El dolor y la soledad, nueve meses después de Javier Valdez

 

“Quédense así, inmutables, escondidos, ausentes y callados, hasta que nos lleve a todos la chingada”.
JAVIER VALDEZ CÁRDENAS

 

Es 15 de febrero y como cada día 15, los mismos de siempre se manifiestan. Pasaron ya nueve meses desde que asesinaran a Javier Valdez Cárdenas y la exigencia permanece, insiste. Son 277 días de impunidad y la protesta es afuera de la Fiscalía General del Estado (FGE).

Ahí, una mujer joven con pluma en mano escribe un mensaje en un “post it”. Lo va a pegar en una de las puertas de vidrio por las que se entra a la Fiscalía. Papeles rosas, azules, amarillos, anaranjados, rojos. Esos mismos papeles se utilizan para dejar mensajes en oficinas, y últimamente, se han vuelto populares para dejar mensajes de amor y amistad producto de las festividades del 14 de febrero.

Pero la mujer escribe “justicia”. Lo pega. Y a ella se unen más manos y más plumas. Más mensajes y ninguno son de amor o de amistad.

Hace 15 años, en febrero, Javier Valdez, junto a Ismael Bojórquez Perea y un grupo de periodistas, fundaron Ríodoce. Pero el festejo de este nuevo aniversario es agrio. Se volvió una protesta.

“Cuánto tiempo tiene que pasar para que un crimen se olvide”, se cuestiona Ismael. “Cuántos días, cuántos meses, cuántos años. Cuántas lágrimas. Cuántos cuentos, cuántas crónicas, cuánta prosa por gastar”.

Las cruces rojas, las mantas, los carteles. La imagen de Javier con su dedo índice levantado, su señal. Las caras largas. Ya el escuálido frío se marchó y regresó el calor. Se nota en las gotas de sudor de la frente de cada uno de los manifestantes. En orden, toman su turno, esperan por la pluma y dejan su mensaje.

Y muchas manos y muchos mensajes. Las puertas de la Fiscalía quedaron tapizadas de papeles. La clausuraron también.

Alrededor de la FGE en una cinta se lee “área de impunidad” y acordonan el área. Sobre el piso la figura de una silueta humana con los nombres de Javier y de la niña Dayana y los del doctor Miguel Camacho y del abogado Sánchez Morán, ambos asesinados en Mazatlán.

También los nombres de los tres maestros asesinados en la sierra de Concordia y el del maestro Eleazar Ibarra Valdez. Todos con un común denominador: la impunidad. Luego un mensaje. Lo lee una mujer, hermana de Javier y lo hace en nombre de la familia Valdez Cárdenas.

Su mano izquierda tiembla. Carga un celular. Lo mira atenta. No parecen nervios, parece más bien impotencia o dolor. En su mano derecha sostiene el micrófono, y a través de él pide justicia por el homicidio de su hermano.

Explica el dolor que lleva consigo su madre. Justo nueve meses después, el mismo tiempo en que engendró a su hijo pero el dolor no se convirtió en alegría, se convirtió en lo opuesto. La impunidad se ha mantenido y pide ayuda. Pide no voltear a otro lado, a no desfallecer.

Mes con mes las protestas se mantienen, pero los protestantes pueden ser contados con dos manos, o con tres. Así lo manifestó Ismael, quien también pide lo mismo. Todos ahí piden lo mismo, llaman a lo mismo, a no quitar el dedo del renglón.

Y la mujer lee.

“Y ella, mi madre, sabe que lo hemos dejado solo, eso debe avergonzarnos a todos, porque somos cómplices en el silencio, en el miedo, en perder la fe, porque la justicia es poco viable en este país”.

Y reclama: no es tiempo de rendirse. No es tiempo de mirar a otro lado y cerrar los ojos a la realidad. Es tiempo de fijar la mirada, en lo que queremos para cada uno. Es tiempo de pensar en todos los atropellos y los asesinatos contra los periodistas y ciudadanos honestos y valientes, ya no a la impunidad.

