Centro de Salud de Culiacán, en las ruinas

Con 60 años de antigüedad, el Centro de Salud de Culiacán funciona en condiciones precarias

 

Cubierta su cara con un cubre bocas, la laboratorista hace su trabajo. De reojo mira hacia arriba. No está lanzando una plegaria, es por precaución: el techo se está cayendo. Toma su probeta, revisa una máquina y continúa su trabajo al interior del Centro de Salud Urbano de Culiacán.

 

Con 60 años de antigüedad, el inmueble alberga 22 consultorios y atiende a alrededor de 500 usuarios día a día, con servicios de consulta médica y de especialistas, vacunas e incluso algunas cirugías menores.

 

Además, el laboratorio recibe entre 250 y 300 muestras de manera diaria, por lo que el lugar representa uno de los centros médicos de mayor alcance para la Secretaría de Salud. El Centro de Salud Urbano de Culiacán es el más grande en su tipo a nivel Federal.

 

Pero las condiciones del lugar son malas. No solamente el techo del laboratorio está dañado, también las escaleras y el pasillo del área de epidemiología en la segunda planta.

 

El director del Centro de Salud, Julio César Quintero Ledezma, señaló que los problemas que se tienen al interior del nosocomio son únicamente de infraestructura.

 

“Sí tenemos apoyo en cuanto no tenemos déficit de medicamento o déficit de reactivos para el laboratorio, el único problema que tenemos es la estructura, el cómo estamos en una unidad tan obsoleta, poco funcional, con techos prácticamente destruidos así como el suelo”, explica.

 

En los primeros 10 meses al frente de la Secretaría de Salud, Alfredo Román Messina puede presumir la inversión de alrededor de 160 millones de pesos, sin embargo, ningún centavo de ese monto ha sido para el Centro de Salud Urbano más grande a nivel Federal.

 

Desde las 6:00 de la mañana, la acera sur de la calle Francisco Zarco se llena de gente. Son usuarios que hacen fila para ser atendidos. La mayoría, usuarios del Seguro Popular, acuden a citas de control diabético, odontológico o por una vacuna.

 

El lugar siempre está lleno y debido a la amplia demanda, Quintero Ledezma señaló que existe la intención de renovar al Centro de Salud Urbano y reemplazarlo por uno nuevo. Así se lo hicieron saber, sin embargo no existe una fecha para la obra, así como tampoco un monto.

 

“Ya habló el gobernador de una necesidad que hay de cómo reacomodarnos, yo tengo ya los planos, es una unidad que se va a construir, se va a sustituir, todo esto viejo se tumba y se va a sustituir por uno nuevo, pero eso esperemos que sea muy pronto porque esto ya urge”, añade.

 

Junto al laboratorio, los baños del lugar abonan a las malas condiciones en que opera el Centro de Salud. Los que están ubicados en la planta baja están clausurados y tuvieron que habilitar un par en el patio del lugar, sin embargo, estos no funcionan del todo bien. Tampoco los de la segunda planta, los cuales a pesar del trabajo de los afanadores, no logran mitigar el olor a suciedad.

 

En las paredes, los hongos por humedad son visibles a simple vista. Las manchas enmohecidas se expanden hacia el techo en muchos sectores, dando una imagen de abandono.

 

Quintero Ledezma justifica que la última vez que el sitio tuvo una “manita de gato” fue hace tres años. Él apenas rindió protesta como director en marzo de este año, y hace hincapié en que el desfase que se tiene es únicamente de infraestructura.

 

El lugar funciona a pesar de la mala infraestructura. No hay carencia, hay medicamento, vacunas, material e insumos médicos y personal.

 

Sin embargo, afuera de su oficina lo espera la señora María Antonieta, quien acude desde temprano para surtirse de insulina. Ella viene desde Guadalajara a visitar a unos familiares y una contingencia la llevó a resurtir el medicamento y ahí en el Centro de Salud le dijeron que no lo tienen.

 

Espera sentada en una banca afuera de la dirección, le dijeron que fuera con el director y que expusiera su problema. El medicamento no lo tenían surtido, por lo que Quintero Ledezma tuvo que conseguirla con un médico internista.

 

El Centro de Salud Urbano tiene que operar día a día de esa manera. No tienen recursos económicos propios. La única entrada de dinero es lo que ingresa de certificados médicos a través del laboratorio, dinero que va directamente a la cuenta de la Secretaría de Salud.

 

El problema para la Secretaría de Salud no se limita únicamente al Centro Urbano de Culiacán. En agosto pasado, el Hospital General de los Mochis tuvo una crisis sanitaria que costó la vida de siete bebés neonatos. Por este hecho se dijo que se invertirán 30 millones de pesos y una nueva Unidad de Cuidados Intensivos y Neonatales.

 

Mientras tanto, al igual que María Antonieta, usuarios del casco urbano acuden a consultas a un sitio cuyas condiciones estructurales lo vuelven insalubre.

 

Afuera, dos trabajadores raspan la pintura vieja de las paredes. Van a darle su manita de gato. Las condiciones del inmueble que alberga al Centro de Salud más grande a nivel federal son evidentemente malas, y la pintura apenas las va a disimular.

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