Melissa Moraila
Hoy con Prospera, como hace doce años con Progresa, la familia Pérez Tolosa, en la colonia Amistad de Culiacán, sigue casi igual. Ellos, como otras 147 mil familias en Sinaloa, forman parte del padrón del programa de combate a la pobreza, pero lejos de disminuir, las carencias aumentan y “año con año son más profundas en la sociedad”, dice la investigadora Nancy Domínguez Lizárraga, maestra en Ciencias Sociales con énfasis en Economía por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).
Domínguez preparó su tesis de maestría en la UAS sobre este programa federal de apoyo a la pobreza, analizando justamente cuando la familia Pérez Tolosa ingresó al beneficio —en 2002—, y aunque hasta el 2008 se mostraban disminuciones, “actualmente el país presenta índices de pobreza similares a 1992”.
Los Pérez Tolosa reciben un apoyo económico por parte del programa de 3 mil 400 pesos cada dos meses, lo que representa un salario mínimo diario para la manutención de seis personas. A cambio, se les obliga a asistir a pláticas de salud preventiva y que los tres hijos no dejen de asistir a la escuela: Jesús, de 16 años, estudia la preparatoria; Ángel Osiel de 12, va a la secundaria; América tiene 3 años y Jackeline, una sobrina de 15 años que adoptaron, también a secundaria.
Lorena, la mamá, se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana a preparar desayuno; cada día se ve obligada a improvisar, porque para esta familia comprar un kilo de carne es un lujo.
La casa en la colonia Amistad, al suroriente de Culiacán, son dos cuartos de ladrillo con piso de cemento. En la entrada puede verse una cama matrimonial y una litera donde duermen los seis de la familia; en el otro cuarto están el refrigerador (que está descompuesto), la estufa que no tiene gas, y una mesa sin sillas con platos de plástico.
Ramón, el padre, tiene un trabajo informal de albañil con el que percibe un aproximado de 1 mil 500 pesos semanales, que sirven como apoyo extra a la ayuda económica que reciben de Prospera.
Años atrás, Lorena intentó administrar una pequeña tienda de abarrotes enseguida de su casa, pero la poca estabilidad económica de su esposo no la dejó continuar. Ahí se mantiene, a un lado de la casa, la estructura metálica, junto a un cartel de la empresa de refrescos que lo financió.
Erradicar la pobreza, tarea pendiente
“Pobreza en Sinaloa y Análisis del impacto del Programa Oportunidades” —hoy Prospera—, es el nombre de la última investigación de Domínguez Lizárraga.
La investigadora reitera que durante los primeros años de funcionalidad del programa hubo grandes avances en la reducción de pobreza, pero hoy, el costo de vida actualmente es más alto, por lo que las condiciones en que viven las personas en situación de pobreza son más agudas.
En Sinaloa existen 709 mil 960 familias, lo que significa que una de cada cinco familias se encuentran afiliadas al programa. Anualmente la inversión económica del programa en el estado es superior a los 1 mil 650 millones de pesos.
Entrevistada por Ríodoce, la catedrática refirió que “en México se tiene la idea de que el norte es rico y el sur es pobre, y sí, los estados más pobres se encuentran en la zona sur del país, aunque en Sinaloa la pobreza ha ido aumentando por encima del nivel porcentual federal en los últimos años”.
Sinaloa no se encuentra tan lejos de esos estados en la zona sur de México. Según las cifras del CONEVAL, en 2012 son 2 millones 31 mil personas las que viven en pobreza en el estado, cifra que representa el 69.8 por ciento de la población total; mientras que en Chiapas, el estado con mayor porcentaje de pobres en el país, son 4 millones 652 mil personas las que viven con escasos recursos.
En un margen de dos años, el problema en el estado ha empeorado. Entre 2008 y 2010, el índice que mide la pobreza ha aumentado de 32.5 a 35.5 por ciento. Los municipios más pobres en Sinaloa son Choix, Badiraguato, Cosalá, Sinaloa y San Ignacio.
“Gobierno del estado tiene que evaluar cómo funcionan los programas federales y cómo va evolucionando o disminuyendo la pobreza, es a través de esos estudios como se identifican los problemas particulares en cada zona. Todos los estados son diferentes y las medidas que tienen que implementarse para combatir la pobreza también necesitan tener variabilidad”, puntualizó la académica.
Diferencias de pobreza
“Las familias de zonas rurales emigran a las zonas urbanas en busca de más oportunidades, no obstante, cuando llegan se dan cuenta que la pobreza alimentaria en sus comunidades no los golpeaba tanto; si no tienes para comer tú, lo puedes producir, comentó Domínguez Lizárraga.
Las familias pobres en Culiacán como los Pérez Tolosa, así como las personas que vienen de fuera buscando mejores condiciones de vida, llegan únicamente a insertar la pobreza en otra zona.
“En esos cinturones de pobreza se empieza a generar una pobreza diferente que afecta más al individuo, a eso se le agregan otras necesidades de acceso a la educación, de servicios de salud, pero esa situación de pobreza está tan marcada que dificultan su desarrollo, y si esas personas no tienen mejores condiciones laborales la pobreza no se va a erradicar”, sostuvo.
Hoy existen ciudades como Culiacán donde los cinturones de pobreza crecen y la pobreza evoluciona y se arraiga.
Nancy Domínguez dijo que “son muchos los factores que deben combinarse para erradicar la pobreza en Sinaloa, pero es evidente que los esfuerzos que se han hecho hasta hoy no han sido suficientes”.
“Sin duda, es un problema estructural, es urgente aportar otras estrategias políticas, económicas y sociales. Si se apuesta la reducción de la pobreza solo a las políticas sociales y programas como Prospera, se orilla a que sean solo medidas paliativas. Se necesita dejar de beneficiar a las clases poderosas y orientarse a un trabajo profundo que busque el bienestar social”, finalizó.