Con la Iglesia hemos topado

CLAUDIA SHEINBAUM. Firma bajo protesta.

Esta frase, atribuida al Quijote, de Miguel de Cervantes Saavedra, se utiliza para expresar que ha surgido un impedimento o problema promovido por el gobierno eclesiástico.

En el mundo y nuestro país no es la excepción, las iglesias, especialmente la católica, han tenido un papel bastante negativo, sobre todo los que mandan en ella; las jerarquías. Los agravios y daños contra la humanidad son muchos y graves, la obra monumental del alemán Karlheinz Deschner describe detalladamente, en 10 tomos, los errores y crímenes que se atribuyen a las distintas iglesias, confesiones, sectas, asociaciones y sus representantes en el transcurso de la historia de la cristiandad, desde su origen bíblico hasta el 2013: no menos de mil millones de muertos.

En el antiguo territorio de México y otros países del continente con población indígena, la guerra de conquista de los españoles, que llevaban en una mano la espada y en la otra la cruz, diezmó, junto con las enfermedades importadas, de 65 a 5 millones la población original. Igualmente impusieron con sangre y fuego su cosmovisión. Jerarcas religiosos y conquistadores se convirtieron en súper ricos y grandes poseedores de tierras, las familias indígenas en siervos.

Así, la Iglesia católica se convirtió en el máximo poder desde 1521 hasta 1860, cuando Benito Juárez expidió las Leyes de Reforma, separó el Estado de la Iglesia y disminuyó sus inmensas propiedades.
Luego, los conservadores, de la mano de la Iglesia católica, trajeron a Maximiliano de Habsburgo y a su esposa Carlota, en 1863, para que gobernaran nuestro país con apoyo del ejército francés.

Después de la revolución mexicana de 1910, la iglesia católica a la par que los terratenientes y conservadores se opusieron férreamente a la educación laica y a la reforma agraria; se rebelaron contra el gobierno y sus políticas con la llamada “Guerra cristera” que duró tres años y ocasionó unos 250 mil muertos, particularmente en los estados del centro de la república.

Pero un asunto muy diferente son los católicos y otro la jerarquía eclesiástica; como todos los poderes fácticos, hay niveles: De los poco más de 10, 11 mil sacerdotes, el verdadero poder lo detentan unos 110 obispos, tal vez no más de 30 de ellos, que son la élite.

Ideológicamente se identifican con el PAN, con la Coparmex y otros organismos de ultraderecha; partidarios de la educación religiosa privada, contrarios a la equidad de género, a la diversidad sexual y enemigos a muerte de las mujeres y su derecho a disponer de su cuerpo y salud, en el tema del aborto.
Al mismo tiempo los jerarcas del catolicismo disfrutan de inmensas riquezas y, contrario a lo que sostiene el mismo Papa Francisco, están muy lejanos de servir a los pobres.

Además, la iglesia ha sido muy evidenciada por los múltiples abusos sexuales de niños y niñas; tan solo en la última década se han investigado más de 426 denuncias; emblemático ha sido el caso del jerarca de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, quién abusó a decenas de seminaristas. Así, la podredumbre asoma por las rendijas en las puertas de los recintos religiosos.

La iglesia católica invariablemente participa abierta o soterradamente en política, particularmente en tiempos electorales; ahora no es la excepción, entusiasta y enjundiosamente se han lanzado de lleno al activismo junto con la oposición conservadora. En entidades dominadas por religiosos muy conservadores, Guanajuato y Querétaro, está documentado que se llevan a cabo talleres de adoctrinamiento impartidos por curas y comparsas, quienes abiertamente llaman a votar por Xóchitl, por los candidatos de la oposición y se pronuncian contra todo lo que huela o se acerque a Morena y sus aliados; abiertamente atacan de manera grosera al presidente y a Claudia Sheinbaum, labor hormiga que llega a miles de feligreses y seguramente se multiplicará en todos los espacios comunitarios a su disposición.

No es casual, entonces, que este 11 de marzo, el episcopado católico, integrado por los mandos de las distintas corporaciones religiosas, “emplazaran” con un documento programático, a las dos candidatas y al candidato de MC para que firmaran un “Compromiso por la Paz” que, a todas luces está pactado con la oposición y elaborado al alimón entre ellos.

Le pusieron una “trampa” a la candidata Claudia Sheinbaum quién, si no asistía sería tundida y si asume los compromisos, también. Pero Claudia es mucha pieza: Asumió el compromiso, pero marcó su línea y aprovechó el foro para mandar un mensaje claro y contundente de congruencia y responsabilidad.

Frente a los promotores del acuerdo, rechazó que prevalezcan el miedo, la impotencia, la desconfianza y la incertidumbre; que las instituciones estén rotas, que aumente la delincuencia común, alimentada por la marginación y la búsqueda de reconocimiento y justicia social, que no haya datos confiables en el Sistema Nacional de Seguridad; planteó, también, que sería inconstitucional hacer corresponsables de la construcción de la paz en México a gobiernos y organizaciones de otros países, rechazó otorgar más presupuesto a los organismos judiciales, donde existe un manifiesto derroche de recursos que distorsiona y pervierte la impartición de justicia. Criticó el modelo del pasado, el cual aboga por una regresión a la violencia del Estado, a la mano dura y a más cárceles, manifestó también que se debe avanzar en la construcción de la paz atendiendo las causas.

Artículo publicado el 17 de marzo de 2024 en la edición 1103 del semanario Ríodoce.

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