Las obras se inspiran en el coco y se ubican en Zihuatanejo
Leonel y Carlos Maciel, no solo son hermanos. También son los creativos que comparten una pasión; la pintura en sus distintas modalidades y temáticas.
Cada uno ha caminado por el mundo del arte de manera independiente; el primero con una propuesta erótica y el segundo con sus mundos fantásticos.
Y aunque su obra es universal, siempre han estado ligados a sus espacios cercanos; en este caso Guerrero, la tierra de la que emergieron y a la que regresan para regalarles dos murales de gran formato.
Es en la comunidad de Cocoyul, en el municipio de Zihuatanejo, específicamente en el Museo del Coco, en donde desarrollan; Alegoría del coco y Mitografías del trópico.
“Estas piezas se hacen en un espacio para la exploración de la gastronomía y del uso del coco, en todas sus facetas, desde las bebidas hasta las industrias”, explicó Carlos Maciel.
“Nosotros crecimos con las plantaciones de cocoteros, las huertas de coco, crecimos bajo esa visión, viendo que en medio de la palmera aparecían otro tipo de productos, la palmera la madera, la hoja, la penca, el fruto, agua, la carne tanto para el consumo para alimentos, bebidas”.
Ellos, contó, son parte de la historia de la comunidad, y aunque no sabe si se les deba algo, siempre como artista siente ese compromiso de compartir lo que haces.
“Estos murales lo que puedes hacer, es una manera de contribuir al desarrollo de la comunidad y en este caso sabemos que el mural va a tener un gran impacto. Cedimos derechos para que ellos pueden hacer, blusas, bolsas con imágenes del mural”.
Mural para el coco
Cuando nació el museo, dijo Maciel que pensaron en aportar su arte, como una manera de lo mucho que han recibido de él. El lugar está bordeado de 10 mil palmeras. El calor es endemoniado y las tardes frescas y atardeceres hermosos con bandadas de mosquitos.
“Planteamos dos murales de gran formato. En Alegoría del coco, se describen todas las vicisitudes de la llegada del coco a América y a la costa grande Guerrero, que no fue en el mundo prehispánico”, contó.
“Existe la teoría de que el coco llegó de la Polinesia por flotación. Después de tardar meses en el agua, echa la raíz y sale la bellota, en miles de años llegaron y se fueron enraizando en las orillas de estas playas”.
El también historiador recordó que los europeos ya conocían el coco, inclusive hasta donde se sabe la reglamentación en la armada portuguesa era obligatorio llevar siempre coco.
El mural trata de jugar con esta idea, realizado con una técnica llamada mayólica, cuyo efecto es bastante interesante.
En más de 20 metros, las imágenes son poderosas, abren la puerta a un mundo que los hermanos Maciel diseñaron para dialogar con él.
Al alimón
En este primer mural que hacen al alimón, más de 14 mil mosaicos configuran la visión colorística de los artistas.
“Cada uno le fue dejando el espacio al otro, existe un mismo sentido que es el gusto por la vida, la irreverencia, es la desacralización del arte”, apuntó.
“Mi hermano también estará de acuerdo que no pretendemos educar, ni ser ejemplos de nada, pero si alguien mira este mural pueda decir qué alegría y que su estado de ánimo sea de felicidad”.
Para compaginar las ideas, señaló que siempre estuvieron en sintonía. Fue en 2019 cuando lo proyectaron y están en sus últimos detalles. El 29 de mayo serán inaugurados.
Artículo publicado el 22 de mayo de 2022 en la edición 1008 del semanario Ríodoce.
