En una sociedad democrática, la política es la actividad de los que aspiran a gobernar. También es la “ciencia” que trata del gobierno y la organización de las actividades humanas; la política real es la lucha por el poder.
Para el presidente y, en cierta medida, para el gobernador Rocha Moya; la política es “buena” y sirve para implementar medidas y acciones a favor de la mayoría de la sociedad, especialmente de los más desprotegidos y necesitados, los de abajo. Es su ideal, su ideología y el deber ser de ella. En la práctica, en la realidad, la situación es distante.
De cualquier manera, no tenemos que esperar las “genialidades” del Fisgón y de Pedro Miguel que “trabajan” y “coordinan” los esfuerzos de la 4T para “elaborar” un proyecto de nación para el 2024.
rabajar en ello, ha sido desde siempre, el pretexto para “distraer” a los acelerados; por un lado, en “sesudas” reuniones y asambleas se discute hasta el hartazgo, si es bueno o malo abrirse a la globalización o cerrarse, unirse al norte o mejor al sur; y por el otro la vida, la realidad avanza por donde puede y debe avanzar de la mano de quienes toman las decisiones de la “real politik”.
La disputa por la nación, desde hace rato, transcurre entre lo que hace, decide e implementa, como acciones de gobierno, el presidente AMLO y su equipo; y por el otro, el “remedo” de alternativa de gobierno que presentan los opositores, los de “Va Por México”, los expresidentes y altos funcionarios desplazados del poder, los grandes empresarios, sus intelectuales orgánicos y los monopolios de los medios de comunicación quienes, a falta de creatividad e ingenio, resumen sus propuestas en: Tomar los programas del gobierno en curso que han impactado fuerte en la sociedad mexicana, las acciones de política económica que han sido exitosas, algo de la buena administración pública, cubrirlo con toda la antipatía y la animadversión que Andrés Manuel “despierta” entre amplios sectores de la clase media, de los ricos, de la intelectualidad “ilustrada”, y proyectarla contra este “inculto, indio pata rajada de Macuspana”, ladino y atrevido que hace llorar al “más pintado” de los opositores como Creel, pone canciones populacheras en su mañanera y tiene un tono burlón, inaceptable. Ese es su “Proyecto alternativo de gobierno”.
Y si, ya existen y están en disputa feroz dos proyectos de nación, el del presidente que beneficia y, lo seguirá haciendo a millones de mexicanos y mexicanas; que ha logrado éxitos muy reconocidos de política económica en el ámbito internacional y, por el otro, un galimatías sin pies ni cabeza, como no sea el “quítate tú, pa ponerme yo”.
Entre estos dos polos, se encuentran una gran gama de políticos y políticas que, como escuché a una nueva dirigente de Morena, cuando hablaba de su lucha electoral y política, “Queremos llegar al poder, al gobierno, porque ya nos toca a nosotros” Y así es, hay cientos, miles de políticos y políticas cuya motivación es muy distante, tal vez, diametralmente opuesta a la del presidente y del gobernador. Creen, piensan, sienten, como sucedió con la frustrada transición del PAN en el 2000, que la idea es llegar al poder para beneficiarse personalmente de su ejercicio.
¿Cuántos de los miles de funcionarios del gobierno federal y de los gobiernos locales ejercen su responsabilidad en beneficio de la sociedad y, sobre todo de los de abajo? honestamente creo que no muchos, si los hay, eso que ni que, y mucho los honra su gestión, otros, hacen un trabajo regular, pero no dejan pasar ninguna oportunidad para beneficiarse y a sus amigos y familiares.
Por eso no es casual que ahora con las precampañas veamos espectáculos de “cargadas” y “acarreos” desmedidos; igual que siempre, los “políticos profesionales” provenientes del PAN, del PRI, del PRD, de la “sociedad civil”, que son muchos, empujan, se dan de codazos para estar a un lado de Marcelo, de Adán, de Ricardo, no se diga de Claudia; bueno hasta de Noroña y Velasco.
Desean, a cualquier costo, que se “tome nota” de su capacidad de “arrastre” y “acarreo”, de hacer pintas, lo que sea, con tal de no quedar fuera de la foto final, ni modo, así es la “real politik”, llevar gente a los eventos, entre más, mejor, ya no importa, al parecer ¿cómo?
Pero hasta para eso hay que saber hacerlo y lucirse, hay que tener arrastre y capacidad. La oposición, que cada día se desdibuja más, ni en eso competirán; a pesar de que fueron los maestros del acarreo y las cargadas.
La politiquería no acabará; Igual, la protección y el apoyo a los leales, a los incondicionales, hacerse de la vista “gorda” tardará en acabar. Así es la vida.
La política “buena”, los políticos y administradores “buenos”, lo que trabajan para lograr que el estado equilibre la desigualdad, ayude y beneficie más a los desprotegidos, a los de abajo; no son mayoría aún.
Sin embargo, no debe cundir la desesperanza y la desmoralización; cada acto, cada acción que realicen debe apuntar a ese rumbo, los resultados no serán del 100 por ciento, pero algo se avanza; la opción opositora siempre será una regresión, retrógrada y nefasta para las mayorías.
Cierto, en esta lucha se “cuelan” “cuates”, amigos, familiares, ni modo, con esos “bueyes” hay que arar. Como decía un amigo: “La línea, nunca hay que perder la línea, es la única herencia que queda, amigo bucho”.
Artículo publicado el 23 de julio de 2023 en la edición 1069 del semanario Ríodoce.
