Morena se ha convertido en un tianguis, una vendimia, un trueque. Esta vez no habrá tómbola para elegir candidatos, pero el lanzamiento de las convocatorias internas para quienes aspiran a puestos de elección popular desató las pasiones; no las que debieran apuntar a las necesidades de los ciudadanos, de los sectores, de los reclamos, de las deudas pendientes, algunas de ellas históricas, sino de las personales, el ansia por trepar de muchos y por mantenerse donde están de otros tantos. Lo saben todos, que los resultados electorales en los distritos, en los municipios, para el Senado de la República, dependerá casi siempre no de sus propias aptitudes y perfiles, sino de otras variables, de la influencia del presidente Andrés Manuel López Obrador durante el proceso electoral, o de las consignas uniformadas del partido, como esa del llamado Plan C, puesto así por el presidente con el fin de lograr lo que el PRI llamaba en sus buenos y cínicos tiempos, el “carro completo”.
El único cincho que contuvo un poco la estampida total se llama Rubén Rocha Moya quien, desde el poder que detenta —que no es poca cosa— marcó la línea de sus colaboradores para arropar la aspiración de su secretario general, Enrique Inzunza Cázarez. Un primer paso lo había dado el gobernador en la más reciente visita de Claudia Sheinbaum a Sinaloa, cuando vetó a Quirino Ordaz Coppel, ahora embajador en España, al hablar con ella el tema de las senadurías que se pondrán en juego en el 2024.
“Por aquí no transita”, le dijo Rocha. Y le dio sus razones. Quirino se estaba moviendo para ser el candidato de Morena —y sin duda lo sigue haciendo—, y para Rocha era imperativo que no llegara a la justa —hubiera sido interesante ver medidos en una encuesta a Inzunza y a Quirino, hasta por cierto morbo. Si le informó a Claudia de los negocios milonarios que hicieron Quirino y su hermano con la obra pública, eso ya es de círculos muy cerrados, pero como tiene la información documentada, debió hacerlo. Lo cierto es que un Quirino Ordaz de senador, con el peso que tiene un ex gobernador —sobre todo en muchos de los expriistas que ahora brincaron a Morena—, la solidez del liderazgo del gobernador se hubiera puesto en cuestión. Y con eso bastaba para cerrarle el paso.
El poder no se comparte, lo dicen los clásicos y lo saben los políticos, por eso por muy demócratas que se crean y digan ser, terminan imponiéndose. Y si alguien duda del poder que ahora tiene el gobernador, que vea cómo en cosa de horas aplacó las aspiraciones de personajes como Gerardo Vargas Landeros, del que menos se esperaba que se quedara quieto. Y las de Feliciano Castro, al que dicen ofreció la secretaría general de gobierno si Inzunza llega al Senado. No es lo que quería el líder del congreso local, pero no sería tampoco poca cosa, pues se convertiría en el hombre más fuerte del gobierno estatal después de Rocha.
A Jesús Estrada no lo podía controlar por obvias razones y será una piedra grande en el zapato para él y para Inzunza si Morena lo incluye en la encuesta. Algunos morenistas apostarían que, en encuestas abiertas no manipuladas, Estrada podría derrotar a Inzunza por el poco conocimiento que hay de éste. El problema es que nadie piensa que las encuestas no van a estar “cuchareadas” por la dirección de Morena. Sería muy ingenuo pensar que no.
Por lo demás, es desolador el papel que hay jugado las legisladoras y legisladores que a pesar de que no han aportado nada a la transformación, ahora quieren reelegirse o saltar a otro cargo. Tiene razón Camilo Valenzuela, quien busca ser considerado en la encuesta para el Senado, cuando dice que los legisladores de Morena se han olvidado del pueblo, de la gente de a pie, no hay quién de ellos saque la cabeza por los graneros. Y que tampoco han sido solidarios con los comuneros de la Bahía de Ohuira, que luchan desde hace diez años contra una empresa alemana que, en complicidad con los gobiernos locales ¡de Morena! quieren instalar una planta que sería nociva para el entorno del cual se mantienen. Simplemente están ausentes, pensando en sí mismos y a dónde más pueden trepar. Pero a muchos de ellos los van a encuestar, ya veremos cómo los trata la gente.
Bola y cadena
EL TEMA AQUÍ ES QUÉ VAN A PROPONER los candidatos a legisladores, sobre todo, ya no tanto a las alcaldías. Desde que llegó al poder AMLO hemos visto la forma en que los diputados federales y senadores de Morena se conducen en las cámaras, en pleno apego a los designios del presidente, sin un ápice de crítica, ni siquiera de revisión de las iniciativas que les llegan, todo a ciegas en nombre de la “patria”, del líder, del “proyecto”, de la “cuarta transformación…” Y esgrimidas esas “razones” no hay nada que discutir ni revisar. Y quienes se opongan son “traidores”.
Sentido contrario
ENRIQUE INZUNZA ES UNA CARTA muy riesgosa para Morena y para el gobernador –son amigos, casi hermanos–, pues ha sido parte central —origen, incluso—, de los conflictos más fuertes que se han vivido en Sinaloa en lo que va de la administración rochista. Debe esperarse entonces que sus enemigos —hizo muchos en muy poco tiempo—se estén frotando las manos para cuando se suba al templete buscando el voto de los sinaloenses. Será el blanco preferido de los misiles de la guerra sucia. Se supone que están preparados para eso. No le ayudará mucho, por cierto, citar en sus discursos a Cicerón, que vivió antes de la era cristiana. Y menos a Robespierre, héroe de la Revolución Francesa pues, al final, le cortaron la cabeza.
Humo negro
ES PENOSO QUE NI EL GOBIERNO de Durango ni el de Sinaloa se quieran hacer cargo de la investigación de los ocho crímenes cometidos en contra de siete hombres y un niño de 13 años que fueron levantados en Culiacán y cuyos cuerpos fueron arrojados en Tamazula. En vez de coordinarse para aclarar los hechos y buscar castigo, se tiran con los cuerpos.
Artículo publicado el 05 de noviembre de 2023 en la edición 1084 del semanario Ríodoce.