Hace 50 años

tlatelolco 11


Para Carlos Fuentes, 1968 es uno de esos años —constelación—, en los que sin razón inmediatamente explicable coinciden hechos, movimientos y personalidades inesperadas y separadas en el espacio.

Otra fecha de coincidencia extraordinaria es 1848, cuando las revoluciones nacionalistas europeas se extendieron de París a Viena y de Milán a Budapest. Marx explicó el 48 europeo como el momento de la ruptura entre la burguesía y el proletariado que, unidos habían llevado a cabo la Revolución Francesa de 1789.

El año de 1810 también se parece mucho al anterior, es el año en que España empieza a perder sus virreinatos en América. Es año de agitación.

1968 es el año en que el presidente Díaz Ordaz lanzó a los cuerpos policiacos contra los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco; mató a varios cientos y decapitó el movimiento estudiantil, un 2 de octubre.

Es el año en el que la ultraderecha de los Estados Unidos asesinó a Martín Luther King, el 4 de abril, y a Robert Kennedy el 5 de junio, y eligió a Richard Nixon presidente de los EUA en las elecciones de noviembre de 1968. Nixon después ordenaría el golpe de estado contra el presidente Salvador Allende en Chile, en 1973.

Y el 68 es el año en el que Charles De Gaulle está siendo cercado por la derecha francesa, por la reacción que le reprocha su debilidad y su incomprensión de los fenómenos de mayo, hasta su responsabilidad por haber permitido una sociedad capaz de ese alzamiento, y le obliga a dimitir el año en siguiente.

El 68 es el año de las grandes manifestaciones juveniles en la República de Alemania Federal, en el que se lanza la figura de Rudi Dustchke y comienzan a emitirse ideas anarquistas.

Y es el año en el que se empezó a saber que hay contestatarios o disidentes en la Unión Soviética, capaces de manifestarse contra la dictadura: se augura, los tiempos por venir.

El punto culminante ocurrió en Praga porque el “socialismo con rostro humano” propuesto por Alexander Dubcek, era una intento de conciliación entre las razones estratégicas del imperio soviético y las razones humanas de los ciudadanos capturados dentro del Pacto de Varsovia.

El movimiento del 68 mexicano proviene de una matriz más nacional que internacional. Representa una ruptura flagrante entre la legitimidad revolucionaria reclamada como fundamento por todos los gobiernos a partir de Carranza, y la evidencia contrarrevolucionaria de las prácticas represivas, antidemocráticas y antipopulares cada vez más asentadas de los gobiernos “emanados de la revolución”.

El gobierno de Adolfo López Mateos, en su enfrentamiento con el sindicalismo independiente y el agrarismo recalcitrante —Othón Salazar, Demetrio Vallejo, Rubén Jaramillo—, Movimiento de los Médicos, dio muestra de una incapacidad para negociar la nueva realidad. El gobierno de Díaz Ordaz fue, simplemente, fiel a sus propias justificaciones: mantener, a cualquier precio, el sistema imperante.

Como el mayo parisino, como la primavera de Praga, el 68 mexicano fue derrotado. En Francia, el Partido Comunista y su central obrera, la CGT, le cerraron las puertas a los estudiantes y los entregaron, inermes, al poder político del presidente De Gaulle.

En Praga, fueron los tanques soviéticos los que aplastaron la reforma socialista. El régimen pelele de Husák restableció el orden totalitario, los líderes políticos e intelectuales del movimiento fueron humillados, encarcelados o exiliados, y Checoslovaquia regresó a la paz de los sepulcros soviéticos.

En México, la respuesta fue brutal en la Plaza de las Tres Culturas, desbandó y aplastó el movimiento estudiantil, asegurando la paz olímpica y la hegemonía priista.

En Francia, un Partido Socialista renovado surgió del movimiento de mayo y llevó al poder a Francois Mitterrand.
En Checoslovaquia, la primavera de Praga acabó por ganar la batalla más allá de sus propios designios originales al derrumbarse el imperio soviético, y ganar la presidencia de la república uno de los líderes de la disidencia del 68, el escritor Václav Havel.

Y en México, no es comprensible la historia del país del 68 para acá, sin la historia del país antes de y durante el 68. La liberación de los presos políticos, el regreso de Heberto Castillo, Demetrio Vallejo y Valentín Campa a la palestra pública, la derogación del delito de disolución social, pero también los movimientos guerrilleros durante el gobierno de Luis Echeverría, no son inteligibles sin el 68, como no son las reformas políticas que animó Jesús Reyes Heroles en 1977 durante el gobierno de José López Portillo, y los subsecuentes avances en materia democrática que, pese a vaivenes del modelo económico, los infames asesinatos políticos y las insurrecciones armadas, se han venido consolidando en el país a partir de 1968.

El 68 es la fecha que según Arnaldo Córdova, marca el inicio de la transición democrática en México, la que ha llevado a la izquierda mexicana a ganar las elecciones presidenciales en el 2018 con Andrés Manuel López Obrador.

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Artículo de opinión publicado el 30 de septiembre de 2018 en la edición 818 del semanario Ríodoce.

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