Diciembre puede convertirse en el carnaval de fin de año. Las fiestas y acción de gracias se conjugan en una ecuación donde las fiestas predominan, desvelos, alcohol, pero sobre todo comida y eventualmente sexo.
La sexualidad está impresa en todas las acciones del humano, la vida se ve distinta desde el cerebro de la mujer y desde el cerebro del hombre, sin duda la edad y las hormonas le atizan a la hornilla de la conducta interpersonal, más cuando hay interés por la novedad erótica y afectiva.
En promedio las personas aumentan entre dos y diez kilos en los meses de diciembre y enero, por lo que muchos abandonarán su peso ideal para entrar al sobrepeso, otros transitarán del sobrepeso a la obesidad, pero en ambos casos, la vida de relación será el punto de referencia, ya sea en la familia, los amigos o compañeros de trabajo, todos comparten una referencia: su sexualidad.
La búsqueda de los amigos ausentes desde hace años o meses, algunos desde antes de la pandemia, otros desde hace décadas, y otros desde hace días, es la constante en las fechas decembrinas.
Los afectos se fortalecen y la sexualidad biológica se alborota, la sexualidad está presente por dos vías; en el sexo erótico y por supuesto placentero, y en el amor que se refrenda como muestra de unidad entre las parejas, las familias y las amistades.
Las famosas y tradicionales posadas son el mejor pretexto para las reuniones, llevan con ellas los alimentos y la abundancia de los mismos, ese es el gran problema para la obesidad y el sexo.
Los primeros órganos que se afectan son el corazón, los pulmones, y el intestino, el corazón empieza a tener dificultades para enviar la sangre los nutrientes y el oxígeno a todo el cuerpo, los pulmones no alcanzan a abastecer el oxígeno que requiere el organismo y aparece la fatiga, y el intestino desde la boca hasta el ano, cobra la factura absorbiendo los nutrientes y convirtiendo las calorías excesivas en grasa y es cuando aparece la obesidad y la dificultad para un buen sexo.
Sin duda ésta como otras temporadas los obesos volverán a sentir dificultad cuando estén tratando de disfrutar la vida sexual, el erotismo requiere de esfuerzo físico, de un buen desempeño mecánico del cuerpo.
Una persona obesa está limitada y limita a su pareja, desde el reflujo gastroesofágico, la congestión estomacal, la inflamación de los intestinos, la acumulación del contenido fecal, o las flatulencias, la taquicardia o latidos cardíacos aumentados, la dificultad para respirar, todos estos signos y síntomas saturan las vías del placer y aparece un efecto paradójico: la frustración.
Vida sedentaria, exceso de comida y alcohol, multiplicado por diez, veinte o más días, terminan haciendo de la persona un obeso frustrado en el terreno y el desempeño sexual. Posadas y obesidad terminan por frustrar la vida sexual de cualquier persona, más en el terreno erótico que afectivo.
Artículo publicado el 18 de diciembre de 2022 en la edición 1038 del semanario Ríodoce.