La doble vida de Abel; químico en el Hospital de la Mujer y fabricante de fentanilo en su casa

FENTANILO. La potente droga de moda.

Abel “M” era químico farmacéutico biólogo en el Hospital de la Mujer y en su casa productor de pastillas de fentanilo.

Desde hace 10 años trabajaba en el hospital realizando análisis químicos, de orina, sangre, hormonales, perfil tiroideo, preoperatorios y grupos sanguíneos.

Abel se convirtió en el primer detenido y sentenciado por producción de fentanilo en el estado. En su casa aseguraron 5 mil 310 pastillas, sustancias y maquinaria para producirlas.

Tras un juicio oral fue sentenciado a 10 años de prisión por el delito contra la salud, en la modalidad de producir fentanil, en su variante de manufacturar o acondicionar; y a un año 6 meses por posesión de armas de fuego y cartuchos de uso exclusivo.

El trabajo de Abel era solo hacer las pastillas, a él le entregaban el fentanilo y lo mezclaba con otras sustancias. La fábrica era su casa donde vivía con su esposa y sus dos hijos.

Junto con él fue detenida su esposa Carmen “Y”, pero a ella no la vincularon a proceso penal.

La detención de la pareja fue el 14 de agosto de 2019, durante un cateo a su vivienda en el fraccionamiento Portalegre Residencial, en Culiacán.

A las 3:05 horas llegaron policías y agentes del Ministerio Público de la Subprocuraduría Especializada para Investigación de Delincuencia Organizada con una orden de cateo.

Los agentes tocaron la puerta en tres ocasiones y debido a que no abrieron entraron por la fuerza y al entrar a la cochera Abel abrió la puerta de la casa.

Abel fue detenido y su esposa que se encontraba en la segunda planta también. En la recámara estaban los dos menores por lo que llamaron a los abuelos para que fueran por ellos.

El acusado declaró que los agentes le cuestionaron por el paradero de “millones de dólares” y si era la persona de apodo el “cubano” proponiéndole llegar a un acuerdo.

En la sala, pegada en un muro a un costado de la puerta, había una máquina tableteadora con ruedas y engranes y un maneral que al moverlo baja un cilindro que hace presión con una placa que tenía grabado el número “30” y la base del cilindro tenía grabada la letra “M”.

También en la sala, sobre una silla, había una mochila con una pistola Taurus calibre 9 milímetros y un cargador del mismo calibre con cinco cartuchos útiles.

Sobre la mesa del comedor estaban dos contenedores de plástico que contenían bolsas y otros contenedores con diversas sustancias como celulosa, dipirona, sacarosa y fosfato de calcio.

En el área de cocina localizaron un cajón, debajo de la parrilla, en el que había un recipiente con pastillas color verde que tenían grabado el número “30” por un lado y la letra “M” por el otro.

En el piso de la cocina había una cubeta que contenía una bolsa y un frasco con polvo blanco.

En el patio trasero, donde se ubica el área de lavado, estaban seis bolsas con polvo blanco y un frasco con óxido de aluminio.

En una recámara en la planta alta, en la parte inferior de una litera hallaron un recipiente con polvo verde; en otra habitación había un mueble para televisión en el que encontraron una bolsa de plástico con tres envoltorios sellados al vacío con pastillas color verde.

En el closet de la misma habitación descubrieron una caja de cartón con 15 cartuchos calibre .45.

Tras encontrar las pastillas, sustancias y demás objetos, el Ministerio Público cuestionó a la pareja sobre ellos y no hicieron ninguna manifestación.

La investigación contra Abel empezó días antes del cateo por una denuncia que señalaba que en esa casa hacían pastillas de fentanilo, por lo que agentes investigadores efectuaron vigilancias fijas y móviles observando las actividades diarias del acusado.

Uno de los agentes que participó en la investigación declaró que el 2 de agosto observó cuando Abel, con ayuda de otras personas, bajaban la máquina tableteadora de su vehículo y luego bolsas con sustancias.

El acusado dijo que los objetos ilícitos fueron introducidos al domicilio por las personas que participaron en el cateo y lo obligaron a colocarlos en diferentes partes.

Durante el juicio declaró la esposa del acusado y dijo que el cateo fue en horario distinto y en circunstancias diferentes a las que narraba el Ministerio Público.

Declaró que le apuntaron con una pistola en la cabeza cuando se encontraba en la recámara con sus hijos y les tomaron fotografías.

Aseguró que las pastillas y cartuchos encontrados en la habitación fueron puestos por uno de los policías.

El juez señaló que el acusado no fue encontrado produciendo fentanilo sin embargo con los indicios localizados puede concluirse que ya se había cometido o se estaba cometiendo la conducta.

Con los testimonios e indicios, mencionó, se logra corroborar que las pastillas se produjeron en ese lugar y no en otro y que los indicios se utilizaban para la producción.

Aunque no se encontraron los precursores para producir propiamente fentanilo, lo cierto es que, como se dijo, se encontró dicha sustancia ya elaborada y mezclada como ingrediente activo con otras diversas que hacen la función de excipientes farmacéuticos para dar volumen o consistencia a un comprimido, así como lubricantes o disolventes que funcionan para su debida distribución en el torrente sanguíneo, estableció.

El juez señaló que valorando las pruebas de forma lógica y natural, sana crítica y máximas de la experiencia, son suficientes para demostrar que efectivamente en ese lugar el acusado producía pastillas de fentanilo.

Por su responsabilidad penal en la comisión de los delitos atribuidos se estima imponer la pena de 11 años 6 meses de prisión y 120 Unidades de Medida de Actualización, equivalentes a 10 mil 138 pesos, mencionó.

El juez decretó el decomiso de todo lo asegurado, excepto la casa porque no es objeto del delito y no se demostró que sea producto de la comisión de un delito.

Artículo publicado el 04 de julio de 2021 en la edición 962 del semanario Ríodoce.

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