Juego de mesa en tiempos oscuros

 

Uno de los tres visitantes de esta semana a Sinaloa será presidente de México. A menos que suceda una increíble vuelta de tuerca, la disputa por el poder se trata de tres diferentes proyectos: Un golpe de timón con quien desde hace 12 años participa como aspirante, López Obrador; mantener la ruta con un personaje similar a Peña Nieto, con Meade; o una confluencia de fuerzas disímbolas que buscan colocarse como la opción intermedia, que sería Anaya.

Los tres acudieron en medio de la vorágine de la disputa por el poder, y se supone que solo a convencer a sus seguidores, pero en la realidad quienes importan son aquellos ciudadanos que no creen en nada ni en nadie.

En una misma semana los tres principales aspirantes presidenciales estuvieron en Sinaloa. En el periodo de precampañas se vive una etapa donde los ciudadanos sin partido se sienten bombardeados en una disputa por el poder que se supone no les incumbe. En la formalidad los mensajes van dirigidos, única y exclusivamente, a los simpatizantes y militantes de cada partido. En la realidad no es así, los aspirantes a puestos de elección popular están de manera abierta en campaña.

Así, López Obrador, Anaya y Meade, están de un modo u otro en el plan de conquista. Recorren el país, y al mismo tiempo se acercan a los ciudadanos en una malsana distancia.

Hace unos días explicaba con una alegoría a un grupo de ciudadanos sin partido, pero con mucho interés de participar en la vida pública, cómo funciona la clase política y cómo se aplica desde el poder La Ley del Mazo a los ciudadanos. Por un lado está la promoción para que los ciudadanos participen en las actividades públicas, pero en contra parte está el golpe directo a la cabeza a todos aquellos ciudadanos que sacan la cabeza del agujero:

El juego es simple y llega a un punto de monotonía que niños y niñas se aburren de dar catorrazos. El juego se desarrolla en una mesa rectangular con agujeros asimétricos por donde asoman la cabeza unos animales, pueden ser cocodrilos o  dinosaurios. El juego trata de aplicar un mazo fuerte para que no se atrevan esos animales a asomar la cabeza y se mantengan agazapados. En el juego los animales van sacando la cabeza, uno a uno o en pares, en cada golpe terminan regresando la cabeza al agujero.

Con esta alegoría explicaba cómo desde el poder se “promueve” —entre comillas el verbo promueve— la participación ciudadana y se busca que el ciudadano saque la cabeza del agujero en que se encuentra y abra la boca. Pero se trata de una trampa simple donde se ofrece a un ratón un pedazo de queso que nunca se entregará.

Los ciudadanos ajenos a la disputa interna por el poder sí quieren participar en política pero no saben cómo salvarse del mazo en la cabeza que siempre apunta desde el poder a todo aquel que asome la cabeza.

La respuesta aunque parece demasiado simple es de lo más compleja, se trata de que todos los ciudadanos al mismo tiempo saquen sus cabezas y desde el poder sea imposible que les peguen en la cabeza al mismo tiempo.

 

Margen de error

(López) López Obrador visitó Sinaloa como hace seis y como hace doce años. Va puntero. No acepta entrevista exclusivas con medios informativos, mantiene el discurso de que todas las empresas periodísticas están en su contra, aunque todos lo cubran. (Claro, que acudirá cada quien con su agenda y sus intereses, como lo hacen con el resto de los aspirantes). Llegó de pisa y corre. No hay tiempo para pausas cuando se va a la cabeza.

Andrés Manuel López Obrador fue el único que armó el mitin a cielo abierto. Si de números se trata fue quien más reunió a simpatizantes, aunque en política no hay nada más engañoso que el número de asistentes a un mitin. Pregúntenle al PRI en el 2000.

 

Mirilla

(Anaya) Ricardo Anaya se rodeó de sus pares desde el trayecto. En el mismo avión, casi en la misma hilera de asientos, el abanderado panista-perredista-ciudadano, se hizo acompañar de la clase política de los partidos que conforman la coalición.

Contra lo que muchos esperarían a estas alturas, la coalición de partidos disímbolos marcha sin pleitos ni ataques. Anaya mantiene hasta el momento al equipo compacto.

 

Primera cita

(Meade) José Antonio Meade no se sale del guion de cualquier otro aspirante presidencial del PRI en los últimos 30 y hasta 40 años: Con la diferencia, por supuesto, de que no parte como el rival a vencer ni mucho menos con la certeza de triunfo —casi nada, podría decirse—, pero sí cumpliendo con el guion en sus visitas de reunirse con la clase política que mantiene el poder y la clase empresarial que lo apuntala.

Meade no se compromete en el discurso, por ahora, porque de lo que se trata es de mantener la certeza de que se diferencia del resto de los aspirantes porque lo único que ofrece es la certidumbre (PUNTO)

Columna publicada el 4 de febrero de 2018 en la edición 784 del semanario Ríodoce.

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