Muerte de hijo de Rolando Andrade revive caso de 1996
La muerte del hijo del empresario Rolando Andrade revive, un cuarto de siglo después, la desaparición de tres jóvenes en Sinaloa. En medios nacionales la muerte capturó encabezados de espectáculos por ser medio hermano de Yolanda Andrade, reconocida actriz y conductora. Y derramó tambos de tinta sobre miles de páginas en los diarios.
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En Sinaloa revive ahora –o debiera revivir– un caso judicial: los tres primos desaparecidos la madrugada del 30 de junio de 1996. No se volvió a saber de ellos, tampoco hubo sentencias en contra de los responsables.
Las familias de Juan Emerio, Abraham y Jorge Cabada, hijos de los hermanos Hernández, mantuvieron siempre un reclamo para esclarecer la desaparición. Como en pocos casos, las familias enfrentaron al entonces gobernador, Renato Vega, o a los procuradores de justicia en turno, incluso al Presidente Ernesto Zedillo. Siempre señalando a uno de los hijos de Andrade, Rommel, y acusando la participación de la policía municipal en la privación de la libertad de los primos.
Apenas hace tres años, en 2017, recordando el día de la desaparición, las madres de los primos se plantaron de nuevo en la casa de la avenida Eldorado 1790, hoy con el número 710-A, donde encontraron muerto a Rolando Andrade hijo, el pasado miércoles.
Como muchas otras veces, la familia colocó pancartas con las fotos de sus hijos a quienes todavía esperan, y ya no hubo reclamos de justicia sino de dolor.
La historia es la siguiente, aunque tiene algunas variantes según la fuente, no alteran el fondo:
Los primos Juan Emerio, Abraham y Jorge, llegaron a la fiesta de Helga Andrade en la casa de Eldorado 1790, una enorme mansión con cancha de frontón en el patio y barda de piedra infranqueable por la acera. En algún momento se presentó una riña entre el hermano de Helga, Rommel, y los primos Hernández –que en ese momento eran cuatro-, junto a un amigo mutuo, ex novio de Helga, Christian.
Con el pleito terminó la fiesta para ellos; los había amenazado el anfitrión, Rommel: “Me la van a pagar, a mi familia nadie la toca”, les habría gritado aquella madrugada.
Se fueron todos a la casa del cuarto primo, estuvieron algún tiempo ahí menos de una hora. Los otros tres parientes ya iban de regreso a sus casas en un solo auto, cuando en algún punto la Policía Municipal los interceptó. Juan Emerio, Abraham y Jorge fueron subidos a la patrulla 023.
Los fiscales acreditaron en su momento que los agentes Abel Félix, Juan Luis Quiroz y Héctor Manuel Medina, a bordo de esa unidad policiaca, entregaron a los primos al personal de seguridad del papá de Rommel, Rolando Andrade.
Después todo es confusión. La investigación señala que a las 4:00 ó 5:00 de la mañana de ese 30 de junio de 1996 sería lo último que se supo de los tres jóvenes de Las Quintas.
Lo cierto es que los tres primos no volvieron a aparecer, y que hay testimonios ministeriales que aseguran que el automóvil de los escoltas de Andrade tomó la carretera México 15, al menos hasta la altura de la comunidad de El Limón de los Ramos (a unos 40 kilómetros del último punto donde fueron vistos con vida).
Óscar Loza Ochoa, defensor de los derechos humanos no gubernamental, conoce el caso de los jóvenes y acompañó a las familias desde el mismo momento en que ocurrió todo. Aclara 24 años después que el caso no prescribe nunca, “la desaparición forzada está calificada como de lesa humanidad, no hay prescripción”.
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La familia de los tres jóvenes no se cansó de esperar, pero dos de los padres de los primos desaparecidos murieron en los años recientes. La madre de uno de los primos Hernández respondió a Ríodoce diciendo que no quiere comentar más sobre el caso y que agradecía comprenderlo.
Siendo Presidente Ernesto Zedillo, la familia enfurecida se enfrentó a la comitiva del mandatario en gira por Culiacancito. Bloquearon la camioneta en que viajaba al salir del rancho ganadero de Vizur. Impidieron el avance hasta que fueron atendidos. Desde entonces pasarían la investigación a una instancia federal, pero ni eso resolvió la averiguación.
En total fueron cinco fiscales especiales, entre estatales y federales, quienes atendieron el caso. La carpeta llegó a tener 40 mil hojas, con suficientes datos “para proceder” dice Loza Ochoa, pero “también de ese tamaño era el peso político de Rolando Andrade y socios (Carlos Cabal Peniche) que participaron como financiadores de las campañas electorales de Renato Vega para gobernador y de Ernesto Zedillo para la presidencia.”
En tiempos de la desaparición de los jóvenes de Las Quintas, Rolando Andrade le rentaba al gobierno de Sinaloa edificios para instituciones públicas, entre ellas la misma Secretaría de Protección Ciudadana, creada por Vega Alvarado.
Durante el largo periodo del caso de los jóvenes Desaparecidos de Las Quintas hubo personas detenidas, incluso el mismo empresario Rolando Andrade estuvo en arraigo domiciliario, y luego liberado. Murió en circunstancias extrañas en un hotel de paso de Chula Vista, California, y no se supo más de él.
Sobre el hijo Rommel, directamente señalado en todo momento, igualmente desapareció aunque no existía una orden de aprehensión en su contra.
Policías en activo, escoltas, y otros implicados, fueron exonerados en su momento. Un cuarto de siglo después el caso está congelado, y las demandas de las familias se opacan ante el cúmulo de desapariciones que se van sumando en Sinaloa y en México.
Artículo publicado el 01 de noviembre de 2020 en la edición 927 del semanario Ríodoce.