El brote de Covid-19 que asusta a la sindicatura de San Miguel Zapotitlán

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En el cerro Juricahui, al norte de la sindicatura de San Miguel Zapotitlán, la esposa de un militar enfermó.

A los pocos días, ella murió; horas después, su suegro cayó en cama, pero murió sin poder levantarse. Entonces, los rumores comenzaron: Covid-19 está matando a la población. Y las culpas comenzaron a repartirse, fueron los indígenas, los judíos los que trajeron el virus. Le siguieron las burlas: se creían inmunes y ahora estamos fregados.

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Luego, el hijo de un viejo líder nativo enfermó y murió.

Dos hermanas maestras, una viuda y otra jubilada, fallecieron con 15 días de diferencia. Aquí, en estas calles, dicen que una de las profesoras no quiso contagiar a nadie, se aisló en su casa y  cuando quiso ir en busca de ayuda médica, la muerte llegó por ella. Cada vez que acudía al abarrote o a la tienda, rodeaba a las personas y ponía distancia entre ambas. “Traigo mucha calentura”, recuerdan que solía decir como pretexto para no saludar de mano, beso o abrazo.

“No que muy chingones, intocables decían, que su Dios, que sus creencias los protegían, y ahora están muriendo”, dice un lugareño que asegura conocer a muchos que han muerto, pero de los que no recuerda ni un solo nombre ni dirección.

Aquí las calles son una romería. Negocios esenciales y no esenciales están abiertos las 24 horas de día. Nadie los regula y a nadie le hacen caso. Aquí, la epidemia de Covid-19 es ignorada y temida por indígenas y mestizos, solo que los primeros no lo manifiestan y los segundos son sarcásticos.

Aquí, el temor se conjuga con la incredulidad, abonada por un silencio cómplice de la Jurisdicción Sanitaria 001, cuyo jefe, Omar González Corrales, en lugar de tomar acciones en el asunto se refugia en sus oficinas que cerró al público, pero que abrió a los vendedores de cambaceo para comprar edredones y ollas.

González Corrales solo salió a la calle con sus brigadas de vectores cuando la alarma pública llegó a los medios de comunicación masiva.

En las casas repartió propaganda de enfermedades transmitidas por vectores, realizó una auscultación a distancia y regresó a sus oficinas cerradas.

Mientras, el temor continuó.

El síndico, Jesús Manuel Sánchez Manjarrez, médico familiar veterano y jubilado del sistema de salud pública de la Unidad de Medicina Familiar número 13, dijo que el temor en la población creció porque en menos de un mes fallecieron 15 personas, todas con padecimientos crónicos degenerativos, y que acusaban algunos síntomas de Covid-19.

Con 20 años atendiendo a la población de la sindicatura, el médico conoce bien a la población y su comportamiento, así como las causas para ello.

Las muertes sí ocurrieron, confirma, y se determinaron como infartos agudos y repentinos a miocardio, pero no se asentó a consecuencia de qué.

“Pero no puedo certificar que fue por causa de Covid-19 porque no hay prueba de laboratorio, primero porque los enfermos son de bajos recursos, y porque estos no acudieron al Seguro Social ni al Hospital General por temor a contagiarse de SARS-COV-2, y fallecieron en sus casas.

“Los deudos tienen temor a una reacción de la gente y se niegan a compartir los síntomas de los miembros de sus familiares”, dijo.

Aseguro que la situación es alarmante y aterradora, y obligará a acciones radicales.

La reacción, dijo, como autoridad municipal, es organizar al sector salud local para homologar la información y establecer un tratamiento

Sánchez Manjarrez reconoció que un porcentaje de los 6 mil habitantes de la población culpa a las fiestas tradicionales de Semana Santa como el origen del brote. “Pero no hay nada de certeza científica y médica en ello, porque las fechas entre la realización y las muertes difieren un mes”.

Francisco Manuel Espinoza Valverde, Director de Salud Municipal, confirmó que existe un brote sospechoso de Covid-19 en San Miguel Zapotitlán, pero no se ha confirmado por laboratorio, ni estudios revelan el origen.

“Tenemos reportadas alrededor de 10 muertes de pacientes adultos mayores diabéticos, hipertensos y otras enfermedades, con algunos de los síntomas de Covid-19”.

Dijo que algunos de ellos procedían de Tijuana, Baja California o de ciudades fronterizas en donde la epidemia está fuerte.

Coincidió con Sánchez Manjarrez en que la situación en San Miguel Zapotitlán es alarmante, porque no se tiene información precisa de cómo se encendió el foco de contagio.

“Desde el municipio estamos haciendo todo lo que nos corresponde para controlar el brote, pero se requiere que la población participe, o fracasaremos”.

La Secretaría de Salud del Estado reconoció que en Ahome, el foco de contagios es San Miguel Zapotitlán con seis casos.

La dependencia no informó más.

Eso es lo que aterra a esta comunidad cuya población mayoritariamente mestiza pretende culpar a los indígenas de la enfermedad que los está matando, iniciando por sus adultos mayores.

Artículo publicado el 31 de mayo de 2020 en la edición 905 del semanario Ríodoce.

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