Trasvase político

ERNESTO NORZAGARAY

Cambiar de posición política, sería la definición más sencilla cuando hablamos de trasvase y esta puede estar ligada a una decisión personal o, también, a una estrategia de cooptación que es lo que podría estar sucediendo en México.
Los relevos sexenales siempre han sido un momento propicio para que el político afirme su militancia en un partido o, para que la redefina, en función de los incentivos que tiene para tomar una u otra alternativa.
Tradicionalmente han sido la continuación de las carreras político-administrativas en un cargo en la función pública federal o estatal, incluso, en el servicio exterior o, en su defecto, que al no verlo claro decidan cambiar de militancia.
En estos días se ha hablado mucho de que desde la Presidencia de la República existe una estrategia de cooptación de algunos gobernadores de la oposición, entre ellos el de Sinaloa, que el último día de octubre dejara el cargo.
La explicación más sencilla es que es la culminación de un coqueteo que lleva años y que las dos partes, como una relación de mutuo entendimiento, deciden ir a la segunda fase, que en el caso que nos ocupa sería el cambio de adscripción política.
Pero, esa suerte de enamoramiento político tiene otras aristas, que tendrían que ver, al menos, con el gobernador cooptado que es reducir los riesgos de persecución política al final de su mandato por hechos que potencialmente pudieran configurar delitos en el ejercicio de la función pública.
Los pactos de impunidad están muy arraigados en nuestras tradiciones políticas y, ahora, cuando existe una narrativa desde el poder en contra de la corrupción, está demostrado que hay excepciones a la regla.
Y la puesta en marcha, de una política de trasvase político, podría provocar que se atenúen las posibles incorrecciones en el ejercicio de la función pública.
Claro, esta política es selectiva, no caben todos, no basta solo ser gobernador como lo demuestra el caso de Francisco García Cabeza de Vaca, quien tiene abierto proceso por vínculos con el crimen organizado y enriquecimiento inexplicable, se trataría en esta política de trasvase atraer a Morena aquellos cuadros claves para las identidades y la competencia política. Incluso, habiendo tenido resultados diversos en los comicios del pasado 6 de junio.
Veamos: está el caso del aguerrido Javier Corral, en Chihuahua, donde si bien la gubernatura quedará en manos del PAN, él ha dicho que dejara de militar en el partido blanquiazul y tiene la invitación para sumarse a las filas de Morena.
Recientemente, Diego Petersen, un destacado analista tapatío ha escrito que lo mismo pudiera suceder con el gobernador Enrique Alfaro que milita en el partido Movimiento Ciudadano y quien podría tener un distanciamiento con Dante Delgado, su dirigente nacional, quién está preocupado por el futuro de su partido, mientras Alfaro por su futuro político.
Aunque, al inicio de su gestión señaló que al terminar su mandato se retiraría de la política activa. Hoy, es un político que ha demostrado capacidad para conservar Jalisco bajo las siglas de MC y está bajo amenaza del Cártel Jalisco Nueva Generación, y difícilmente, podría retirarse a su domicilio a disfrutar de su familia sobre todo con el antecedente del asesinato de Aristóteles Morales, su antecesor en el Palacio de Gobierno.
También, está Quirino Ordaz, quién para un sector del priismo, entregó la plaza al presidente López Obrador y esta será gobernada por Rubén Rocha, quien hizo posible una amplia alianza que va desde la vieja izquierda hasta con empresarios que han sido carne de escándalo, como el llamado grupo Arhe, pero, también, el papel que jugó el narco en las pasadas elecciones.
Y, podríamos agregar a la sonorense Claudia Pavlovich, de quien se rumora que, al entregar el poder a Alfonso Durazo, podría asumir el consulado de México en Barcelona.
Se podrá decir que son simples especulaciones y que de esto no hay nada firme, pero hay mensajes que se han hecho públicos y han trascendido la esfera del cotilleo, y si eso sucede es evidente que la perjudicada será la coalición “Va por México” que perdería activos importantes para la elección presidencial de 2024.
En definitiva, estamos en una etapa de recambio político y la movilidad de militantes será la constante en los siguientes años.
Para empezar, podría suceder en Sinaloa.

Artículo publicado el 29 de agosto de 2021 en la edición 970 del Semanario Ríodoce.

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