Durante sus vacaciones en una isla griega, la profesora Leda (Olivia Colman) se topa con Nina (Dakota Johnson) y su pequeña hija, quienes, al principio le causan una gran simpatía. Sin embargo, no pasa mucho tiempo para cuando la solitaria mujer comienza a ver en esa joven y su niña su pasado, lo cual la lleva a enfrentarse a esos conflictos guardados y no resueltos, en los que sus dos hijas están involucradas.
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Por varias razones, el reciente estreno en Netflix de La hija oscura (The Lost Daughter/EU/2021), en pocas palabras, es un deleite. La primera es que está escita y dirigida por Maggie Gyllenhaal, esta estupenda actriz (hermana de Jake, el de El príncipe de Persia, 2010; Secreto en la montaña, 2005; y Donnie Darko, 2001), quien con su basta experiencia frente a la cámara (impresionante actuación en La secretaria, 2002), logra un trabajo que refleja su amplio conocimiento en lo que involucra la realización de una película, no solo desde un ángulo.
Otra razón es la extraordinaria interpretación de Olivia Colman como Leda (de mayor, porque de joven lo hace, también estupendamente, Jessie Buckley, de Pienso en el final, 2020). La ganadora del Oscar a mejor actriz por La favorita (2018), entrega una actuación en la que muestra a una madre muy alejada del estereotipo tradicional, quien al intentar sobresalir en lo profesional debe tomar fuertes decisiones y riesgos, y asumir las consecuencias de sus actos.
a también protagonista de El padre (2020) se mueve como pez en el agua entre diferentes emociones y actitudes; como todo ser humano, lo mismo tiene actos buenos y malos, igual es amable que cortante u ofensiva, y tanto puede provocar en los demás una sonrisa que llanto o coraje.
La cinta que ha sido nominada a premios como los Globos de Oro, los Critics Choice Awards, Independent Spirit y al Sindicato de Actores, en mejor película, dirección, actriz, guion, entre otros, tiene además la ventaja de su excelente historia, con la que no es común toparse, en la que se expone una maternidad distinta a lo abnegado, a esa entrega (casi) total de una mujer por sus descendientes, al sacrificio de dejar los sueños y anhelos propios por conducir a otros a logarlos. La trama se cuenta en tres tiempos: presente, pasado reciente y pasado lejano, en la que se pueden ver algunos flashbacks dentro de ese largo flashback que implica la cinta, la cual se desarrolla con un fluido ritmo, y con algunos aspectos que, por momentos, la sacan del drama y la sitúan en el suspenso.
Esa agradable música a cargo de Dickon Hinchliffe, la precisa fotografía de Hélène Louvart y las notables actuaciones de Ed Harris, Peter Sarsgaard (irreconocible), Dagmara Dominczyk y Paul Mescal, son otros factores que hacen disfrutable a La hija oscura, basada en la novela homónima de Elena Ferrante, con la que Gyllenhaal comienza con los pies firmes, segura, como cineasta. Además de que la película está a cargo, mayormente, de mujeres en los aspectos más importantes que involucran la realización del cine: dirección, guion, la fotografía, producción y actuación, las expone a ellas y las situaciones con las que generalmente se les relaciona, de una manera poco usual en la pantalla.
Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 30 de enero de 2022 en la edición 992 del semanario Ríodoce.
