El 7 de noviembre de 2006, ocho años antes de morir de cáncer, el maestro Elías Miranda Estrada confiaba en que a los jerarcas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) los movía un espíritu justiciero y que para obtener su pensión del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a la que por ley tenía derecho, no había necesidad de interponer querella legal contra su “Alma Máter”.
“En 2006, yo presenté, firmados por él, escritos donde se les pedía a las autoridades universitarias solución a su caso, pero era una petición, el maestro no era de esa lógica ni de esa disposición de demandar a la UAS”, comenta el abogado Berzahí Osuna Enciso, exdiscípulo y amigo de Elías Miranda.
“Al maestro le molestaban muchas de las rémoras universitarias que sin aportarle absolutamente nada a la UAS, le exigían aquello a que no tenían derecho, y él que tenía derecho a exigirlo, pues como que sentía una especie de prurito para hacerlo”, recuerda.
Aparentemente confiado en que la UAS era un espacio de la reflexión, la tolerancia, la libertad y la justicia, Elías estaba renuente a llevar su caso ante los tribunales, por lo que en primera instancia recurrió al diálogo.
Fue entonces que para buscar una solución justa a su problema, mediante una misiva envió una propuesta al entonces rector Héctor Melesio Cuén Ojeda, hoy diputado local, fundador y presidente del Partido Sinaloense (PAS).
La misiva
“Aprovecho este conducto, para enviarle un saludo cordial y para comentarle, de manera puntual, lo siguiente: el suscrito Elías Miranda Estrada, soy jubilado de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
“Durante mi vida laboral activa, relata, que comprende el periodo que va del año 1973 a 1995, impartí, entre otras, las clases de Historia, Psicología y principalmente Literatura, teniendo como últimos centros de trabajo las Escuelas Preparatoria Mazatlán (donde me desempeñaba como maestro de Tiempo Completo) y la Rubén Jaramillo (donde tenía carga como maestro de asignatura)”.
“Como se podrá constatar en mi expediente laboral, siempre fui un profesionista responsable en el cumplimiento de mis obligaciones contractuales, dedicado a la labor de la enseñanza, con verdadera vocación y entrega”, afirma.
“Es menester informar a Ud., que antes de ingresar como profesor de Nuestra Alma Mater, estuve trabajando en el Instituto Mexicano del Seguro Social, en el período 1961-1964”, recuerda.
“Dicha relación terminó, explica, por razones derivadas de un accidente de trabajo, que me hizo merecedor de una modesta pensión por parte del Instituto”.
“Por tales motivos, sostiene, durante los años que trabajé para nuestra Universidad Autónoma de Sinaloa, no me fue posible obtener del IMSS la pensión que por ley me corresponde, a pesar de que siempre, como demuestran mis talones de pago de salario me fueron descontadas las cotizaciones destinadas a garantizar esa prestación de seguridad social”.
“En resumen, añade, mi problema consiste en que no he podido gozar de la pensión del Seguro Social que por derecho me corresponde”.
“En la búsqueda de una solución a mi problema, aclara, acudí ante el Director de Asuntos Jurídicos de nuestra Universidad, el lic., Carlos Ontiveros Salas, quien me remitió a la Dirección de Recursos Humanos”.
“En esta última dependencia, continúa, se hizo de mi conocimiento que la única forma para que el suscrito pueda obtener mi pensión consiste en que la Universidad entregue al Instituto todas las cotizaciones descontadas a mi salario, pero no cotizadas al IMSS”.
“De igual manera, entregaron al suscrito un cuadro explicativo, en el cual se calcularon las cantidades que deberán pagarse, mismas que en total equivalen a $ 217, 201.16…”.
La propuesta
“Una vez que se hicieron de mi conocimiento los datos anteriormente mencionados reflexioné acerca de lo más conveniente para los intereses tanto del suscrito como de la Universidad”, reflexiona.
“Y concluí, enfatiza, que aparte de la mencionada forma de solucionar mi problema, es decir, entregando al IMSS la cantidad señalada, podía también propiciar un acuerdo con las autoridades universitarias con el propósito de que dicha cantidad me fuera otorgada directamente”.
“Planteamiento, que dejo sobre la mesa para que Ud., valore su procedencia en el presente caso” aclara.
“En función de lo anterior, señala, solicito de la H. representación que actualmente Usted ostenta, ordenar lo conducente para que en el plazo más breve posible se entregue al IMSS, o en su caso al suscrito, la cantidad en cuestión”.
“Solo de esa manera, asegura, estaré en condiciones de disfrutar de las prestaciones de seguridad social que por derecho me corresponden”.
El abogado
La respuesta de las autoridades de la UAS, a la solicitud de Elías Miranda, durante seis largos años, fueron el silencio y la indiferencia.
Berzahí Osuna Enciso, abogado especialista en seguridad social, amigo de Elías Miranda, comenta que el maestro Elías se negaba a demandar a la UAS.
“Yo insistí con el maestro Elías de que demandara a la universidad para conseguir que se regularizara esa situación”, cuenta.
“El maestro se negó categóricamente a ejercer acción legal contra la UAS, confiaba en que la buena disposición de muchos jerarcas universitarios que le conocían, que decían estimarle, le ayudarían a resolver eso, sin necesidad de demandar, porque era un asunto de justicia.
Después de seis años, sus contactos verbales no dieron resultados y en 2012, decidió demandar a universidad.
Sin pensión
-7 de noviembre de 2006. El maestro Elías Miranda Estrada envía la carta-propuesta al entonces rector de la UAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda.
-15 de diciembre de 2014. Fallece el promotor de la lectura. Se fue sin haber gozado de la pensión a la que tenía derecho.