Vamos a la playa

PLAYAS SINALOENSES. Fiestas contagiosas.

La gran mayoría de los gobiernos locales, sin admitirlo ni decirlo, tomaron una decisión hace tiempo. De hecho la más importante decisión en medio de la pandemia: entre salud o economía, optaron por privilegiar la economía. Por más que se diga lo contrario, aquí no hay posibilidad de tomar ambos caminos, de un equilibrio entre los dos, de andar un tiempo por la salud y otras veces por la economía.

Es imposible atender salud y economía porque se contraponen, cuando las decisiones colocan por encima a la salud, afectan directamente la economía (pública y privada). Y viceversa. En sí mismo no es bueno o malo una u otra, correcta o incorrecta, simplemente como todas las decisiones en los gobiernos tendrán consecuencias distintas. Recuérdese que cuando un gobierno no hace algo, también está decidiendo.

El periodo vacacional de semana santa es la muestra. Ante la más grande movilización del año en unos cuantos días, los gobiernos optaron por la apertura total de la economía, con restricciones de forma y no de fondo. Esa decisión, desde el gobierno, es privilegiar la economía por encima de la salud. Simplemente. Eliminemos eufemismos, posturas políticas y quedadera de bien: ante la pandemia aun viva y apenas en el descenso leve de la anterior ola, se pone por encima a una economía maltratada por todo un año de cierres y restricciones. ¿Y la salud? Esa es responsabilidad de cada familia. El estado no se mete en eso.

Los agregados a la medida para esta semana santa son meros adornos: Podrá lanzarse un decálogo de las medidas preventivas, muy ad hoc saliendo Hugo López-Gatell con su propia tabla de los 10 mandamientos. No matarás, no robarás…no acudirás a concentraciones, te lavarás las manos…

Privilegiar la economía es el camino fácil, y hasta cierto punto popular. Después de un año en pandemia, casi de acostumbrarnos a la muerte diaria, a tener encima los cientos de muertes que cada 24 horas se actualizan, a cargar siempre el riesgo del contagio, la brisa de mar podría ser un buen remedio de salud.

La economía es el camino fácil tal como los gobiernos han optado por privilegiarla, porque únicamente se eliminan las restricciones para la apertura de los negocios –hoteles, restaurantes, comercios y servicios- y se permiten los accesos a espacios públicos como playas, parques, centros de recreo. No va en ningún caso acompañada de alguna acción específica de la autoridad. Excepto lo que cada año hace: mover policías y protección civil para el orden público y tratar de disminuir accidentes.
No más. Nada excepcional.

Al final las consecuencias no podrán cuantificarse con precisión porque nunca sabremos qué hubiese ocurrido si se optara por el confinamiento y otras medidas tendientes a privilegiar la salud.

Margen de error
(Privilegios) Si los gobiernos privilegiaran la salud, la apertura de la economía y la ausencia de restricciones a la movilidad en semana santa, estarían acompañadas de una serie de medidas para reducir los riesgos de contagio en las zonas abiertas y en el sector privado. Esas restricciones, evidentemente, afectarían la economía porque exigirían al sector privado medidas internas que incrementan sus costos. El sector público igualmente estaría obligado a enviar personal y recursos para verificar si se cumplen esas obligaciones.

Cuando un gobierno no ofrece dinero para alguna actividad, es decir cuando no dedica presupuesto público, no establece prioridades entonces, ni demuestra que realmente está privilegiando o atendiendo cualquier tema. Puede declarar un alcalde, un gobernador o el presidente sobre ese asunto público, pero si no movilizan presupuesto solo serán palabras al viento. El Estado se mueve con presupuesto. No hay de otra manera.

En conclusión, el mensaje ante estas medidas de vámonos todos a la playa es suficientemente claro: se coloca por encima a la economía por la salud.

Mirilla
(Tiempo) Un año después de que el mundo quedó atrapado por la pandemia, y con las elecciones intermedias encima, los gobiernos siguen atrapados en la misma dinámica que emprendieron cuando el coronavirus era una amenaza. Los ataques de la pandemia han sido feroces, los miles de muertos y la caída económica son las principales consecuencias, aun así poca innovación se ve en las acciones de los gobiernos, de cualquier nivel.

Siguen repitiéndose las mismas acciones y evidentemente se anticipan los mismos resultados que hemos tenido hasta ahora. Es como si cada gobierno pareciera resignado a que no puede hacerse más. Están desde el poder aterrados a tomar una decisión errónea, peligrosa, arriesgada, por eso un año después seguimos con las clases a distancia. Nadie quiere tomar la decisión de que niños y niñas, jóvenes y maestros, regresen a las clases presenciales.

Por eso también la decisión de privilegiar la economía esta semana santa, a final de cuentas con las olas de contagios que han ocurrido –en mayo y junio, primero; y en diciembre y enero después- los hospitales y el personal médico respondió y la crisis no los rebasó por completo. Pero eso no quiere decir que pudieron tomarse acciones profundas para quitarle presión a los hospitales.

Primera cita
(Corresponsables) El sector económico es corresponsable en este periodo de semana santa. Que la autoridad permitiera la apertura completa no les elimina la responsabilidad de que ellos mismos necesitan elevar las obligaciones de cuidado para no provocar un escenario que afecte a sus respectivos sectores económicos.

Pero desde la iniciativa privada no se visualizan esos mensajes que den certidumbre de que internamente se están tomando medidas para la seguridad de clientes, viajeros, comensales.

Deatrasalante
(Hace un año) Un año después poco han cambiado las cosas. Una de las primeras discusiones del Comité de Salud, cuando ya teníamos encima la pandemia, que era una amenaza real, fue precisamente en semana santa. ¿Abrir o no abrir playas? ¿Permitir o no permitir eventos masivos?

En el Comité de Salud, integrado por el gobernador y las secretarías –incluidos representantes de la iniciativa privada-, había quienes insistían que el cierre era desde ya, que no debían permitirse el carnaval de Altata, en Navolato, o la semana de la moto en Mazatlán. Pero perdieron la discusión y ambos eventos se permitieron. Ahora sabemos los muertos que cada evento provocó (PUNTO)

Columna publicada el 28 de marzo de 2021 en la edición 948 del semanario Ríodoce.

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