Destruir

PROTESTAS CONTRA AMLO. Los gritos de la derecha. Foto EFE.

La expresión hundir al país con tal de hundir al gobierno, utilizada en otros contextos, encuadra al dedillo con los deseos y acciones de la oposición mexicana. Y no es para menos porque la magnitud de su desesperación es equiparable a la caída en sus preferencias electorales y el verse frente a una virtual mayor pérdida de votación.

En las elecciones del 2021, con una participación electoral del 52.6 por ciento, casi 50 millones de votantes, Morena obtuvo el 34 por ciento, y sus aliados PVEM y PT, 5.4 y 3.2 por ciento respectivamente; por la oposición el PAN consiguió el 18.2 por ciento, el PRI el 17.8 y el PRD 3.6 por ciento: el gobierno y sus aliados 43 por ciento, los opositores casi el 40 por ciento.

Haciendo un ejercicio con la más reciente encuesta de Reforma, aparecida el 19 de marzo y con base en esa proyección y un pronóstico de 60 por ciento de participación ciudadana, con esas cuentas, Xóchitl Gálvez y sus partidarios tendrían una votación de 20.4 millones de votos, el 34 por ciento de 60 millones; MC con Máynez, tendría 4.2 millones con su 7 por ciento y la coalición gobernante con su 56 por ciento tendría 33.6 millones de electores a su favor, 27.6 millones de votos con Morena, 3.6 millones el Verde y 2.4 millones del PT.

Aún hay más, el concentrado de unas 17 encuestas arrojó en octubre del 2023 una ventaja promedio para Claudia sobre Xóchitl de 23 por ciento al menos y 29 por ciento la mayor; para enero del 2024 la ventaja era del 27 por ciento, este mismo concentrado de encuestas arrojó el pasado 18 de marzo una ventaja del 28 por ciento: en resumen, la ventaja no ha disminuido, se mantiene o incluso se ha incrementado.

Frente a esta realidad, el futuro inevitable y muy seguramente irreversible, las alternativas opositoras se reducen; les queda la guerra sucia, el lodo, los chismes, la violencia, difundir el miedo y buscar a toda costa la intervención extranjera.

Esto no es catastrofismo, paranoia o ver moros con tranchete, las cosas como son; para la oposición, para los odiadores de AMLO que están contra la 4T, y aborrecen a Claudia Sheinbaum y a Morena, no se observa que tengan otra opción para hundir al gobierno que hundir al país; pero, por fortuna, ya no es la misma situación que en otros momentos de la historia nacional y no cuentan con los recursos, el poder y las condiciones para ello.

La intervención extranjera en los asuntos nacionales, específicamente en el proceso electoral, está en curso; la campaña orquestada contra el presidente y la candidata oficial se planeó y ejecutó a la par dentro y fuera del país; en sus giras a Estados Unidos y España, la candidata Xóchitl, rogó por la intervención extranjera en el proceso electoral interno; no ha sido la única, ni la última, pero de su estrategia parió una ratona en forma de Cayetana y los desmentidos correspondientes a las calumnias de narcos contra las cabezas de la 4T. Políticos, asesores, intelectuales, ministros, empresarios y líderes partidistas conversan y exploran abiertamente las posibilidades para descarrilar el proceso electoral frente a su eventual y aplastante derrota, los escasos poderes reales que conservan, por poco tiempo, el judicial y los grandes medios de comunicación, coquetean abiertamente con esa posibilidad.

Pero el presidente no es Madero, las fuerzas armadas no están en su contra, el imperialismo yanqui, tiene sus propios problemas y las guerras en curso en otros lugares del planeta, les dificultan aumentar su injerencia en México, además nuestro gobierno tiene mucho apoyo internacional y, sobre todo, cuenta con el apoyo de la mayoría del pueblo mexicano que lo defenderá de cualquier intentona golpista.

La oposición ya celebró y dio la bienvenida al intervencionismo externo, les parece normal y atinado; ya están recurriendo a la violencia, sólo que sus armas se han reducido a resorteras, balines, mujeres exaltadas, camionetas robadas, manipulación de encapuchados, grupitos de narco delincuentes, extorsionadores y porros vendidos al mejor postor. Tal vez contraten algunos mercenarios extranjeros, son capaces de todo con tal de generar el ambiente que necesitan para descarrilar la transformación.

La disputa por la nación ha transfigurado a la oposición otrora “moderna”, “civilizada”, a los que quisieran que hubiera desgracias y tragedias mayores: más violencia, más muertos, más delincuencia; festinan cada tragedia y problema que aparece; ruegan al dios del mal para que se multipliquen las noticias malas y violentas, los mensajes negativos encuentran las ocho columnas y llenan el aire; que si no hay agua, “hasta cuándo AMLO”, y ahí se regodean, esperando que la nación se hunda, pero esperan en balde y por eso mismo los que se hunden cada vez más son ellos.

Todo lo contrario, hay que recuperar la fiesta de las elecciones y lo extraordinario del día de la votación, cuando la gente mayor se levanta temprano, se pone sus mejores ropas, desayuna alegremente y en compañía de todos los que pueden y deben votar y de los chiquillos de la casa, saludan y entusiasman a sus vecinos para que hagan lo correspondiente, y acuden a la casilla a cumplir, con toda libertad y responsabilidad el mayor y más importante deber cívico: elegir a sus gobernantes. Quién suponga que se puede manipular a esos millones de electores que saldrán el próximo 2 de junio menosprecia a los ciudadanos, se engaña y, ahora sí, vive en otro planeta.

Artículo publicado el 07 de abril de 2024 en la edición 1106 del semanario Ríodoce.

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