Ungen secretario de la Comuna de El Fuerte a Síndico Procurador de Nubia Ramos

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A la plana de regidores oficialistas del Ayuntamiento de El Fuerte se les vidriaron los ojos cuando el alcalde, Gildardo Leyva Ortega, anunció que en sus manos estaría el cese de su secretario, Édgar Adair Espinoza Robles, cuya gestión decantó pleitos internos y una fractura en la comuna.

Los ediles José María Flores Soto, Luis Adán Valenzuela González, Mayra Lilian Osorio Armenta y Vilma Yudith López sarmiento aprobaron la salida del funcionario, mientras que Teresa de Jesús Chaparro Valdez, Carlos Sarmiento Carabeo y María Félix Vera Gaxiola, mostraron una tranquilidad pasmosa, con miradas indiferentes a la crisis política, y más allá, José Ramón Bueno Ibarra y Sandra Ham Mendívil, denunciaron una nueva traición de Leyva Ortega a los principios rectores del partido. Por su parte, Jairo Samuel Leyva Soto, el regidor independiente que se ha convertido en acicate del cabildo, sólo se limitó a aprobar lo que ya estaba cantado.

El pasado jueves, todo el cabildo había promovido, de una forma u otra, el desorden. Ellos habían sido convocados por la secretaría a una sesión ordinaria para las 12:30 horas, pero luego de que el alcalde, Gildardo Leyva Ortega convocara a una encerrona en su despacho a la comisión de concertación política, la hora se recorrió en dos ocasiones y finalmente se fijó para las 14:30 horas e inició a las 13:47 horas y la junta ordinaria la convirtieron en extraordinaria. El despacho del alcalde fue tapiado a curiosos. Por el frente, las puertas se cerraron a toda persona y sólo se abría desde el interior por un guarura encachuchado, y por el cabildo, el postigo lo resguardaba un celoso mastín sindical.

Jairo Leyva llegó primero, y poco después, los ediles arribaron en masa, y en solitario, como proscritos, el Alcalde y su secretario, ambos, por puertas separadas, evidencia de que las relaciones se habían fracturado, además, el Presidente Municipal ostentaba ya nuevo asesor en los protocolos edilicios, Adrián Jiménez, en esa sesión extraordinaria número 22.

Ya arrancados, entran al punto: cese del secretario. Gildardo Leyva trastabilla, le tiembla la quijada, improvisa. Esta decisión no es fácil, somos amigos de varios años, hemos trabajado juntos, sé que tienes otras aspiraciones, te deseamos mucha suerte, argumenta el alcalde.

El aún secretario blande un discurso escrito. Muestra tablas en escenarios políticos. Las emociones se muestran y las lágrimas terminan por rodar. Inicia agradeciendo el tiempo y cargo prestado para engrandecer a El Fuerte, en lo que aseguró, puso toda su enjundia de izquierda; dice que la fortaleza de su congruencia lo mantiene de pie y los mira de frente, acepta que cometió errores y por ello fue atacado políticamente. Arenga que desempeñó el puesto con responsabilidad y que saldrá por la puerta grande. Y advierte que se defenderá con toda dignidad de las calumnias de que fue objeto, y finca culpables, a la derecha de la que dice no es igual, y pondera que el logro es la gobernabilidad.

Reconoce que tuvo diferencias políticas con el alcalde y por ello su cese, pero ofreció su mano extendida, como caballero… y cerró que en el camino político se habrán de cruzar, de nuevo.

Ya por separado, parco, atrincherado en su despacho al que impide accesos no pedidos y mucho menos solicitados, Gildardo Leyva niega haber tenido diferencias políticas con su secretario, y se niega a aclararlas. Todo está bien, todo está bien, insiste una y otra vez con ese lenguaje bronco, incoherente.

Cierra el postigo y se oculta de la escasísima comunidad que espera hablarle para advertirle que la prisión lo espera con las rejas abiertas si insiste en dañar los edificios históricos.

Ya afuera y desprovisto de investidura, Édgar Adair Espinoza Robles refleja esa advertencia dada de que arrieros somos y en el camino andamos, “No me iré, aquí estaré en El Fuerte, hay trabajo por hacer. Fue una decisión del presidente, la respetamos. Espero que sea para bien. Estamos a mano y en paz, di lo mejor de mí, dice saliendo del cabildo”.

En el cabildo la calma regresa, pero sólo momentáneamente pues el alcalde lleva en el sustituto a un priista, Luis Alberto Lugo Gaxiola, quien fue síndico procurador en el trienio 2018-2021 de Nubia Ramos Carbajal, la alcaldesa a la que se acusó de administración fraudulenta con 19 casos documentados de irregularidades y a quien él debió haber vigilado. En la propuesta los ediles oficialistas dan bienvenida y parabienes, pero José Ramón Bueno Ibarra y Sandra Ham Mendívil se atrincheran. El primero le dice que lo conoce, y espera que defienda al pueblo, y la segunda, fustiga, “me cuesta trabajo entender la propuesta del Alcalde, prometimos un cambio casa por casa, cómo ahora proponemos a una persona que estuvo en la administración anterior, a la que criticamos mucho, que fue odiada por el pueblo. Debemos analizar la propuesta y no levantar el dedo ni la mano.

Ella, Bueno y Jairo Leyva terminaron votando en contra, el resto de regidores, entre oposición y oficialistas, lo aprobaron.

Lugo, dijo, “Gracias a Dios, al alcalde y a los regidores que lo aprobaron”, mientras que las críticas de sus detractores las tomo como un reto para mejorar el trabajo y un reto. Yo soy pueblo, y miro por el pueblo, no voy a defraudar”, se describió.

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