Javier Valdez y la tercera jornada que no pudo ser

Javier Valdez y la tercera jornada que no pudo ser

Nos empezamos a reunir en febrero para planear los eventos del tercer aniversario del crimen de Javier Valdez. Revisamos lo que habíamos hecho en los dos años anteriores, eventos, espacios, formas, personajes, para elaborar un programa. La oficina en México del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) nos había ofrecido generosamente empatar el evento que ellos hacen cada año sobre libertad de expresión, con el nuestro, para así fortalecerlos.

Hicimos un plan preliminar; volveríamos a presentar la exposición gráfica, enriquecida, y allí mismo abriríamos una mesa de debate sobre el papel de fotógrafos y moneros en el periodismo bajo condiciones de riesgo; pensamos dar algunos talleres, transmitir algún documental, presentar algún libro y dos o tres conferencias. Definimos que un tema colateral de la jornada podría ser la lucha de las mujeres por la igualdad, dado que por esos días sus protestas estaban  por todos lados en México, con inusitada fuerza.

En los planes estaba –algo que no se abandona todavía—instalar un busto de Javier en una plaza pública; organizamos una coperacha y contratamos los servicios de un escultor de Jalisco que nos ofreció calidad y muy buen precio.

Ya estábamos encarrilados cuando apareció el coronavirus por todos lados. Primero en Asia, luego en Europa y Estados Unidos, y, a finales de febrero, el primer caso en Ciudad de México y el segundo en Culiacán. Cuando el tema empezó a coparnos, revaloramos las cosas y después de consultas acá y allá, decidimos posponer todo. No habrá condiciones para hacer eventos públicos ni en lugares cerrados, dijimos. Y así fue. Y justo a mediados de mes, cuando se cumple el tercer aniversario del crimen de Javier, Sinaloa andará en la cresta de los contagios, obligando a la gente a confinarse en sus casas, como se le ha pedido desde hace semanas, no siempre con éxito.

Las razones principales de las jornadas de mayo son dos: exigir justicia y castigo para los autores materiales e intelectuales del crimen y preservar y fortalecer la memoria de Javier Valdez. Eso lo tenemos claro todos los que desde nuestras trincheras, muchas de las veces personales, las hemos estado impulsando. Por eso han estado presentes en ellas sus libros y sus discursos, sus entrevistas, su pensamiento y su ejemplo. Y también el grito airado para que se escuche donde a veces prefieren hacerse los sordos: ¡Justicia!

En las jornadas hemos tenido siempre el apoyo de organismos internacionales, de medios y periodistas locales y del país, de gente de la sociedad que se hace presente y coopera desinteresadamente para solventar los costos. El gobierno le apuesta al olvido y no tengo duda que los criminales a la impunidad de la que siempre fueron beneficiados; le apuestan al cansancio y al desgano. Pues aquí no hay ni una ni otra cosa. Esta vez no pudimos llevar a cabo la jornada por razones extraordinarias. No sabemos qué pase en el futuro cercano ni hasta cuándo retornaremos a la normalidad o empezaremos a vivir y a trabajar y a luchar en el marco de una “nueva normalidad”. De lo que sí estamos seguros es que la lucha por esclarecer y castigar el crimen de Javier Valdez la seguiremos dando aun en las condiciones más adversas, con la gente que quiera acompañarnos, con los organismos nacionales e internacionales que se mantengan a nuestro lado, con los amigos, los periodistas y los medios que estén dispuestos a no claudicar, a mantener en alto la bandera de la justicia hasta lograr el objetivo de que su asesinato sea castigado totalmente. Es por Javier, pero también por la sociedad y por nosotros, por el oficio, por la defensa de la libertad de expresión, ahora una de las libertades más caras en este México nuestro tan vejado.

Bola y cadena

NO HA SIDO EN VANO EL TRABAJO de todo los compañeros que desde febrero, yendo a las oficinas de Ríodoce para charlar y planear, han estado poniendo su granito de arena para concretar una jornada ahora pospuesta; ni el de los que, sin ir, han estado siempre presentes, colaborando, aportando ideas, recursos, preocupados porque cada vez estas jornadas sean mejores, más concurridas y que involucren a más actores. El trabajo de todos queda ahí, a la espera de mejores condiciones; a los moneros y fotógrafos que ya se habían comprometido, un millón de gracias. Igual a los compañeros de Artículo 19, del CPJ, de RSF, de la oficina de Derechos Humanos de la ONU en México, con el compromiso de que seguiremos en la misma línea de exigir justicia hasta lograrlo.

Sentido contrario

LO QUE FALTABA PARA COMPLETAR el cuadro de complicidades del gobierno norteamericano con los narcos de Sinaloa: la semana pasada se les peló el Chino Ántrax, cuando lo tenían en arresto domiciliario, condición en la que estaría, según disposición de una juez, durante cinco años para cumplir su condena. ¿Qué explicación darán los norteamericanos? Quién sabe. El Chino volverá a Sinaloa, sin duda, pero no a ocupar el lugar que tenía porque las cosas ya cambiaron en Culiacán y los que controlan la plaza no son precisamente sus amigos. Por el contrario. Hay en el pasado registro de fuertes enfrentamientos con ellos cuyo saldo le fue siempre desfavorable. Pero volverá, de eso no hay duda. Si no lo atrapan antes.

Humo negro

MUCHOS NO HEMOS SOPESADO BIEN la crisis económica que se nos viene con motivo de la parálisis provocada por la pandemia de coronavirus. La crisis del comercio, del turismo, de la producción industrial, del empleo; por la falta de ingresos y por tanto del consumo. Ahora todo son previsiones, cálculos de los “expertos”, llamadas al gobierno a meter el hombro. Pero todavía no la sentimos. Apenas empieza. Y será brutal. Hay que prepararse.

Columna publicada el 10 de mayo de 2020 en la edición 902 del semanario Ríodoce.

Lee más sobre:

Últimas noticias

Scroll al inicio

2021 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.