Cuando Daniel (Milo Machado-Graner), un adolescente que quedó ciego en un accidente, regresa de un paseo en los alrededores de su casa, acompañado de su perro guía, encuentra a su padre Samuel (Samuel Theis) en el suelo, inconsciente y con una herida en la cabeza. Asustado, le llama a su madre Sandra (Sandra Hüller), quien tarda en oírlo, debido a la música que suena a volumen alto. Las autoridades sospechan que alguien empujó a Samuel desde el ático, en el que hacía unos arreglos, pero en la casa solo estaba su esposa, aparentemente, descansando, por lo que inicia un juicio en contra de Sandra, aunque ella asegura a su abogado (Swann Arlaud) y a la corte, que es inocente.
En esencia, Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute/Francia/2023), dirigida por Justine Triet, es el relato detallado de la muerte de Daniel y las razones que pudieron ocasionarla, lo que se expone en distintas audiencias de un incómodo, revelador, sofocante y embarazoso juicio, que pareciera empeñarse en demostrar, más que la inocencia, la culpabilidad de Sandra. Fue tan buena su recepción, que la cinta consiguió las nominaciones al Oscar en mejor película, dirección, actriz principal, montaje y guion original (ganó en esta); se quedó con la Palma de Oro en Cannes, como mejor película; y logró los premios a la mejor de habla no inglesa y en guion en los Globos de Oro.
Un aspecto que llama la atención de la cinta escrita por el propio Triet junto a Arthur Harari es el desarrollo y evolución del juicio, construido precisa y congruentemente por el realizador. Impresiona ver cómo de un asunto que se percibe pequeño y sencillo, poco a poco va creciendo hasta convertirse en un enorme problema del que muy difícilmente podría salir la implicada, quien tiene en su contra haber sido la única presente en el lugar del accidente, ser “demasiado honesta” y no entender que, en su situación, la interpretación de las palabras cuenta más que su significado.
Otra de las fortalezas del filme disponible en Prime Video es que, a pesar de sus más de dos horas y de que expone demasiada información, logra involucrar e interesar al espectador a un grado (casi) activo en el juicio, como si fuera uno de los asistentes de las audiencias públicas o participante en cualquiera de los roles desempeñados: siempre quiere saber más y en qué acabará ese perverso juego de dimes y diretes.
El otro punto a favor de la película son las interpretaciones, en las que se lucen: Machado-Graner, como el adolescente en medio de la batalla; Arlaud, de abogado defensor; y Antoine Reinartz, de consejero empeñado en culpar a Sandra. Sin embargo, es Hüller quien se lleva no solo nominaciones por su actuación, sino la película (casi) entera, por esa manera tan verosímil de ir de una emoción a otra en ese agotador proceso que puede llevarla a la cárcel, y en el que su hijo es una pieza clave para la resolución.
Al final, no hay mayor sorpresa: la cinta que recuerda a Ahí está el detalle (1940) termina en lo que se veía venir, aunque provoca un agotamiento mental que, quizás, solo pueda desaparecerlo la repetitiva versión instrumental de P.I.M.P, de 50 Cent, interpretada por Bacao Rhythm & Steel Band, que sí o sí se tararea por días. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 07 de abril de 2024 en la edición 1106 del semanario Ríodoce.
