El Fiscal en su laberinto

SARA BRUNA QUIÑONEZ. La rifa del tigre.

Juan José Ríos Estavillo se enclaustró en el cuarto piso del edificio de la fiscalía a piedra y lodo. En cuatro años y medio –de siete para los que fue elegido-, apenas apareció públicamente. En los casos de incertidumbre pública, de peligro social como el “jueves negro” o las múltiples desapariciones, nunca salió a explicar la actuación que la ley le obliga, se escudó en todo momento en la confidencialidad. La sociedad no quería detalles, sino certeza de la actuación ministerial.

Tampoco intentó un acercamiento personal o de atención con decenas y centenas de grupos o familias que reclamaban la investigación ministerial. Ríos, abogado constitucionalista que gusta de citar los textos, debió cincelarse una afirmación simple y sencilla que está en la ley orgánica de la fiscalía: El Ministerio Público del Estado tiene como función representar a la sociedad.

Pero no es el estilo personal de llevar la institución lo que lo interrumpe su mandato. Tiene los días contados, salvo que prefiera la ruta complicada de atrincherarse –lo que ha hecho muy bien estos cuatro años y medio- y defenderse de la embestida que le solicita “amablemente” su renuncia del cargo.

En otros tiempos, Ríos Estavillo y el gobernador en turno, hubiesen inventado asuntos personales, una enfermedad que tratar, o la migración a otro cargo, para una salida necesaria pero simulada.

Sin embargo, Rubén Rocha, el gobernador electo, no tiene ningún empacho en insistir que el Fiscal Ríos Estavillo no se puede quedar. No hay interlocución con el diseño de gabinete que tendrá Sinaloa a partir del 1 de noviembre, entonces por la gobernabilidad es mejor que él mismo acepte y salga.

Es bueno hablar directamente, como lo intenta Rocha, sin eufemismos, pero al mismo tiempo el gobernador electo está cruzando una línea peligrosa que lo lleva a inmiscuirse en organismos que en el diseño constitucional son autónomos precisamente para evitar los excesos de uno de los poderes.

Pero el Fiscal Ríos Estavillo tampoco hizo mucho por blindarse, fue en sentido contrario. Entró en la cueva, ejerció el poder enviando órdenes desde la cúspide evitando en todo momento el contacto, se aisló de cualquier respaldo social o ciudadano. Se equivocó al elegir a sus enemigos, jugó sucio.

En este episodio, como en todos los anteriores donde se esperaba que el Fiscal actuara como el representante de la sociedad, Ríos Estavillo se queda en la cueva y calla.

Si su antecesor Marco Antonio Higuera Gómez, incondicional del gobernador Malova, era pródigo en detalles de algunas investigaciones y se volvía a hasta morboso en las explicaciones –en otras igualmente se ocultó, cuando no convenía. Ríos Estavillo se fue al otro extremo: no se puede decir nada de nada, las investigaciones están en curso, el órgano constitucionalmente autónomo…

Margen de error

(Mil cabezas) No se piense que únicamente se trata de un asunto de comunicación el de Ríos Estavillo, porque debe admitirse que internamente le dio un cauce institucional a la Fiscalía, integró expedientes que unos años atrás en los tiempos de la Procuraduría resultaban un fiasco, mejoró algunos de los indicadores del desempeño, pero el monstruo tiene mil cabezas.

El oscurantismo en que llevó las riendas de la Fiscalía provocan que sea imposible dimensionar en donde se encuentra en estos momentos el ministerio público de Sinaloa. ¿Igual que antes? ¿Mejoró el sistema? ¿Se desmanteló a la Policía Investigadora, antes Ministerial, que armó Jesús Antonio Aguilar Íñiguez? ¿La corrupción de los ministerios públicos? ¿La extorsión de los policías que investigan el robo de autos, pero cobran cuotas para regresar un vehículo? ¿Para liberar a un detenido?

La tan repetida autonomía constitucional a la hora de la hora resultó vulnerada constantemente, cuadrando expedientes para resolver asuntos que mandaba el gobernador Quirino, y el caso más claro fue el del extesorero Armando Villarreal.

Mirilla

(Maletas) El trayecto aun será largo, Ríos Estavillo tendrá que hacer maletas pero no con la alegría de Quirino Ordaz, con la vista más allá del Atlántico. Al final el gobernador dejará solos a todos, y uno de esos huérfanos será Ríos Estavillo.

El estilo de Quirino Ordaz fue ir tejiendo una relación con el Presidente López Obrador que se convirtiera en una red personal, no de equipo, ni mucho menos de un grupo político.

Primera cita

(Bruna) Se equivocan quienes piensan que el tema de Fiscalía General de Justicia en un asunto de un solo hombre –o de una mujer- al frente. Porque, hay que insistir, ese monstruo tiene mil cabezas.

Son decenas de ministerios públicos, auxiliares, secretarios, policías, investigadores, coordinadores, en un sistema que nunca ha conocido la continuidad. Que va siempre dando tumbos, virando el rumbo. En la Fiscalía nunca se sabe para dónde va.

Rubén Rocha tiene claro quién será la sustituta de Ríos Estavillo. Y seguramente no se equivoca en el perfil, la todavía jueza Sara Bruna Quiñonez.

Pero ¿sabe Rocha a donde debe ir la Fiscalía? ¿Cómo recomponer un sistema por demás atorado, enlodado, oscuro? (PUNTO)

Columna publicada el 26 de septiembre de 2021 en la edición 974 del semanario Ríodoce.

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