Balacera en Escuinapa

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Sale ileso jornalero agrícola, mientras su esposa es alcanzada por las esquirlas

 

 

 

“Tú te vas a morir de piquete de alacrán o de mordedura de víbora, pero no vas a tener muerte de bala”, le vaticinaron al jornalero agrícola, habitante de la casa atacada. Sus asombrados vecinos fueron testigos de la balacera perpetrada por un grupo de hombres armados que habría arribado en diversos vehículos, entre ellos una camioneta Tacoma, marca Toyota, color negra.

“Tranquilidad” truncada

“Hasta la noche del martes, el jefe de la plaza había tenido cuidado en mantener la tranquilidad de Escuinapa, pero no se sabe con seguridad si la balacera fue producto de una equivocación entre la gente del mismo grupo armado”, afirma  una fuente de Ríodoce.

El ataque perpetrado a las 19:40 horas del martes 13 de octubre, por pistoleros, contra una vivienda donde resultó herida una mujer de 55 años, está ubicada en calle río Tamazula, en colonia Pueblo Nuevo, en Escuinapa.

Asegura que una de las versiones sobre la balacera es que en el contexto del “nerviosismo y confusión” originado por la persecución desatada por las fuerzas policíacas federales contra Joaquín el Chapo Guzmán, en Tamazula, Durango, los “vigilantes” del grupo armado que controla la región de Escuinapa, habrían detectado que estaban entrando personas en camionetas y automóviles extraños.

Bajo cobija

El damnificado por la balacera aceptó ser entrevistado por este semanario bajo la condición de no mencionar su nombre, por temor a posibles represalias.

El escuinapense, de oficio jornalero agrícola, bajo una cobija como si ésta fuera una coraza de acero, en el rincón de una recámara, soportó el estruendo de más de 300 balazos disparados por las armas de alto poder, cuyas esquirlas hirieron a su esposa en su pierna derecha.

Para algunos testigos presenciales, la balacera duró entre 15 y 20 minutos, pero para el joven que estuvo dentro de la casa, los balazos zumbaron e impactaron en muebles y aparatos domésticos durante 30 minutos.

Sobre lo publicado por algunos periódicos, de que desde el interior de la casa habrían repelido el ataque, el casero afirmó que la información es falsa.

Asegura que en cuanto escuchó los primeros disparos corrió a esconderse en un rincón de la recámara contigua al lavadero y se puso una cobija encima.

“No es cierto, de dónde íbamos a disparar, no soy hombre de armas, soy jornalero agrícola y los únicos que estábamos aquí somos mi esposa y yo”, dijo.

Una hermana de la mujer herida sostuvo que ambas son originarias de la comunidad de Los Copales, Rosario, y que minutos antes de la balacera, ella había salido de la casa en compañía de su hija de seis años.

“Ya Dios que yo acababa de salir a un mandado con mi niña de seis años, si no hubiera sido mucho peor”, comentó.

Los vecinos de la casa baleada sostienen que después del tiroteo, las autoridades investigadoras hallaron 290 casquillos en el lugar, y un albañil que trabaja en una casa contigua recogió 30 más.

Los sicarios no sólo habían disparado sus armas de fuego por el frente y la retaguardia, sino que habían ingresado a la casa y cuando vieron a la mujer herida la sacaron hacia el patio de la vivienda y rafaguearon su interior.

Entre el polvo de la mezcla de cal y arena arrancada de las paredes por los balazos y el humo de los fusiles de alto poder, el casero resistió silencioso en la oscuridad, mientras escuchaba a los pistoleros comentar que se habían equivocado de casa.

La tarde del miércoles 14, el inquilino de la casa baleada afirmó que rentó el inmueble en mil 200 pesos mensuales, hace quince días.

El trabajador del campo añade que vivía en la angustia económica porque carecía de dinero para pagar los gastos médicos en el Hospital General donde llevó de emergencia a su cónyuge, para que la atendieran de sus heridas.

“Apenas empecé a trabajar, donde voy a ganar 150 pesos diarios, y ahora tuve que faltar al trabajo para recoger nuestras pertenencias y estoy pensando cómo hacerle para pagar los gastos en el hospital”, comenta, mientras mira desolado el tanque de gas de 30 kilos, y las paredes impactadas por las balas.

La otra preocupación del entrevistado es que el arrendatario le quiera cobrar los daños materiales causados por los disparos en la vivienda.

Mientras, un grupo de niños y adolescentes  buscaban casquillos en las inmediaciones del atentado, para colgarlos del pescuezo a sus mascotas caninas como recuerdo de la balacera.

“Tengo un perrito de la raza pitbull que se llama Duqui y quiero hacerle un collarcito con uno de los casquillos de la balacera”, dijo uno de los púberes.

Redes sociales

La mañana del miércoles 14 de octubre, Paul Pineda Ramírez, director de Seguridad Pública Municipal, acompañado del alcalde Bonifacio Bustamante Hernández, en conferencia de prensa, informó que no había muertos a resultas de la balacera y que algunos medios mal informaron sobre los hechos.

“Lamentablemente surgieron versiones sobre personas asesinadas, nos llamaron de otros estados; creo que algunos medios informales mal informaron”, dijo Pineda Ramírez, refiriéndose a las redes sociales donde circularon fotografías de vehículos y cadáveres de personas y hechos ocurridos en otros lugares distintos de Escuinapa.

 

¿Efecto “cucaracha”?

—26 de agosto. Dos grupos armados protagonizan un enfrentamiento a la altura del kilómetro 7, en la carretera Rosario—Cacalotán, a la altura del kilómetro 7, donde hubo cuatro muertos. Antes, uno de los grupos armados había perpetrado el asesinato de seis personas en la sindicatura de Agua Verde.

—13 de octubre. Un grupo de hombres armados atacan a balazos una casa en la colonia Pueblo Nuevo, en Escuinapa, donde una mujer resulta herida.

 

 

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