Sobrevivir en la pandemia: suena la música en Culiacán, ahora en los cruceros

músicos

Se cubre la cara un poco con la cachucha. Se toca la visera en señal de gracias y continúa su recorrido. Aprovecha el semáforo en rojo en la esquina del bulevar Sánchez Alonso y Universitarios en el sector Tres Ríos de Culiacán para pedir cooperación mientras en un camellón resuena una banda sinaloense.

“El refuego está bien chilo y la banda ya está tocando pero la raza se está cansando, qué es lo que quieren me pregunto yo…”, canta un hombre al micrófono con una bocina conectada. Sus compañeros le responden al unísono, “maaaachaca, machaca, machaca, ca, ca”. Es la banda “Dinastía Murillo” y como muchas otras en Culiacán salieron a buscar el sustento en cruceros de la ciudad.

Unas monedas aquí y otras por allá. La hora de música de banda, dependiendo de la agrupación y del cliente, ronda entre los 4 y los 6 mil pesos. Otros no la tienen tan sencilla, como aquellos que laboran en bares y cantinas por 100 pesos diarios y en espera que les pidan canciones. Para esos no hay trabajo.

Y no son la única banda. Otras sobre el mismo bulevar en el entronque con Josefa Ortiz de Domínguez hacen lo propio. También sobre Pedro Infante hacia la USE y otras en cruceros concurridos.

El líder de la sección 607 del sindicato de músicos, Víctor González, explica que el problema no es igual para todos, pero sí es general. Algunos músicos dependen íntegramente de su salario al tocar sus notas, otros complementan el oficio pero la gran mayoría vive al día.

“Nosotros hemos pedido ayuda a las instancias federal, estatal y municipal, ayuda alimentaria, apoyos económicos para precisamente no tener que salir a la calle. Nosotros entendemos que es muy importante para poder que se corte la cadena de contagios no exponernos, pero lamentablemente no hemos recibido los apoyos suficientes como para que eso suceda”, explicó.

El martes 28 de abril decenas de músicos invadieron la explanada del Palacio de Gobierno. Tratando de guardar la sana distancia hicieron su arribo. La tuba, la armonía, las tarolas, las trompetas. Se unieron a un contingente de meseros. La exigencia la misma: apoyo gubernamental, lo están pasando mal y sin empleo.

Pero no hay respuesta. Apenas unas despensas con frijoles, algunas verduras, lo esencial. Pero Víctor explica que se requiere más.

“Aunque nos den despensas hay gastos en la casa, gastos necesarios como que se acabe el gas, o una medicina entonces poder pedir un efectivo a la mano para poder echar mano cuando se ofrezca”.

Por ello buscan algún crédito o apoyo por parte de la Secretaría de Economía del Estado. Sin embargo aún no les resuelven. Y explica que la gran mayoría son músicos porque no saben hacer nada más, es su vida, es incluso vivir del amor al arte.

“No es mucho lo que gana el músico, yo pienso que serían unos 500 pesos diarios, a algunos que son de bandas o grupos ganan un poco más porque ponen el equipo, gana la camioneta, el camión pero finalmente no es mucho.

“Habremos muchos que no sabemos hacer otras cosas, prácticamente lo hacemos por amor del arte y muchos tenemos la esperanza porque más antes se ganaba un poco más, desde que entró este gobierno se bajó la economía y nosotros hemos sentido desde entonces que bajó nuestro ingreso entonces tenemos la esperanza que esto cambie y por eso seguimos haciendo lo que sabemos hacer, pero sí, realmente esta es la situación”.

Víctor toca el bajo, la guitarra y canta. Tiene un grupo versátil que se llama D’María. Ellos en su grupo son seis, el saxofón, piano, bajo, guitarra, batería y cantante. Los seis sin trabajo. Aunque nació en Los Mochis toda su vida la ha hecho en Culiacán y tiene su domicilio en la sindicatura de Culiacancito y con 60 años dirige el sindicato de músicos.

Explica que desde pequeño siempre le gustó la música. Su padre tocaba guitarra y todas las tardes se ponía a tocar y en ocasiones su mamá le hacía segunda con la voz. “Para mí era un coro de ángeles, me gustaba mucho escucharlos”.

Su primer grupo se llamó los Vikingos, tocaban canciones de los Freddy’s, los Muecas, de las “oldies”. Y a pesar de que el gusto musical ha cambiado actualmente, se mantiene haciendo lo único que sabe hacer.

“Más antes se tocaba mucha música muy bonita, románticas, ahora lamentablemente se escucha mucha música que le sugiere muchas ideas no gratas a la chamacada, desde niños, ya los veo escuchando música que no es apropiada para su edad y he visto muchas desviaciones en ese tipo de criaturas. La verdad me preocupa mucho esa situación, es muy difícil”.

Sin embargo debe quedarse en casa. Con sus 60 años explica que no está para ponerse en riesgo y por eso decide no salir como lo están haciendo algunos compañeros, sobre todo las tamboras y bandas sinaloenses.

Incluso cancelaron una marcha, programada para la mañana del 29 de abril por “recomendación” de la autoridad. Sin embargo, al día siguiente, Culiacán salió a las calles.

“Recibimos información del sector salud donde nos pidieron que por favor suspendiéramos la marcha porque estamos en el punto de mayor contagio y pues que si nosotros pretendíamos hacer una marcha que lo hiciéramos en otra ocasión en que las condiciones se dieran pero vimos que la ciudadanía salió, nosotros no salimos pero las pizzerías estaban llenas, las pastelerías, los carros haciendo fila por todos lados”.

Y mientras pasan los días, la cuarentena además de haber dejado sin trabajo a cientos de músicos en el estado, también ha cobrado la vida de dos de ellos en Culiacán y muchos están entre salir a la calle a tocar o quedarse en casa a la buena de Dios.

Artículo publicado el 10 de mayo de 2020 en la edición 902 del semanario Ríodoce.

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