Los asistentes a una escuela para personas con síndrome de Down han compartido por décadas su vida, momentos de recreación, trabajo y clases, por lo que no es casualidad que surjan amistad y noviazgos entre ellos, y deseen unirse en matrimonio, aunque sus familiares y los profesores no estén de acuerdo. Las cosas se complican cuando uno de los alumnos anuncia que ya no volverá al colegio, porque no puede pagar las cuotas.
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En el 2020, con El agente topo, documental nominado al Oscar el año pasado, Maite Alberdi tocó los corazones de millones, provocó la reflexión acerca de lo que viven, sienten y experimentan los adultos mayores en las estancias destinadas para ellos, y en las razones de algunos de sus familiares para cuestionar el trato que ahí reciben, además de que sorprendió con una manera creativa y original de elaborar su película.
Hace seis años, la realizadora chilena escribió y dirigió Los niños (Chile/2016), un documental, disponible en Netflix, en el que muestra lo que hace un grupo de personas de mediana edad en una escuela en la que pasan la mayor parte de su día; los oficios que aprenden; el trabajo que desempeñan y por el que obtienen un módico ingreso; las relaciones afectivas que establecen; los sueños que quieren alcanzar, sus mayores deseos e ilusiones; lo que los hace feliz y los entristece; lo que los mueve a vivir y querer ser como cualquier otro individuo.
Indudablemente, el filme, fotografiado por Pablo Valdés (como todos los de Alberdi), conmueve. Es casi imposible mantenerse al margen ante las lágrimas de Anita María Rodríguez, al escucharla insistirle a su madre que quiere casarse, tener hijos y vivir con Andrés Martínez, o al verla abandonar la oficina de una de sus profesoras a la vez que le dice que “no se puede hablar con nadie”. Es complicado ser imparcial al ver a Andrés en una iglesia pidiendo a Dios que limpie su cuerpo y su sangre para “hacer la vida normal” al lado de su novia; al mirarlo, resignado y sin protestar, aceptar la decisión de sus hermanas de ya no mandarlo a la escuela, por falta de dinero, por lo que no verá más a su novia; y al asegurarle a sus amigos que siempre los llevará en su corazón.
Es difícil no tomar en cuenta las preocupaciones de Ricardo Urzúa porque, con dos empleos no le alcanza el dinero y tiene la “mala suerte” de no encontrar uno más. No obstante, tampoco se puede dejar de sonreír con las ocurrencias de Rita Guzmán, por sus constantes peleas con Rodrigo Carrasco, y por los efusivos y apasionados besos que insiste en darle a su novio, aunque él se incomode y no quiera; y es obligado a disfrutar de los coordinados bailes de un alumno en los patios de la escuela.
Alberdi sabe cómo provocar las emociones de los espectadores: llevarlos de la risa al llanto, sin inconvenientes, pero, a diferencia de su fluido El agente topo, con Los niños se detiene y pierde tiempo en situaciones repetitivas y retrasa los momentos en los cuales sus protagonistas se muestran (todavía más) transparentes y libres, dicen lo que realmente quieren, luchan por todos los medios para realizar sus más grandes deseos, así se les desgarre el alma y sufran por lo complicado de lograrlo. Véalo… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 06 de febrero de 2022 en la edición 993 del semanario Ríodoce.
