‘Perdón, pero con justicia’: Padre Jesús Mota

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SACERDOTE JESÚS MOTA.

Relata sacerdote Jesús Mota cómo se vivió balacera frente a la iglesia 

“Nosotros como cristianos católicos estamos llamados a vivir el perdón, porque Dios siempre nos perdona independientemente de lo que sea, pero el perdón implica que haya justicia”, afirma el sacerdote Jesús Mota Flores, a un mes de la balacera que dejó a dos personas muertas frente a la parroquia Felipe de Jesús, ubicada en la calle Gabriel Leyva de la colonia Adolfo López Mateos, en Mazatlán.

Los dos cuerpos de las víctimas de la balacera quedaron tirados entre la caseta de policía y la parroquia San Felipe de Jesús.

Esa tarde del sábado 11 de agosto, en la iglesia era el caos, la desesperación, el terror y el miedo, porque se oían los gritos de todas las familias, entre ellas había muchos niños, jóvenes y adultos y toda la gente corría asustada.

“Muchos se lastimaron, por lo mismo, por la estampida, me platican las gentes  (asistentes a los bautizos y las misa de intención y graduación) que se lastimaron y así fue”, dice con tristeza.

El padre Mota relata que la parroquia estaba llena a las 17:00 horas, había cuatro bautizos que celebraba su homólogo Roberto del Villar, quien le ayuda los fines de semana, y los bautizos se prolongaron hasta las 18:00 horas.

A las 18:00 horas, el sacerdote tendría una misa de graduación y de intenciones, por lo que había mucha gente esperando entrar a la homilía, mientras las familias e invitados de los bautismos querían salir de la iglesia.

“A las seis entré a la iglesia, el padre Roberto iba saliendo de los bautismos y yo a la gente le dije que por favor saliera, porque íbamos a empezar la misa de graduación”, recuerda el sacerdote.

Relata el prelado que los jóvenes graduados habían llevado mariachi para que en día tan especial cantara el primer canto, el que llaman el canto de entrada.

“Y cuando terminó el canto de entrada, yo (con micrófono en mano) iba hacer en el nombre del Padre, cuando empezaron las detonaciones”, rememora.

Sin perder la serenidad y sin soltar el micrófono, el sacerdote les dijo a los presentes que se protegieran con el consabido pecho a tierra y unos se cubrieron entre las bancas y  por debajo, y otros pegados a las paredes.

Durante las detonaciones, añade, al mismo tiempo la gente que estaba en el atrio que había salido de los bautizos empezaron a entrar gritando a la iglesia.

“Imagínese usted a la esposa de uno de los difuntos o a los papás del otro muchachito, entraron despavoridos, y la gente adentro, porque era un estruendo muy fuerte, que todos pensábamos que era adentro”, comenta.

Habían pasado ya las “ráfagas” cuando el clérigo le dijo a la gente que pasaran a la parte de atrás de la sacristía para que se protegieran de una repetición.

“En ese momento yo bajé del altar así como estaba vestido de misa, y me salí al atrio, entonces vi que había dos personas tiradas en el suelo”, recuerda.

“Inmediatamente me regresé para llevarles el agua bendita y para rezarles y me acerqué a ellos y llevé unas veladoras, rezamos lo que se le tiene que rezar a los que acaban de morir y le echamos agua bendita y le pusimos una veladora en respeto a los cuerpos”, comenta.

DOS CRUCES. Frente a la iglesia.

Virtudes teologales

“Vamos a cambiar este régimen podrido, de (violencia criminal)  injusticias y privilegios, y vamos a impulsar el desarrollo, puedo resumir en una frase: trabajo, buenos salarios, y abrazos, no balazos; becarios sí, sicarios no”,  prometía el hoy presidente electo, para movilizar la esperanza de los electores.

Al presbítero se le pregunta cómo ve la nueva oleada de políticos que enarbolaron el concepto cristiano de la esperanza, para llegar al poder.

La esperanza es una virtud teologal, responde, hay tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. La fe es creer en Dios, la esperanza es esperar en lo mejor, lo mejor es Dios. Y la caridad es vivir el amor. Entonces a lo mejor ellos tomaron esos conceptos cristianos, porque son buenos, pues, son válidos. Esperar que todo cambie, que todo sea mejor. ¿Quién no lo quiere?

—¿Usted  cree que  el nuevo Gobierno que iniciará el 1 de diciembre es la esperanza de México?

—Pues yo creo que sí, yo creo que lo último que se tiene que perder es la esperanza.

—También el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, habla de perdón…

—Nosotros como cristianos católicos estamos llamados a vivir el perdón, porque Dios siempre nos perdona independientemente de lo que sea. Pero el perdón no implica que no haya justicia, el perdón implica que haya justicia.

—¿Antes del perdón tiene que haber justicia?

—¡Claro! Si usted me ofende o si yo lo ofendo, yo le pido perdón y usted me puede perdonar, y supongo, por ejemplo yo le quito su celular y su bienes lo que traiga ahorita en la mano y luego le pido perdón, pues si me perdona pero se lo tengo que regresar. Tengo que restituir el daño que hice.

Usted también quiere justicia terrenal…

—Sí. Por ejemplo, yo tengo un hijo, y usted me lo mata, y usted viene y me pide perdón y yo lo perdono, pero usted también tiene que pagar por el delito que cometió. O sea sí lo perdono, pero a usted que le den el castigo que se merece.

 —El presidente electo ha manejado el concepto del perdón, ha dicho el olvido no, el perdón sí…

—El olvido viene para que se pueda sanar, para que una persona pueda sanar necesita también olvidar. Es como si usted se hace una cortada en el brazo, y se la cura, pero mañana se la vuelve a abrir, y se talla y le vuelve a doler, entonces el olvido es eso, es que sane y que cierre. Porque si no usted es el que va a estar sufriendo o sea tiene que olvidar para no estar recordando y estarse dañando. Pero si a una familia le matan a un ser querido y no se ha encontrado justicia, va a ser muy difícil que olvide y va a sanar hasta que le hayan hecho justicia.

Artículo publicado el 16 de septiembre de 2018 en la edición 816 del semanario Ríodoce.

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