¿Qué es el ingreso básico?

SOLIDARIDAD. Hacer a un lado ideologías (Foto: Kevin Corral).

Es un ingreso regular en efectivo.

Tiene centenas de modalidades, desde el vital básico de 3 mil 746 pesos mensuales por tres meses que se propone para desempleados por la actual crisis del Covid en México hasta la entrega de una cantidad no condicionada, individual, generalizada y suficiente para una vida sana que algunos sectores europeos plantean y que es conocida como ingreso básico universal.

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El problema que busca resolver es de lo más trascendente.

El informe Observatorio de la OIT: La COVID-19 y el mundo del trabajo expone que, en todo el mundo, más de 400 millones de empleos de tiempo completo se perdieron en el segundo trimestre de 2020.

Además, e independientemente de los efectos del COVID, la tendencia preponderante por digitalizar la economía implica la disminución del empleo. Un ejemplo lo vemos en que la aparición de los vehículos de conducción automatizada ocasionará el despido de 3 millones de chóferes en USA.

También hay voces que señalan qué hay recursos naturales sobre explotados por lo que deben dejar de ser usados como fuente de ingresos, como el caso de la pesca de la vaquita marina.

Otros sectores más apuntan qué hay actividades que benefician a la sociedad y que no reciben ninguna retribución, por lo que el ingreso básico puede cumplir esa función.

El ingreso básico corresponde a un modelo de sociedad preocupada por asegurar condiciones básicas de vida a las personas.

Es una contraparte necesaria de una economía abierta y de la revolución tecnológica.

Si la competencia premiará abundantemente a los ganadores, debe haber una red de protección para quienes pierden. Si la digitalización incrementa la productividad pero reduce los empleos, es necesaria una red de protección que acompañe a los desplazados.

Las primeras formulaciones de ingreso básico son del socialista utópico francés Charles Fourier. Forma parte de la oferta de la izquierda desde hace más de cien años.

Sin embargo, el espectro ideológico que lo respalda no se limita a la izquierda. El economista pilar del neoliberalismo, Friedrich Hayek sostuvo: “ es la certeza de alguna clase de piso debajo del cual nadie tenga que caer…es condición indispensable de la libertad”.

El ingreso básico reduce la necesidad de recurrir al trabajo infantil como forma de ingreso familiar.

Fortalece el poder de negociación de los participantes más vulnerables del mercado laboral. No llegan con la máxima necesidad y urgencia económica a buscar trabajo.

Actúa de manera anticíclica al potenciar la demanda efectiva en momentos de recesión y fomenta el crecimiento cuando más útil es para mitigar el desempleo.

Puede ayudar a liberar el ánimo emprendedor  y el deseo de capacitarse al servir de amortiguador frente al riesgo de la incertidumbre y la falta de recursos.

La idea de un ingreso básico incondicional apareció en Europa en el siglo XVIII. Se volvió tema de debate  en Reino Unido poco después de la Primera Guerra Mundial y en Estados Unidos y Canadá en los años 70 y a partir de ahí se ha convertido en tema de la deliberación pública internacional.

Suecia en 1957 fue el primer país en adoptar un programa de ingreso mínimo a escala nacional. Dinamarca y Alemania siguieron su ejemplo en 1961, Noruega en 1964, Bélgica 1974, Irlanda 1975, Francia 1988 y Japón en 1950.

La experiencia internacional más plena es la de Alaska. El gobierno obtuvo, en 1976, la propiedad de un yacimiento petrolero y creó un fondo con el cual se paga, desde 1982, un dividendo anual a todos los residentes. El bono fue, en 2015, de 2 mil 069 dólares y se entregó a 637 mil personas que demostraron haber vivido ese año dentro de ese estado.

En 1986 el colectivo de izquierda “Charles Fourier” celebró la primera reunión de partidarios del ingreso básico y eso fue el embrión de la Red Global de Ingreso Básico que realizó su congreso constitutivo en 2004 en Barcelona.

El ingreso básico es la materialización del valor de la solidaridad.

En estos días de crisis en México, el análisis sobre este tema no se ha hecho con la seriedad necesaria bajo la consigna de “no debemos coincidir con los adversarios”.

Un silencio del gobierno y de su movimiento ha sido la respuesta a la propuesta de ingreso vital hecha por organizaciones de ciudadanos como “Nosotrox”, por la ONU-CEPAL, por la ONU-PNUD, por las organizaciones empresariales y por algunos diputados.

Solo hubo una declaración aislada y sin consecuencias del senador Ricardo  Monreal.

El ingreso básico no es una ocurrencia momentánea, tiene análisis, argumentos, debate interno, experiencias y articulación de intereses.

Analicemos.

Sólo construiremos una sociedad más justa si moderamos las relaciones de poder mediante la operación de una democracia deliberativa suficientemente efectiva.

Columna publicada el 26 de julio de 2020 en la edición 913 del semanario Ríodoce.

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