Cine: ‘El niño detrás de la puerta’

Cine-El niño detrás de la puerta

La relación de amistad entre los adolescentes Bobby (Lonnie Chavis) y Kevin (Ezra Dewey) es tan estrecha, que comparten mucho de su tiempo y actividades, como la práctica del béisbol. En el trayecto a uno de los entrenamientos de ese deporte, luego de prometerse mutuamente estar juntos siempre, involuntariamente los chicos terminan en un lugar distinto, en el que, además de poner a prueba su pacto, viven la que pudiera ser su experiencia más intensa, dolorosa y traumática.

Aunque el título y el cartel sugieren una película más de terror, El niño detrás de la puerta (The Boy Behind the Door/EU/2020), escrita y dirigida por David Charbonier y Justin Powell, se trata de un thriller, que, sin ser un producto realmente innovador, ofrece algunos aspectos que lo hacen interesante y logra que el espectador se mantenga entretenido hasta el final y quede mayormente satisfecho.

En la cinta, destaca que la historia se exponga como una especie de anécdota y no ahonde más allá del suceso que viven Bobby y Kevin: se desconoce de dónde provienen; qué hacen además del béisbol; con quién viven; si estudian o no… solo se sabe que desean huir a California, que juegan en un mismo equipo y desean ser amigos siempre. Esa ausencia de su origen y contexto hacen que la problemática se perciba universal, y que el público se identifique más fácilmente con la trama y se apropie de ella.

Las actuaciones de Chavis y Dewey es otro punto a favor. Sin bien el primero tiene más tiempo en pantalla y es quien se mete en esa dinámica de perseguir y ser perseguido, cada que estos dos prometedores actores aparecen, consiguen un excelente desempeño: transmiten de manera natural y honesta el cariño que se tienen, sus temores, desesperación, impotencia y sufrimiento.

Aun con su buen ritmo, las actuaciones bien logradas, el abordaje de una profunda amistad entre dos varones adolescentes que no tienen conflictos para expresarse afecto, las acciones bien desarrolladas y una narrativa que obliga a la atención plena en todo momento, el filme también tiene sus desventajas, como que algunas escenas son demasiado absurdas e inverosímiles: no es creíble que, por su edad, Bobby tenga esas habilidades para observar, analizar y decidir qué hacer en función de salvarse y auxiliar a su amigo; que enfrente y venza a sus victimarios como si tuviera experiencia y fuerza física para ello.

Aunado a que la cinta es un tanto obvia y predecible, otro punto en contra es su clara referencia a El resplandor (1980), lo cual, lejos de verse como un homenaje al clásico de Stanley Kubrick, se percibe repetitivo y de mal gusto. Este aspecto no solo se debe a que se destroce una puerta con un hacha, sino, además, a que la historia se desarrolla mayormente en un mismo espacio: en lugar del enorme y elegante hotel que recorren Shelley Duvall, Jack Nicholson y Danny Lloyd, ahora se hace en el interior de una casa que bien puede ser un personaje más.

En el filme, que es el primero en la filmografía de estos realizadores, tampoco se ve bien que se recurra a estereotipos para caracterizar a los personajes, los cuales, lejos de abonar a la trama, son obsoletos y desagradables. Específicamente, el que se tome en cuenta el color de piel para que una persona sea “secuestrable” o no. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 30 de octubre de 2022 en la edición 1031 del semanario Ríodoce.

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