Pero los reclamos caen donde siempre. No hay respuesta. La justicia sigue su lento paso. Y nadie dice nada, sólo unos pocos levantan la voz.

Y tal y como dijo en su mensaje su hermana: seguramente él nos volvería a repetir “quédense así, inmutables, escondidos, ausentes y callados, hasta que nos lleve a todos la chingada”.

 

LOS MOCHIS.

 

Mochis y Mazatlán se suman a
exigencia de justicia

Pasaron nueve meses, y ganó terreno la apatía ciudadana por la exigencia de justicia en el asesinato de Javier Valdez Cárdenas, perpetrado el pasado 15 de mayo de 2017, en Culiacán, Sinaloa.

En Mochis, la respuesta fue menor a la esperada. Sólo un puñado de personas asistió a la condena pública al insatisfactorio trabajo de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sinaloa para esclarecer el artero ataque y llevar a juicio a los ejecutores del homicidio y a quienes lo concibieron y ordenaron.

La cita era a las nueve de la mañana de este 15 de mayo en cada sede de la Fiscalía. Llegada la hora muy pocos asistieron. Era de esperarse, pues conforme avanza el tiempo, el olvido llega, y sin resultados visibles en las pesquisas el desánimo se acrecienta, pero para el grupo que desde siempre apoyó a la exigencia le dio nitrógeno y se apostaron sin más preocupación que mostrar el coraje a las instituciones que han fracasado por procurar justicia para las víctimas.

La cobertura de medios solidarios fue buena, como siempre, aunque con un poco menos reporteros. Sobresalieron los masivos, de empresas ya establecidas, pero también los alternativos, los independientes y de los que cotidianamente luchan por construirse un prestigio sólido. Ausentes, los detractores de siempre.

Allí, a las afueras de la sede local, al igual que en Culiacán y Mazatlán, personal de Ríodoce se apostó, puntual.

El comunicado oficial rezaba: “… Gracias aunque podamos contarnos con dos o tres manos, aunque podamos repetirnos solo unos cuantos en nuestra soledad y en nuestra tristeza; gracias por desear junto con nosotros que no seamos tan pocos y por añorar que pudiéramos llenar esta explanada con pasos y con voces, con gritos y esperanzas… Porque esa es la gran tarea que nos dejó Javier Valdez: no rendirnos ante las acechanzas, decir lo que pasa, contar lo que ocurre, investigar, narrar, denunciar, protestar… pensar…”

Y finalizaba: “… Sinaloa, como México, merecen paz, pero esta no vendrá a nosotros; tenemos que ir por ella, buscarla, encontrarla; nos costará mucho más de lo que podamos imaginar, pero ahí está; y a eso nos invitó Javier en sus arengas y sus textos; a no ser apáticos, a atrevernos a pensar, a luchar, a protestar”.

Los reporteros interesados en el caso preguntaron sobre los nulos resultados en la pesquisa, la persistencia a la condena a la falta de resultados, las opciones de acudir a otras instancias incluyendo las internacionales.

En la víspera, el fiscal Juan José Ríos Estavillo dijo al concluir una asamblea con industriales del Norte de Sinaloa, que en el caso Javier Valdez Cárdenas hay avances sustanciales, pero se negó a revelarlos aduciendo la secrecía de la carpeta de investigación.

Y aclaró que ellos no son los responsables de las indagatorias, pese a que el homicidio es un delito del fuero común que ellos investigan, porque la carpeta de investigación fue atraída por la Procuraduría General de la República, y con ella nada más eran coadyuvantes realizando las diligencias solicitadas.

MAZATLÁN.

En Mazatlán también se realizó una protesta pacífica frente a la Subprocuraduría Regional de Justicia Zona Sur, la cual fue clausurada de forma simbólica.

Ahí, con mantas, se exigió “Justicia” para el fundador de Ríodoce y corresponsal de La Jornada.

Cayetano Osuna, también fundador de Ríodoce, cuestionó la impunidad en el caso.

Artículo publicado el 18 de febrero de 2018 en la edición 786 del semanario Ríodoce.

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