trasero

 

La obesidad puede ser ginecoide o androide. Ginecoide es cuando la grasa se apodera de las nalgas y los muslos de la mujer y androide cuando la grasa se apodera del abdomen del hombre. La obesidad es por naturaleza crónica, es producto del desequilibrio consumo–gasto energético.

Poco a poco, el hábito y estilo de vida van depositando la grasa en todo el cuerpo y privilegian las regiones de más impacto hormonal: nalgas y muslos. El metabolismo de la mujer a diferencia del hombre, tiene un componente hormonal a base de estrógenos, modela una obesidad de alguna manera proporcional, es decir, solo agranda ciertas regiones, en cambio, el metabolismo del hombre cincela una obesidad con un componente hormonal deficitario, en este caso, la testosterona disminuye y se convierte en estrógeno, por eso a los hombres obesos les crecen los pechos.

La obesidad en el hombre privilegia principalmente el abdomen y después las vísceras. En la obesidad ginecoide pasan fenómenos “curiosos” como la atracción del macho, es decir, al crecer las nalgas y los muslos de las mujeres, algunos hombres sienten mayor atracción por la hembra, ven en la voluptuosidad un océano de posibilidades placenteras y la excitación es resultado de las múltiples fantasías sexuales.

Hay un principio que reza “a los hombres les gusta ver flaco y agarrar gordo”. Los modelos de revistas y televisión presumen la delgadez, sin embargo, los procesos de infidelidad están marcados por la robustez y muchas veces por la obesidad ginecoide.

La evolución impone un modelo de actitud masculina inconsciente que consiste en observar las nalgas de la hembra y sentir el deseo inminente de tocarlas, acariciarlas y regocijarse en un concierto de sensaciones eróticas que solo el cerebro masculino puede entender.

Por eso, la obesidad ginecoide oferta placeres inconscientes, mantiene un foco de atención masculina y es fuente inagotable de fantasías cuyo silencio solo es producto de la represión moral o religiosa transformada en un discurso de respeto a la mujer y su figura.

Cuando la obesidad ginecoide se transforma en obesidad mórbida, las cosas cambian y el deseo sexual se desliza por la razón propia de una estética asimétrica.

No es lo mismo acumular grasa en las nalgas y los muslos, que acumular grasa en el abdomen o en todo el cuerpo.

La obesidad gineocide solo resalta la feminidad y como dice el doctor Federico Ortiz Quezada en su libro Amor y desamor, el hombre siempre busca un cuerpo de mujer haciendo referencia al índice cintura cadera, en otras palabras a la relación de la cintura con la cadera.

Si la definición de obesidad hace referencia a un peso corporal a expensas de tejido graso mayor al diez por ciento, la obesidad ginecoide es la reina de las obesidades femeninas. Mientras muchas mujeres odian la grasa de sus caderas y sus muslos, muchos hombres buscan afanosamente esa distribución de grasa.

 

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