Promesa cumplida: Mirna Nereida Medina encuentra por fin a su hijo asesinado
Mirna Nereida Medina Quiñónez, la rastreadora fundadora del colectivo de búsquedas de personas desaparecidas, cerrará su etapa de esculcar la tierra para encontrar a su hijo ausente pues este miércoles 13 de diciembre le entregarán los restos que, tras una misa, los sepultará en el panteón de Mochicahui, su comunidad natal.
Y aunque el duelo podría golpearla, ella se abrirá a una nueva faceta, la de justicia.
Va en busca de los policías preventivos que ocultaron en una segunda ocasión los restos óseos de su hijo Roberto, y contra los elementos de la Policía Ministerial que los enterraron en una tercera ocasión para privarle el derecho de reencontrarse con el vástago ausente.
“No se vale lo que lo esos policías hicieron, o hacen, no solo conmigo, sino con todas las madres que tienen a un hijo, un padre o un familiar ausente, y que ellos saben en donde están enterrados. Voy por ellos, para llevarlos a la justicia. Ahora, eso es nuevo para mí, porque es indignante”, dice con voz firme mientras se apresta a tramitar la inhumación de las vértebras que años atrás encontró sepultadas en un paraje de Ocolome, en el municipio de El Fuerte.
A la señora se le escucha firme, pero hay en sus labios una nueva palabra insistente: justicia.
No es por mí, como dicen algunas personas, porque ya voy a cerrar un ciclo de mucho dolor, es por todas las que nos acompañamos en el proceso, asegura la lideresa.
“Los policías que no atienden los llamados, que los ignoran y en lugar de ayudar a que una madre sane, la enferman más llevándose los restos. Es infame”, dice.
El 5 de octubre del 2022, en una búsqueda federal, los colectivos de rastreadoras encontraron una bolsa con restos óseos diversos y prendas de vestir varias. Por las condiciones, ella y otras se aventuraron a pensar en que eran las partes de Roberto Corrales Medina, el hijo de Mirna que fue desaparecido en julio de 2014 por policías y civiles que llegaron hasta la gasolinera de El Fuerte en donde vendía chácharas.
El lunes 4 de diciembre, la Fiscalía General de la República le confirmó que las pruebas genéticas confirmaban el parentesco. Los restos de Roberto le serán entregados el miércoles 13 de diciembre, y tras una ceremonia luctuosa serán sepultados en el panteón de Mochicahui.
“Los restos que me entregarán sólo les faltan algunas vértebras, pero esas ya fueron enterradas. Espero reutilizar el mismo ataúd para cerrar ese proceso”, dijo.
Tras desaparecer su hijo, Mirna nereida inició su búsqueda recibiendo muchos portazos de funcionarios que nada querían saber de ella y su reclamo.
Aquella negativa la convirtió en combustible y se lanzó a rastrear parajes.
En el 2017, tras una denuncia de un vaquero, encontró una fosa clandestina en Ocolome, pero los restos ya habían desaparecido. Entonces se enteró que el capataz también reportó su hallazgo a policías municipales.
Sin embargo, excavó y encontró algunas vértebras y ropas que inmediato supo eran las de sus hijos. Las pruebas de ADN le demostraron su corazonada.
Un año después de que su hijo desapareció por segunda ocasión, el mismo hombre encontró una segunda fosa clandestina, pero recurrió a otra corporación.
Para su sorpresa, se repitió lo mismo, los restos óseos desaparecieron de nuevo.
Luego, en una búsqueda federal se encontró la bolsa con los huecos. Esa fue la tercera y definitiva localización.
“Pero lo que hicieron los policías, municipales y estatales, debe tener un castigo, una sanción, porque es irreal, muy doloroso para cualquier persona porque no sólo una vez sino en reiteradas ocasiones manipulan el dolor de una madre”.
La rastreadora en jefe, va dispuesta a todo.
Y asegura que el miércoles cerrará un proceso, pero abrirá otro, el de justicia.
Artículo publicado el 10 de diciembre de 2023 en la edición 1089 del semanario Ríodoce.
