En 1974, don Daniel Cosío Villegas publicó el texto El estilo personal de gobernar dedicado al presidente Luis Echeverría Álvarez en quién, por momentos, confío, pero al descubrir su doblez, hipocresía y manipulación, rompió con su simulada apertura democrática. Esto viene a colación porque ahora, la intelectualidad liberal, se la pretende endilgar al presidente López Obrador, quién sí tiene un estilo personal de gobernar muy llamativo, pero diametralmente opuesto al criticado en Echeverría.

Las “Mañaneras”

Al inicio de su gobierno anunció que daría todos los días de lunes a viernes una conferencia de prensa para tratar, frente a los medios de comunicación y la sociedad, los asuntos de gobierno más relevantes. “Las Mañaneras”.

Nunca un presidente se había expuesto de esa manera; con su gestión en el Distrito Federal lo había llevado a cabo, con gran éxito, a dicho de los periodistas, en esa conferencia salía la agenda mediática del día.

A unas semanas de iniciadas, el director español de EFE, en conversación con Joaquín López Dóriga, había vaticinado que serían un fracaso completo, no había humano y menos gobernante capaz de aguantar ese ritmo desenfrenado: “Unas cuantas semanas y las cancelará” subrayó; y, nada, han pasado más de cuatro años y medio y, a despecho de sus críticos, ahí sigue, firme como un viejo roble, fijando la agenda nacional y, en ocasiones, hasta dando nota internacional.

Las ha llamado “diálogo circular” y se han convertido en el principal foro público y político del país; concurren apoyadores, pero también críticos acervos como Jorge Ramos y otros periodistas que han sido respetuosamente atendidos. No es casual, que una encuesta de abril de este año, diga que el 68 por ciento, casi siete de cada diez personas, estén a favor de sus conferencias, aunque sólo una tercera parte de ellas las vea. Ojo, dice la encuesta, el 32 por ciento por ciento de los encuestados las ve en directo, ¿Quién puede contra eso?

La “Polarización”

Sus críticos afirman, también, que divide y polariza a la sociedad mexicana con su política y sus acciones y sí, la polariza y los hace con toda la intención, más de una vez ha dicho: “Nuestra lucha, nuestro movimiento, nuestra transformación, no está para las medias tintas, o estás con la 4T, o estás en contra; era muy común entre la izquierda tratar de quedar bien con todos, cuidar las formas, para no ofender a los opositores o a la intelectualidad, a los indefinidos; nada, hay que ser radical, estás a favor o estás en contra, no hay espacio para las medias tintas” Y, sí, también está teniendo éxito con esa terquedad y su política de principios; ahora mismo la sociedad y el país se dividen, cada vez más, en dos polos claramente definidos; a favor o en contra de la transformación. En su puja enfrenta a todos los poderes, el Judicial a la cabeza, y abandera un “Plan C”, con el cual quiere conseguir la mayoría calificada en el Congreso, para dar un nuevo “zarpazo” al sistema, una nueva reforma constitucional por la que ministros y magistrados sean electos por votación popular; la más reciente encuesta de El Universal fija en 64 por ciento el apoyo de la población a esta iniciativa.

El próximo 2024, la disputa principal, no será para ganar la presidencia, la disputa estará en obtener la mayoría del congreso. “Huele a dictadura”; sí, dirán los líderes de la oposición y sus” intelectuales orgánicos”, huele a “dictadura” del pueblo, de los pobres, de las mayorías. Y eso es democracia, gobierno del pueblo y para el pueblo.

Populismo o Estado de bienestar

Se afirma, también, que la clave de la popularidad y del apoyo al presidente, radica en que sus programas sociales, benefician a muchos millones de mexicanos y de ahí viene ese apoyo. Sí y no. Porque la vigencia de esos programas sociales no depende del presidente en turno, fueron elevados a rango constitucional y se requiere mayoría calificada para cancelarlos: Son parte de un Estado de Bienestar, no simples dádivas del ejecutivo.

Pueden dejar de apoyarlo y ahí seguirán los programas. Los que hablan de un voto comprado, menosprecian a los adultos mayores, a los discapacitados, a los indígenas, a los trabajadores, a todos los que se ha visto beneficiados por las acciones gubernamentales.

Al tiempo que las condiciones de vida de los mexicanos, siempre pobres, hay una mayor politización y una mayor concurrencia en la vida pública, en la vida política y social. Qué malitos se verán los que quieran dar marcha atrás a estas transformaciones.

Entonces, ¿Qué quiere Andrés Manuel?: Quiere seguir mandando y dirigiendo los destinos del país hasta el último minuto de su gobierno. Quiere la “inmortalidad” y cada día la tiene más asegurada, la que todos los poderosos desean y aspiran a tener; quiere permanecer para siempre en la mente, en el corazón y el sentimiento del pueblo; quiere y ya se lo ganó, un lugar en los libros de texto y en la historia nacional como el gran transformador, que encabezó y consiguió la Cuarta Revolución Mexicana.

Artículo publicado el 11 de junio de 2023 en la edición 1063 del semanario Ríodoce.