Los ‘Chapitos’ construyen escuela en terrenos del ‘Ruso’

TEJABÁN Y COMPUTADORAS. Aportaciones “voluntarias”.

Los hijos del ‘Chapo’ Guzmán levantaron un tejabán y donaron computadoras para habilitar una “plantel” en la zona norte de Culiacán, que desde hace un año entró en disputa con los comandos del Ruso

 

 

El martes  27 de octubre, poco antes del mediodía, tres desconocidos llegaron en una camioneta a una vivienda de la colonia Ampliación Bicentenario, al norte de Culiacán.

Lea: Crece la guerra ninis-rusos en Culiacán https://bit.ly/3pbV38h

Los desconocidos, “todos jóvenes”, según recuerda uno de los vecinos, bajaron callados del vehículo y se dirigieron a la entrada de una casa de madera y lámina negra, anclada en lo alto de un cerro, justo a unos metros del basurero municipal, desde donde llamaron a  la señora Esmeralda Quiñones Terán; la mujer, que en ese momento estaba en la estancia, se asomó por la ventana y, como no tenía nada que temer, salió al encuentro con los desconocidos.

Le soltaron a quemarropa:

“Venimos de parte de los hijos del señor Joaquín Guzmán Loera, que se acaban de enterar por las noticias que se necesita ayuda por acá, y los jefes quieren ayudarla”.

La señora Esmeralda, que efectivamente, tenía semanas realizando plantones para presionar al gobierno a que atendiera demandas de apoyo para las familias de bajos recursos de esa zona, quedó atónita:

“No los conocía, pero tenía claro quiénes eran los hijos de Joaquín Guzmán Loera, y el hecho que esas personas estuvieran ahí y se identificaran como gente de ellos, me hizo dudar, pero al mismo tiempo pensé que si aquella era una ayuda auténtica, entonces no tenia porqué preocuparme”, recordó la mujer.

Al día siguiente, los mismos hombres regresaron a la colonia, esta vez con la orden definitiva de sus patrones para que construyeran una escuela, que era la demanda principal de las madres de familia de ese lugar, y con ello aliviar el problema de falta de educación luego que el gobierno prohibiera las clases presenciales en el país debido a la pandemia.

“En esa segunda visita nos preguntaron qué necesitábamos para abrir una escuela, y luego nos dijeron que iban a comprar un terrero de unos 300 metros cuadrados para ahí abrir un espacio para los niños, pero nosotros les dijimos que no porque eso tomaría mucho tiempo, y sugerimos un baldío que había aquí cerca, y entonces nos pusimos a armar una lista de las cosas que se necesitaban”, rememoró la mujer.

“Ese mismo día mandaron traer tres albañiles, rasparon el terreno, abrieron unas zanjas para levantar unos castillos, y trajeron material de construcción, y en tres días construyeron una baño bodega justo al lado de un tejaban”.

Después se hizo una lista de lo que se necesitaba: 50 uniformes, 50 pares de zapatos, 50 paquetes escolares, cuatro laptops, cinco tabletas, cuatro pantallas de 32 pulgadas, tipo Smart TV, 50 mesabancos, dos cajas de internet, dos monitores… y con eso quedó listo lo básico para quienes estaban siendo privados de educación debido a la pandemia.

 

LAS MADRES. Lo que nos importa es que estudien.

 

No hay mal que por bien no venga

El lunes 2 de noviembre quedó por fin lista la “escuela” Extensión Bicentenario, localizada a unos 200 metros del basurero municipal.

Hubo fiesta, y los pistoleros de los Chapitos repartieron pizzas y refrescos para todos los niños y vecinos, y amenizaron con música disco para entretener a los invitados.

Ese mismo día por la tarde, y tras acabarse la ceremonia, iniciaron las clases con más de 90 niños de entre 4 y 13 años de edad, que luego de ocho meses de pandemia por fin regresaban a clases.

Seguían sin tener mesabancos suficientes, pero el puro ambiente escolar sugería como si todo fuera una fiesta.

Claudia Beltrán Herrera, madre de uno de los infantes, dijo sentirse contenta porque al menos su hija de 7 años ya estaba recibiendo educación.

“Nosotros no juzgamos lo que hacen esas personas, pero si agradecemos que nos hayan ayudado porque, como puede ver, somos muy pobres aquí, y no nos alcanza el dinero para nada, y nuestros hijos no recibían educación, y ahora con estos apoyos al menos se les ayuda con matemáticas, gramática e inglés”, afirma la señora Beltrán Herrera, luego de aclarar que ellos nunca buscaron a los Chapitos, sino que ellos fueron quienes las buscaron.

Sobre esta afirmación, la señora Esmeralda señaló que algunas personas las han empezado a satanizar en las redes sociales diciendo que esa será  una escuela de narcos, cuando la realidad es que quieren que la educación aleje del narco a todos sus hijos.

“Muchos de los padres que vivimos aquí son pepenadores pero somos gente que trabajamos de manera honrada para no meternos al narco y darles algo digno a nuestros hijos, y la gente que pone esos comentarios no sabe lo que no es tener, ya no internet, computadora, televisión o un refrigerador, sino electricidad, drenaje, y que nos digan que somos narcos no es justo”, comentó la mujer.

Las mujeres afirmaron que los niños no sólo no saben quién donó los bienes, sino que desconocen quienes son los Chapitos, según pudo constatar una niña a quien preguntó una de las madres a su niña de 6 años, que no supo quiénes les regalaron el material.

“Unos señores”, se limitó a responder la niña.

Las autoridades del estado han dicho por su parte que a ellos no compete la investigación de quiénes donaron los materiales, y el Secretario Juan Alfonso Mejía López ha enfatizado que lo que es importante para ellos es la educación de los niños.

“El derecho al aprendizaje es preocupación de nosotros, mientras que investigar de donde viene e material que sirve a esos niños es competencia de otras instancias”, dijo Mejía López.

Desde hace un año, la zona norte de Culiacán, donde fue construida la “escuela”, entró en disputa entre los comandos de Jesús Alexander Sánchez Félix, el Ruso, operador de Ismael Zambada, y los que coordina Néstor Isidro García o Néstor Ernesto Pérez Salas, el Niní, jefe de pistoleros de los Chapitos.

Artículo publicado el 8 de noviembre de 2020 en la edición 928 del semanario Ríodoce.

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