Entré el lunes pasado a la que fuera casa del Chapo, la propiedad del momento porque se incluyó entre los premios en especie en la Lotería Nacional del día de la Independencia.
Premio número 11, de los menos caros en la rifa que promovió directamente el Presidente López Obrador. Los premios mayores eran ranchos, una casa en el Pedregal –de otro narco- y el palco en el estadio Azteca –propiedad del mismo gobierno-, pero la casa en Culiacán despertó el mayor interés. Todos querían conocer por dónde huyó el Chapo.
La propiedad es modesta: tres recámaras, dos baños, cochera, patio trasero, sin lujos. Dos atractivos: una ubicación estratégica que conectaba la tina de baño con los túneles pluviales, para una salida apresurada; y el otro atractivo es una metáfora en la que nadie pensó, está en la colonia Libertad, lo que pretendía mantener uno de los hombres más buscados cuando habitó por algunos momentos la casa con el número 1811 de la calle Emiliano C. García.
Quien no sabe de vivir a salto de mata piensa que hombres como el Chapo viven siempre en la opulencia, lujos al por mayor y comodidades plenas. La casa de la Libertad no tiene nada de eso. El terreno es del tamaño de una cancha de basquetbol, grande para los estándares actuales, pero normal en colonias de Culiacán fundadas hace medio siglo.
No hay maderas caras en los closets, son de PVC, no hay mármol o duelas, ni alberca o jacuzzi, sala de juegos o de cine, nada de lo que se piense como un lujo. Según los avalúos del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, INDEP, la casa cuesta 3.6 millones de pesos. En una subasta de mayo pasado no hubo ofertas para su compra, y eso que la puja inició un millón debajo de su precio actual.
Joaquín Archivaldo Guzmán Loera es un hombre pobre, podría decirse, no tiene bienes de ningún tipo, no es dueño de ningún carro, terreno, casa, edificio o empresa.
El negocio, dicen las indagaciones judiciales, movía cientos de millones de dólares y él no tenía un ladrillo a su nombre. Quizás ni cartera usaba, no necesitaba traer dinero. Se puede tener todo sin ser dueño de nada. Así es la vida.
Margen de error
(Testimonios) Para efectos legales la casa de la rifa nunca fue, ni es, del Chapo. Para efectos mediáticos es distinto, se trata de la casa donde huyó cuando los Marinos lo tenían cercado en febrero de 2014, después de trece años de la fuga del penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco.
Siendo escrupulosos, los testimonios respecto a la evasión del cerco en ese 2014 son contradictorios. Pero eso poco importa, son tiempos de replicar lo que otros dicen porque atrae vistos y likes.
Víctor Vázquez, de la Agencia Antidrogas americana, la DEA, aseguró ante el gran jurado que tenían ubicados cinco domicilios donde podría estar el Chapo de manera segura en Culiacán. Simultáneamente fueron asegurados, no estaba en ninguno. Eso dice la DEA.
Aquí entran las contradicciones, la Marina Armada mexicana asegura que huyó de la casa de la colonia Guadalupe, que ya fue subastada por el gobierno de López Obrador y que, como la de la Libertad, contaba con un pasadizo de la tina de baño a los túneles pluviales.
Esa versión la sostiene la diputada Lucero Sánchez, quien también en el juicio dijo que ella lo acompañaba en la recámara cuando se supieron cercados por los efectivos de la Marina. Aunque no aclara si estaban en la casa de la rifa o en la de la subasta.
¿Fue en la Libertad o en la Guadalupe? Ya no queda claro.
Mirilla
(Vestigios) La casa tiene dos baños, uno de ellos era especial. Contaba con un pistón que levantaba la tina de baño para dar paso a una escalera, unos pasos abajo había una puerta, tipo exclusa, para acceder a los túneles sin que el agua en temporadas de lluvia penetrara a la vivienda. Después, ya todo dependía del largo laberinto de la red de canales pluviales construidos por el gobierno de la ciudad para desfogar arroyos y ríos que se forman en cada lluvia en los cerros y cañadas de la Libertad, Buenos Aires y Díaz Ordaz, colonias aledañas a la casa.
Ahora en lugar de la tina está una losa de cemento, forrada de mosaico. En la remodelación para incluir la casa en la rifa se borró la evidencia. En el baño quedó como un lugar de sobra, inútil, un agujero cubierto.
Primera cita
(Túneles) Puede concluirse que el Chapo confiaba más en los túneles, que en sus protectores o en la red de agentes policiacos y políticos en su nómina (un asunto que se evitó en las indagaciones judiciales en México, y forma parte del imaginario popular, pero no de la certeza legal).
Por túneles estuvo trasladando drogas en la frontera de México a Estados Unidos. Las casas que se le atribuyen como propiedad tenían túneles, por si era necesario salir en pijama o desnudo de la recámara a la red pluvial y luego a la calle por una alcantarilla.
Fue por un túnel su última gran fuga. Conectaba un baldío cercano con el resumidero de la ducha de su celda, en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez. La última captura, en Los Mochis, Sinaloa, casi logra evadirse al cruzar un túnel de la casa a la calle.
Los túneles son de una construcción simple, básica. Funcionales. Son de un solo uso. Una vez descubiertos son destruidos.
Deatrasalante
(Premio) La casa lleva siete años abandonada, pero como entró en la rifa se remodeló por completo. Es una casa normal, nada especial en ella.
Ya tiene dueño, o dueños, nada menos que quienes compraron los cachitos de la lotería con el número 1438619. ¿Les tocó el premio envenenado o aquí acabará la historia? Mientras, se sigue hablando de la casa como si la habitaran fantasmas (PUNTO)
Artículo publicado el 19 de septiembre de 2021 en la edición 973 del semanario Ríodoce.