Cine: ‘Crímenes de familia’

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Las clases de yoga particulares, las charlas con las amigas y la relación con su esposo Ignacio (Miguel Ángel Solá) se interrumpen para Alicia (Cecilia Roth) con el proceso judicial de su hijo Daniel (Benjamín Amadeo), por las supuestas agresiones físicas y sexuales hacia su esposa Marcela (Sofía Gala Castiglione), lo cual, lejos de solucionarse, empeora cuando arrestan a su empleada doméstica Gladys (Yanina Ávila).

Si bien el plano inicial de Crímenes de familia (Argentina/2020), que se repite varias ocasiones, dejando ver un poco más cada vez, hasta sugerir eso que es fundamental en el filme (nada alejado del terror, por cierto), también funciona muy bien en sus momentos policiacos y dramáticos, en donde aborda y critica hábil y oportunamente desde la ética, la moral, la maternidad, el sistema judicial hasta la violencia de género.

Los juicios orales suelen ser tediosos en las películas. Los discursos de acusados y testigos, por lo general, tienden a aburrir, pero en esta cinta dirigida por Sebastián Schindel sucede todo lo contrario: las declaraciones de Marcela y Daniel son igualmente verosímiles a su favor, por lo que es complicado concluir quién es la víctima y quién el culpable; es casi imposible no conmoverse con las palabras de Gladys, cuando, finalmente, decide hablar; son entendibles las razones de Alicia para, por un lado, defender a su hijo, y por otro juzgar a su empleada doméstica; y son por demás precisas las explicaciones que cada especialista da para argumentar la sentencia.

El filme, escrito por Schindel y Pablo Del Teso, se distingue por su puesta en escena. Todos los intérpretes hacen un papel extraordinario: Amadeo del típico hijo alcahueteado por la mamá que ha recibido todo a manos llenas, que no destaca en nada, es un sínico y se victimiza a la menor oportunidad; Gala Castiglione de la esposa harta de ser violentada que se decide, al fin, a denunciar al padre de su hijo, con el riesgo de que no le crean y se revierta su intención; Solá de padre enfadado de solapar las fechorías de su hijo, al grado de oponerse a hacerlo una vez más, así pierda todo.

El trabajo de Ávila como trabajadora doméstica, poco instruida, madre soltera, retraída, sumisa que llega a las últimas consecuencias para no perder un trabajo, es impecable: habla poco, pero sus gestos y miradas son contundentes –aunque ya tuvo otra participación en Una especie de familia (2017), no es una actriz profesional, fuera del cine es mamá de Santiago (su hijo en el filme) y Kevin, y empleada de limpieza en el Centro Comunitario de 25 de mayo, Misiones, Argentina.

Roth merece una mención aparte. Su actuación es, sencillamente, fenomenal e impresionante. De mujer de “sociedad”, con muchas posibilidades económicas, de buen vestir, que “guarda las apariencias”, aferrada a una idea de su hijo muy alejada de la realidad, pasa a ser una persona que acepta sus errores, “humana”, que le toca cambiar de estilo de vida (de casa, de forma de vestir), opinar diferente y hacer lo justo, así eso implique ponerse en contra de quien más quiere.

Con una diestra alternancia de tiempos, una excelente fotografía, un puntual diseño de producción y diálogos naturales y convincentes, Crímenes de familia es una de las mejores opciones de Netflix, en este momento. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 27 de septiembre de 2020 en la edición 922 del semanario Ríodoce

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