En medio de la emergencia sanitaria, Óscar García Osuna, master en Psicología Aplicada Positiva por la Universidad Jaime I en España, plantea lo importante que es hoy reconocer que estamos sintiendo miedo.

A partir de ahí, sugiere, razonar si hace bien a las personas estar consumiendo tanta información, para entonces decidir enfocarse mejor.

Virar el pensamiento, advierte, es un reto, pero puede ser posible si se antepone en el pensamiento los “afortunadamente”. Pensar el aquello que se tiene, “afortunadamente” me tocó pasar éstos días con, “afortunadamente” estoy en esta casa, y pone una serie de situaciones que son valiosas, pero que de momento no se enfocan.

Frente a los tiempos de ansiedad e incertidumbre colectiva por la emergencia sanitaria, el couch ontológico plantea que lo importante es vivir en el aquí y en el ahora. Lo resume en una frase: “Solo por hoy cuidarnos”.

El especialista en el estudio del bienestar óptimo del ser humano, sostiene que en las últimas semanas no hemos “infointoxicado”, saturados en las redes de cosas falsas.

Basa sus afirmaciones en respaldos científicos y en una investigación que realizó en redes sociales en la que aplicaron 500 personas, de las cuales el 70 por ciento respondió que ven información todo el día sobre Covid-19.

Precisa que la encuesta aplicada cubrió un sector socioeconómico alto, en donde se supone las personas tienen una mayor capacidad de discernir, qué pueda pasar, en otros sectores que pueden estar más vulnerables, en creer todo aquello que les dicen.

Otro de los hallazgos en su investigación fue que el 61 por ciento de los encuestados no maneja una agenda, no han hecho acuerdos en su confinamiento, situación que tras varias semanas está impactando los vínculos y relaciones al interior de los hogares.

Comenta que en los primeros días jugaron, se la pasaban divertidos jugando lotería, porque pensaban que después de Semana Santa regresaban, pero al alargarse el tiempo el ambiente se ha complicado.

Sugiere la utilidad de establecer un horario de trabajo, otro para alimentarse, pero también para ejercitarse y divertirse. Todo ello en conjunto para fortalecer el sistema inmune.

Resulta, comenta, que te llevaste la computadora a la casa, pero ahora resulta que tienes que compartir el internet con el hijo que recibe las clases, pero también con la esposa que también está trabajando, con una señal con fallas, limitada por la sobresaturación a nivel mundial.

En el estudio encontró que el 60 por ciento de las personas no han hecho una junta en casa para establecer acuerdos para ver cómo van a convivir en los hogares, cómo van a compartir los equipos de cómputo, cuáles van a ser los tiempos, dónde se va a trabajar, en qué espacios. No puede uno estar escuchando música, mientras otro necesita estar trabajando, expresa.

La crisis de salud impacta nuestra seguridad porque nos sentimos vulnerables, más si perdí el empleo, señala.

Lo primero ante todo es la salud, afirma, aunque se sabe que puede venir una crisis económica muy fuerte e incluso social.

Frente a la pérdida de libertades en las que se busca mediante el confinamiento protegernos para evitar el contagiarnos y con ello que los sistemas de salud no colapsen como sucedió en España e Italia, la gran preocupación es que mientras unos se van a casa, otros están de fiesta. “Que frustración es, y por qué no los meten a la cárcel, porque ni siquiera tienen sistemas de seguridad para meter a todo mundo”, expresa.

El experto quien es presidente de la Fundación CoachMe, que promueve los programas de mentoreo para incrementar el bienestar subjetivo en personas vulnerables, afirma que el confinamiento ha impactado en la autoestima y el autoconcepto  por el hecho de perder la autonomía de decidir quedarnos en casa.

Debemos guardarnos en casa, no es lo mismo que te vas a guardar a tu casa, que cuando te mandan guardar, abunda.

Lo primero que pega es no tener la autonomía de decidir, sino que decidieron por mí, lo cual impacta en la autoestima incluso en el autoconcepto, más si no sabemos autorregularnos.

A dónde hemos llegamos, lamentó, que se debe disponer de no vender alcohol.

Advierte que se están perdiendo mucho los vínculos sanos que junto con la pérdida de autonomía está golpeando en la parte del sentido vital. El no ver futuro.

Explica que dentro las pérdidas que se tienen, como parte del duelo está negarlo. De ahí expresiones como. “A mí el coronavirus me hace los mandados”. Luego el enojo contra todo el mundo, contra el sistema de salud, la injusticia con Dios.

Hace un apartado para referirse a las mayores pérdidas, que están teniendo, es decir, la vidas humanas, en donde no se pueden seguir los protocolos latinos de despedir a un ser querido, acompañando previamente al enfermo y luego en los funerales darle el último adiós.

“Hay gente que no duerme por un sentimiento de culpa, es un sentimiento muy fuerte”, expresa.

Si no reconozco esto no voy a avanzar, el principio de cualquier sanación es saber qué siento.

De ahí, explica, también han surgido las agresiones al personal de salud, al buscar culpables.

“Golpeamos porque tenemos que buscar un culpable. En este país, la culpa siempre la tienen afuera, nosotros no nos hacemos responsables de nada”.

Somos expertos en echar culpas, opina, pero no en buscar soluciones, cuando en otros países están haciendo cargo hasta de las familias de los trabajadores de salud para que estén más tranquilos luchando por la vida de las personas.

Si cada uno en lugar de quejarnos, comenta, nos orientáramos a solucionar, todo sería más sencillo.

Quien se define como un profesional que le gusta salvar vidas emocionales, anticipa que una de las crisis que habrá serán la mentales, y habrá que revisar cómo están afectando a niños y adolescentes.

“Quien más sufriendo ahorita es la gente que quiere todo perfecto, que no acepta el cambio. La perfección es uno de los grandes enemigos del bienestar”.

Si me preguntas cómo va a ser el mundo, no sé, espero que sea mejor.